lunes, 17 de noviembre de 2025

"QUÉ BAJA ORATORIA" (Ideal, 16-11-25)


Qué baja oratoria

Manuel Molina


La verdadera noticia estos días por esta tierra es el agua, la lluvia que cae de forma y continuda, que nos hace recordar aquellos días de otoño o invierno en que no paraba de llover, como en el Macondo de García Márquez. Llovía tanto que en las fachadas y entre piedras de las calles aparecía verdín de la humedad. Resulta extraña la lluvia, que se convierte en noticia. Esta trata lo singular, ya saben, no que el perro muerda a una persona, sino al revés. De lo que les hablaré en estas líneas no es noticia, sino un mal continuado, que no por ello deberíamos prestarle la debida atención. Nuestros políticos se han convertido, o mejor dicho ya llegan a la política, como pésimos oradores; tanto que deben leer la mayoría textos preparados (con muy mala entonación), lo que se expone en foros, ayuntamientos, diputaciones o parlamentos. Ojo, también los hay sin papel que son incluso peores.

La oratoria consiste en hablar en público de manera eficaz y persuasiva para defender una argumentación que debe ser clara, a la vez que convincente, captando la atención del auditorio para generar el favor o anuencia de este para un posible debate o cambio de actitud. Andalucía se ha convertido en un  referente del debate educativo tanto en la educación secundaria como en la universitaria, donde un profesorado entusiasta prepara a su alumnado para defender tanto en una opción, o si se le toca en suerte la contraria, para para hacer que un jurado les haga ganadores frente a otro equipo porque su contenido, expresión, movimiento corporal y persuasión han sido más convincentes. No quiere decir que sea un proceso de automatismo para triunfar, cada personalidad también matiza. La política ha tenido siempre un gran componente de debate, aunque ahora la disciplina de voto hace que la convicción esté más en la orden de apretar un botón o levantar una mano que en escuchar y ser persuadido.

Hace pocos días apreciamos que (¿cómo se debe llamar a alguien que dimite y a la vez parece que no dimite?) Mazón leyó su “renuncia” y acudió a una comisión parlamentaria en su comunidad donde también leyó su intervención. Joan Baldoví de Compromís, como era de recibo, se lo afeó, insistiendo en que tomaba el pelo a esa comisión porque el texto que leía se lo habían escrito quienes lo acompañaban. Pocos políticos aprecio que no lean y muestren un discurso coherente e interesante. Destaca Gabriel Rufíán (quién me lo diría) en el parlamento nacional, Emilio Delgado en el de Madrid o José Ignacio García Sánchez en el andaluz. Me gustan porque no leen y tienen  capacidad de transmisión y “persuasión”, aunque eso no provoque que algún rival cambie de botón. La gran mayoría decepciona de manera supina porque apenas saben leer con soltura lo que les han preparado, incluso alguna con “pìnganillo” resultan de un artificio inverosímil. Si tuvieran que convencer poco podrían esperar, pero es lo que hay. Menos mal que llueve.


lunes, 10 de noviembre de 2025

"¿DÓNDE ESTÁ LA BANDERA ANDALUZA?" (Ideal 9-11-25)

 

¿Dónde está la bandera andaluza?

Manuel Molina

 

            Con lo poco que soy yo de banderas que escriba sobre una de ellas resulta un poco preocupante. Reconozco que las telas de identidad son complicadas porque pueden provocar una posibilidad excluyente dada su simbología y semiótica, otorgando a quien la exhibe una elevación respecto a quien no. Nuestro país, estado o como quieran llamarlo, mantiene una complejidad no resuelta respecto a las banderas, se le añade un color o se le quita según sople el aire o se tengan más muertos para añadirle un aguilucho, se quita el aguilucho pero no dejan de asomarla desde la ilegalidad nostálgicos del tiempo detenido, incluso se le pone un escudo con corona. Tan solo se le muestra verdadero entusiasmo unitivo cuando un deportista o un equipo nacional sube a un pódium y se acompaña de tarareo. Como en este estado, país, o lo que sea, algunos se empeñan en trazar fronteras, creamos más banderas, las autonómicas. En territorios concretos incluso han creado alguna más partiendo de la suya para demostrar que son más distintos aún. Otras apenas se conocen fuera de su terruño.

            La de esta tierra del sur se creó en 1918 en la asamblea de Ronda, diseñada por Blas Infante, sencilla, con dos franjas horizontales verdes y una central blanca que según la exégesis histórica simboliza nuestro pasado andalusí y la pureza, la paz; y además tiene nombre, “Arbonaida”, término este que proviene del árabe andalusí al-bulaida, diminutivo de balat, que significa "mi tierra" o "mi país". Se ha convertido en sentimiento de arraigo y pertenencia de los andaluces a su tierra, a su historia compartida. Se aprobó como oficial en el Estatuto de Autonomía en 1981, a la vez que su uso. Recuerdo esos años ochenta del pasado siglo que supusieron una verdadera expansión en su muestra pública. No había evento que no contuviese ese trozo de tela que nos identificara, incluso en otros territorios se exhibía no contra alguien sino para refrendar el lugar de procedencia. Nuestro nacionalismo andaluz nunca fue excluyente, sino más bien moderado, y de ahí que siempre contara con todos, como lo de “por la humanidad” de su himno.

            Viajo por Andalucía a menudo y me sorprende un hecho que se está produciendo de manera continuada y silenciosa como es la desaparición de la bandera andaluza de los espacios públicos. Reconozco el triunfo de la rojigualda, la derecha se la apropia y la izquierda suele obviarla. Con la eclosión extremoderechista esas banderas pululan por muñecas, balcones y fachadas, acompañando a santos inquietos y corrillos manifestantes nostálgicos de su aguilucho, en múltiples variedades; mientras la andaluza cada vez es menos apreciable en calles o rotondas, en lo público. Se ha creado un día de la bandera andaluza, como el día del quebrantahuesos o del lince, que se extinguen. No entiendo que tenga menos peso una bandera que no excluye, su denostación, pese a que sume y abra los brazos. Con lo poco que soy de banderas y aquí escribiendo de una.

 

lunes, 3 de noviembre de 2025

"Segundo carnaval" (Ideal, 2-11-25)

 

Segundo carnaval

Manuel Molina

 

           Paseo por mitad de un carnaval temático entre esqueletos, zombis y vampiros salidos de los bazares chinos, tiernos infantes y chavalillas acompañadas de sus madres, que muestran largos colmillos, falsas cicatrices, caras blancas y demudadas con ceras, portando calabazas de plástico llenas de caramelos, y entre risas repiten un mantra cacofónico, “truco o trato”. La invasión comenzó poco a poco, sin que se llegara a calibrar el nivel alcanzado ahora. Los días de santos y difuntos eran muy tristes,  como las tardes con cambio de hora y honrar a quienes se fueron tampoco es que sea la alegría de la huerta. Qué mejor alternativa que un infantilismo desbordante a la vez que un consumismo impetuoso. Comenzó en los colegios a la vez que en los grandes almacenes, para contagiar de simpleza una celebración en la que han caído como promotores maestros y maestras,  que acuden estos días a sus aulas disfrazados,  potenciado con las familias encantadas de echar un rato en familia jugando a los terrores,  también disfrazados, entre escaparates con falsas telas de araña.

           Escucho estos días las palabras terrorífico, sobrecogedor o aterrador, vaciadas de su sentido y domesticado su significado, banalizado y llevado incluso al otro extremo, a la mansedumbre de lo inocente. Quién lo diría. La muerte naif y el miedo suave despojados de su principio repelente, de su incomodidad, se transmutan en una bufonada compartida, en un disfraz tranquilizador y risueño. No es de extrañar. Nuestra pacata sociedad alimenta lo genérico y acomodado, llevándolo a lo ridículo aceptado, como si convertir un sanguinario personaje en la apariencia de un monologuista de El club de la comedia fuese un ideal, o en un mal actor del tren de la bruja. Todo es mentira y se acepta. La realidad de la muerte y el verdadero terror son feos, ásperos, desagradables, y no interesan, se eleva la necesidad de triturar todo como un potito para digerirlo sin ningún problema, una causa más para engordar la blandengue sociedad que no resistiría un nivel inicial de contacto con esos dos conceptos.

           Vivimos de espaldas a una cuestión tan ineludible como la muerte. Apuntábamos cómo se ha desvirtuado el concepto en los centros educativos y cuando algun docente se rebela ante la idiotez seguidista se le ponen palos en las ruedas. Conozco el caso de quien ha pretendido llevar a su alumnado a un cementerio para que aprendan sus pupilos sobre la cultura de la muerte, sus rituales, historia, arquitectura, urbanismo, sociología y ha encontrado la negativa de quienes dirigen el centro porque algunos padres y madres, no más de dos o tres, han considerado que sus blanditos retoños podrían sufrir un impacto indeseado al pisar suelo funerario, como si fuese algo contagioso. Eso sí, los censores han salido disfrazados a celebrar el nuevo carnaval, el segundo del año, que seguro tiene más de sandez que de aprendizaje y crecimiento personal. Nuestra sociedad es emocionalmente infantil, somos reacios a la aceptación de la cruda realidad, por eso gusta tanto este amansado carnaval.

 


lunes, 27 de octubre de 2025

"EL ODIO DIARIO" (Ideal 26-10-25)

 

El odio diario

Manuel Molina

 

           Ya en la Atenas clásica, el odio entre facciones era visto como el veneno de la polis, el mîsos politikón, el odio político. Tucídides describe en la Guerra del Peloponeso cómo ese tipo de odio provocó atrocidades entre ciudadanos de Corcira. “El odio fue más fuerte que la piedad; los lazos de sangre fueron menos poderosos que las facciones.” Los dioses también odiaban: el phthonos theôn (la envidia o rencor divino) castigaba a los humanos. Por ejemplo, en Prometeo encadenado de Esquilo, Zeus castiga a Prometeo por amar a los hombres y robar el fuego divino. Sin embargo y pese a actitudes como la Séneca en contra del odio, en  Roma existía una particularidad, el odium hostium, que incluso era considerado legítimo, aquello de que al enemigo, ni agua. Virgilio en la Eneida lo retrata entre troyanos y cartagineses, originado por la furia de Juno: “Guarda este odio, oh diosa, y entre tus descendientes y los míos no haya paz ni tratados.”

           Un joven pseudopolítico se ha dedicado esta semana a recorrer los campus universitarios andaluces, cobijado por guardaespaldas y con una “performance” que incluía subirse a los hombros de uno de sus fornidos protectores y envolverse en una bandera nacional para gritar consignas de odio. Le ha salido rana por dos motivos, el sentido común de los rectorados impidiendo dar espacio público a tan deleznable y abyecto personaje y la respuesta de una gran mayoría de estudiantes, que en su aparente letargo tal vez hayan vislumbrado que ese tipo no merece estar ahí tan solo para odiar. El ridículo y un poco preocupante personaje intenta tan solo lo que los griegos llamaban hybris, es decir, alterar el orden de la res publica. En todo tiempo y momento ha habido personajes así, por miles. Han sido muy contados, por desgracia, los que han llegado a tocar verdadero poder con esa simpleza y eso que hoy día con redes sociales todo se multiplica.

           Cuando alguien  hace aparente fortuna en alguna forma de mal siempre surgen imitadores, peores casi siempre, con una especie de altanería que se erige incluso sobre lo moral, una elevación desde la que no existe compostura, ni respeto. La universidad, como templo del saber, debe ser un refugio inviolable para la libertad de pensamiento y la diversidad de ideas. Su misión no es imponer verdades, sino enseñar a buscarlas con rigor y apertura, con cientifismo. La intolerancia, en cualquiera de sus formas, atenta contra ese propósito y convierte el conocimiento en simple dogma y en ella no cabe el fanatismo, que no es lo mismo que censura. En ella debe prevalecer la salud moral de la sociedad. Decía Aristóteles que “El odio no admite término medio, pues su objeto es el mal absoluto.” El bullir de odio que ciega el  personaje de la “performance” no tiene cabida en la universidad; bastante que lo tiene en nuestra democracia que permite monstruos como ese, empeñado en lo que advertía también Aristóteles: “El odio no busca corrección, sino destrucción”.

lunes, 20 de octubre de 2025

"LA UJA, CORAZÓN DE JAÉN" (Ideal, 19-10-25)

La UJA, corazón de Jaén

Manuel Molina

 

           Hay lugares que crecen hacia arriba y otros que crecen hacia dentro. Jaén pertenece a los segundos. Poco dada a reconocer lo mejor de los suyos, transita con cierta indolencia que le impide dar golpes en la mesa y remangarse para la acción. Su desarrollo apenas existe y hay que marcharse lejos, contribuyendo con su goteo a la mejora de otros territorios, ya sea en forma de mano de obra barata o de especialistas preparados. Entre esa modorra provincial destaca una institución que con trabajo de hormiguita y la suma de voluntades ha provocado que no se generalice esa tendencia con el aporte de la formación para tener oportunidades. La universidad de Jaén, la popular UJA, ha sido reconocida en el ranking internacional Times Higher Education la segunda mejor universidad pública de Andalucía y la número 14 de España.

           He tenido la suerte de ver crecer esa realidad desde fuera y desde dentro –tal vez este sea el último curso de colaboración- y he apreciado desde un enorme espacio de solares a un conjunto expandido y reconocible de edificaciones modernas. De ser ahijada de la universidad de Granada a ser su inmediata “competidora”. Esta universidad, que apenas supera las tres décadas de vida, ha alcanzado un lugar entre las mil mejores del mundo, compitiendo con instituciones centenarias y consolidando su prestigio en ámbitos exigentes como la Inteligencia Artificial, la Energía y los Combustibles o la Ingeniería. Pero más allá de los merecidos y trabajados puestos obtenidos en los informes, la verdadera grandeza de la UJA no se mide en cifras ni en posiciones, sino en personas. Cada año, más de 7.900 estudiantes de la provincia llenan sus aulas. Llegan desde Linares, Andújar, Baeza, Alcalá la Real o cualquier otro rincón de Jaén. Cada uno de ellos trae consigo una historia y una ilusión para desarrollarla en una institución pública, que permite la igualdad de oportunidades y sin alejarse de su tierra. Esa es quizá su mayor victoria silenciosa: haber hecho que la educación superior sea también un derecho cercano y accesible.

           En sus aulas y laboratorios se investiga el futuro del olivar, la sostenibilidad energética, la digitalización de las empresas o se forman docentes que aterrizarán en la vida diaria. En ella se forja una nueva generación de jiennenses que tiene la oportunidad de no aceptar el papel victimista de provincia olvidada. En cuatro pilares básicos se puede sintetizar su relevancia: un organismo de los mayores generadores provinciales de empleo, dinamizador de la economía cercana, imán de talento y, sobre todo, inculcador del necesario pensamiento crítico. Su impacto se puede sentir en los comercios, en la cultura, en la vida cotidiana de la ciudad, incluso cómo revierte en industrias o sociedad su investigación. También la UJA abre puertas al mundo y, al mismo tiempo, abre el mundo a Jaén; cada convenio, cada estudiante extranjero que pisa el campus, se convierte en una declaración de confianza en el potencial de esta tierra, en un pequeño movimiento donde acostumbramos al estatismo.

 


 

domingo, 12 de octubre de 2025

"LA TRAICIÓN DEL PSOE" (Ideal, 12-10-25)



 

La traición del PSOE

Manuel Molina

 

           No resulta fácil escribir en contra de la tortura taurina por puro divertimento en una provincia como Jaén, que ostenta el más alto escalafón del país en esa barbaridad. Lo hago desde la tristeza que ha supuesto la decisiva abstención en voto del PSOE en el Congreso–pese a declarar un día antes que lo apoyaría- tumbando la ILP, apoyada por más de setecientas mil firmas, para que se tratara la condición que da privilegio y mucho dinero público a la tauromaquia. No me encontraba optimista, en ningún momento dudé que pudiera salir adelante en una votación, pero tenía claro que al menos se admitiría a debate. Ni siquiera se tuvo en cuenta esa opción, cercenada en el primer corte. Eso sí, tras declarar quienes llevaban el asunto en las filas socialistas que se aprobaría con su apoyo, para luego –seamos claros- tumbarla vergonzosamente con su abstención. Pero desde las altas instancias de Ferraz decidieron dar carpetazo sin ningún rubor a la primera tentativa. La decepción ha sido enorme.

           Hace tiempo hablaba con un alto cargo socialista que me recriminaba que mi posición estuviese situada en la abolición activa de la tauromaquia. Su argumento se basaba en que había temas más importantes que defender y que esta caería sola, por su propio peso, obligada por la falta cada vez mayor de afecto social a esa crueldad. Mi argumentación de respuesta fue la siguiente, ya estoy implicado también en otros asuntos importantes y para mí ese lo era, no había incompatibilidad en defender la enseñanza o sanidad pública y a la vez pedir que se cerrara el grifo de respiración asistida que mantiene el tormento taurino. La “teta” de la subvención pública lo mantiene, desde que el propio Partido Socialista lo incluyera en Cultura para así estar protegido y recibir riadas de millones de cada uno de los contribuyentes, incluidos quienes están en contra y sufren con esa masacre mal llamada “cultura taurina”. Me citaba también otro argumento que justifica su negativa como era la pérdida de votos de lugares muy taurinos que eligen meter en su sobre la papeleta socialista. El quid de la cuestión.

           Pero puede ocurrir al revés de lo que ha pretendido el PSOE y es que se le hayan ido votos por su sonrojante abstención, de tal modo que, como viene siendo la tendencia premien a los otros partidos bien a la derecha, o más bien a la izquierda. Los primeros intentan hacer de la tauromaquia símbolo de apropiación como la bandera de sus pulseritas y lo consideran un concepto patriota. De hecho los pocos jóvenes que acuden al martirio taurino público se sitúan como mayoría en esa ideología. El PSOE lo ha defendido, en su pretensión,  por un puñado de votos y porque no le merecía la pena. Verdadera traición, una más,  a quienes fundaron el partido. Recordemos un artículo de 1889 en El Socialista: “Mientras el pueblo se divierta con el derramamiento de sangre, no habrá esperanza de redención ni de cultura.” Pues eso.

 

domingo, 5 de octubre de 2025

"VIVIENDA DIGNA" (Ideal, 5-10-25)

 

Vivienda digna

Manuel Molina

 

           En la antigua Roma existían básicamente dos tipos de construcciones de viviendas, las “domus” y las “insulae”. Las primeras respondían a la tipología unifamiliar de la élite, en general patricios y adinerados, que disfrutaban lugares amplios, aireados y con luz, organizados entorno a un patio (atrio), con pinturas, mosaicos e incluso espacios para cultos propios, llegando incluso a ocupar una manzana entera (insula) o habitaciones que daban a la calle (tabernae) alquiladas para negocios. Por su parte las “insulae” suponían el tipo de vivienda más común y donde se alojaba la mayoría de la población, la plebe, en construcciones de baja calidad, con varias alturas -reguladas como máximo a seis-  mal ventiladas y oscuras, con demasiada madera, provocadora de grandes incendios, que se unía a los frecuentes derrumbes. Juvenal lo dejó recogido en sus Sátiras: “En Roma solo los ricos pueden dormir tranquilos; el resto debe temer al fuego, a los derrumbes y al peso de la pobreza.” Los propietarios de estas últimas y beneficiarios económicos eran los habitantes de las primeras.

           La vivienda siempre ha sido un problema, resulta evidente, para quienes no pueden disponer de ella y a la vez ha supuesto un pingüe beneficio para los propietarios,  como empresarios de envergadura y especulación, qué nombre fondos buitre, ¿verdad? Si recorremos la historia nos encontramos con revueltas considerable por culpa de la falta de vivienda y los altísimos precios que alcanzaban como las protagonizadas en el siglo XIV en Inglaterra o la propia Revolución Francesa, encendida entre otras cuestiones por los elevados precios de los alquileres y el hacinamiento. A principio de siglo y con la inmigración recién llegada a los barrios neoyorkinos se produjo una de las más importantes huelgas de inquilinos después de una subida entre el 25% y el 50%. Una película española reciente, “El 47”, nos muestra esa realidad en nuestro territorio en los años sesenta y setenta en las grandes urbes como Madrid o Barcelona.

           Vivimos un  grave problema de vivienda en nuestro país, que paradojas o ilusiones declara en su Constitución el derecho a una vivienda digna. Por un lado, la adquisición en propiedad está volviendo a uno de los factores que inflaron la ficción inmobiliaria de una de las mayores crisis económicas que vivimos, altos precios a la vez que financiación, para toda la vida. Y por otro lado, el alquiler se ha desbocado sin un control que provoca el choque de la realidad de las necesidades frente a los precios justos. Pregunten cuánto pagan unos estudiantes por un piso en una ciudad andaluza y los metros y servicios de que disponen o escuchen la peripecia de una pareja joven que quiera independizarse y la desmoralización al llegar a conocer la oferta. Los dueños de las “domus” siguen exprimiendo la ubre de las “insulae” veintitantos siglos después. El filósofo Henri Lefebvre lo dice mejor que yo: “El derecho a la ciudad no puede separarse del derecho a la vivienda: sin techo, no hay ciudadanía” (Le droit à la ville, 1968). No estamos bien.


lunes, 22 de septiembre de 2025

"CÓLERA, INDOLENCIA Y PROTESTA" (Ideal, 21-9-25)

 


Cólera, indolencia y protesta

Manuel Molina

 

En el último canto de la Ilíada se narra el momento en que el rey Príamo, padre de Héctor, se dirige al campamento de los aqueos para suplicar a un Aquiles colérico y vengativo que le entregue el cuerpo de su hijo, al que ha matado. El rey se humilla ante él, besando sus manos y con súplicas, y le solicita piedad. Aquiles se conmueve, vencido por el dolor y la compasión, acepta y le devuelve el cuerpo de Héctor para que los troyanos puedan celebrar sus ritos funerarios, para que el fallecido pueda también descansar en paz. Ese gesto de misericordia provoca en Aquiles la virtud, que lo aleja de la ira y lo aplaca. En las religiones monoteístas  esta es una característica de la divinidad, con la que se obsequia al ser humano, la misericordia. Si los que provocan el genocidio palestino creen en un dios deberían ser misericordes, como también debieron serlo quienes secuestraron a los israelitas del detonante, pero es desproporcionada la cólera resultante.

En la Antigüedad clásica, la indolencia ante la injusticia no se veía solo como un defecto personal, sino como un mal social que desestabilizaba la polis. Los pensadores y escritores grecolatinos dejaron constancia de su rechazo a esta actitud, entendiendo que el silencio y la pasividad ante la injusticia eran una forma de complicidad. Platón en La República hizo crítica de esto, aludiendo a que el "precio de desentenderse de la política es ser gobernado por los peores hombres". No se refería únicamente a la participación activa en el gobierno, sino también a  la justicia y lo común. Por su parte, Cicerón, fue un ferviente defensor de la acción. Señaló que "el mal es la inacción de los hombres buenos". Se enfrentó a la corrupción y la tiranía, ejemplificando con su vida la necesidad de oponerse activamente a la injusticia.

La falta de protesta pública permitía a los tiranos y a los poderosos perpetuar sus abusos sin temor a represalias. Bajo figuras como Sila o en el Segundo Triunvirato muchos ciudadanos fueron asesinados o vieron sus bienes confiscados sin un juicio justo, a menudo con la pasividad del resto de la sociedad, por miedo o desinterés. Sin embargo, los estoicos, como Séneca, sostenían que el hombre sabio debía cultivar la virtud, que incluía la valentía de oponerse a la injusticia, aunque fuera de forma individual y a través de la resistencia moral. Séneca mismo, consejero de Nerón, intentó moderar la tiranía del emperador y su posterior suicidio supuso su último acto de protesta contra un régimen injusto. La resistencia, aunque costara la vida, era vista por algunos como la única respuesta digna frente a la tiranía y la indiferencia de la mayoría. ¿Cómo se puede asistir impasible o mirando para otro lado cuando han matado a más de sesenta mil personas entre ellas casi veinte mil niños inocentes? No se puede ser connivente con la cólera, hace falta misericordia y no miseria humana. El corazón, (cord-cordis), las distingue.


domingo, 14 de septiembre de 2025

"SESGO DE CONFIRMACIÓN" (Ideal, 14-9-25)

Sesgo de confirmación

Manuel Molina

          

           Ya no importa la razón, cada día nuestro pensamiento está más cerca de la emoción para generar nuevas ideas que se establezcan como sólidas. Lo que buscamos en nuestro día a día es toda aquella noticia o información que encaje perfectamente con nuestro sentir, se rehúye lo que pueda a priori considerarse contrario a nuestra creencia y se navega entre redes y personas para encontrar un igual o algo que se acerque de manera pretendida, incluso de manera artificiosa, como tal. Ese es el famoso sesgo de confirmación, creer a aquellas personas que entendemos que están en sintonía con lo que sentimos, no con lo que pensamos. Lo explica el filósofo David Pastor Vico que aclara la consecuencia del proceso: “cuando entramos en esta perversión de la comunicación, una comunicación puramente emocional, en ese momento lo tragamos todo, aceptamos todo”. Alejada la razón, aceptamos todo. Un ejemplo: en las campañas políticas ya no se expone y difunde un programa electoral, sino que habla sobre cómo destrozar al oponente o resaltar algunas cuestiones básicas emocionales como el caso de un partido actual, al que esto le funciona muy bien y no se basa en un programa sino en ideas genéricas como patriotismo, nacionalismo, inmigrantes que “sobran” o pagas para “vagos”.

           Hasta ahora se había fomentado la práctica entre la extrema derecha y el nacionalismo, sobre todo el de la derecha catalana (“Espanya ens roba”), pero está cayendo en ella un partido que hace unos años no participaba con tanta entrega a esa práctica. Hace unos días el portavoz del Partido Popular, el diputado Tellado, se refería al intento de derrocar el gobierno democráticamente elegido según las reglas democráticas -nos pueden gustar más o menos- como que se iba “a comenzar a cavar la fosa del Sanchismo”. No se trataba de una bravata o exabrupto al uso sino que contenía una cápsula de inquina emocional diseñada ad hoc. Añadió otra “¿qué pasaría si alguien de ultraderecha asesinase a un activista de izquierdas?”. Todos sabemos interpretar la connotación de la palabra “fosa” en nuestro país. Tellado se mostraba eufórico después de lanzar tan lamentables bombas incendiarias porque cumplía su función al llegar a oídos de quienes quieren escuchar ese mensaje y así sumar y reforzar. La pena es que estos días aparecía una encuesta de intención de voto, donde el PP permanece anclado y suben, sobre todo, el partido ultra más a la derecha y el PSOE.  Un matiz, el ciudadano prefiere el original que promueve ese sesgo a la copia.

           De todas formas, creo que la ciudadanía no se merece esta agitación que intenta enviar mensajes de polarización desmedida. La gente ocupa terrazas llenas donde toma algo, pasea, viaja cada vez más, no cesa de mover santos con oropel y estipendio, celebra bautismos, bodas y banquetes como si no hubiera un mañana y sin embargo, vive muy cabreada. Cada cual ha elegido su demonio particular y se encomienda a él con un nosotros mimético que busca para reforzarse y multiplicarse.

 


 

domingo, 7 de septiembre de 2025

"REDUFLACIÓN: MENOS POR MÁS" ( Ideal 7-9-25)

 





Reduflación, menos por más

Manuel Molina

 

           Llega septiembre con su mitad de fin y su mitad de comienzo. Aún queda fiesta en las localidades que celebraban el fin de la cosecha de cereal y había taco en la cartera para disfrutar una feria, aunque ahora el motivo haya quedado diluido en otro cultivo, al menos por tierras jienenses. En una de estas celebraciones acudo a un local conocido y pido una cerveza fresca, un tanto especial, que me apetece de vez en cuando. Me gusta en vaso. La recibo, escancio y noto que en otras ocasiones quedaba líquido en la botella una vez completado el proceso, pero ahora cabe toda en la copa, que sigue siendo del mismo tamaño que en otras ocasiones. ¿Esto es un tercio?- pregunto. Sí, claro, me contestan. Miro la etiqueta y no responde a los 33 centilitros de este, sino que contiene 30. Cuesta igual. Al día siguiente en el trabajo, donde desayuno, apreciamos que los bollos de pan que hemos comprado siempre han menguado y también cuestan igual. Parece algo común.

           El hecho tiene un nombre: reduflación. Un concepto económico que tal vez desconocen, pero seguro que no olvidarán. Se trata ni más ni menos que una práctica en la que las empresas reducen la cantidad de un producto, y además aumentan su precio, lo que lleva a una subida encubierta del costo para el consumidor. Es una forma de inflación donde la disminución del tamaño pasa desapercibida, se paga el mismo precio por menos cantidad. Uno de los más sonoros casos es el de determinadas marcas de una multinacional, patatas con sabores y bolsas de chuches de las que se te queda, por ejemplo,  el sabor a queso en las manos varios días, aunque te laves con jabón Lagarto. Tomemos algunos datos ofrecidos por la asociación de usuarios, FACUA. Veamos cómo han evolucionado cantidad y precio en los últimos tres años en la bolsa de una de las más conocidas patatas con sabor a jamón. En enero de 2022, este producto contenía 295 gramos y se vendía a 2,89 euros. Un año después pasó a perder 20 gramos y su precio subió 45 céntimos; para llegar en junio a perder 32 gramos y aumentar su precio en 10 céntimos. El formato de la bolsa es el mismo pero tiene menos y cuesta más. Ocurre en otros muchos productos Otro birlibirloque.

           En 2022 ya lo denunciaba el economista Edgar Dworsky en un artículo de 2022 en The Guardian, esta estrategia permite a las empresas proteger sus márgenes de beneficio sin subir ostensiblemente los precios, el consumidor paga más por menos. Se nos erosiona como ciudadanos de manera prestidigitadora el poder adquisitivo sin que el aumento de precios sea evidente. Seguramente se hagan una pregunta, ¿y en el caso de otros productos más necesarios, menos ligados al ocio? También. Me permitirán un pequeño juego literario en homenaje a Bertolt Brecht, ¿qué es robar una cartera comparado con reducir 20 gramos de papas fritas sin avisar y cobrar más?

 





lunes, 1 de septiembre de 2025

"LOS GUARDIANES DEL NO" (Ideal 31-825)

 Los guardianes del “no”

Manuel Molina


Cada paso que ha dado la humanidad hacia adelante ha tenido enfrente a un coro que ponía palos en la rueda. Ocurrió con Galileo cuando se atrevió a mirar el cielo y vio que la Tierra no era el centro del universo, sino apenas un planeta más. Cuando la Inquisición le hizo en un tribunal abjurar de ello murmuró en voz baja “Eppur si muove”, (pero se mueve), como quien sabe que la verdad camina sola aunque tropiece con muros de dogmas. Ese mismo murmullo se escucha hoy cada vez que desde la ciencia, la cultura o la misma política se intentan abrir ventanas hacia la evolución. Los guardianes del “no” cambian de disfraz según la época: fueron inquisidores, luego moralistas de café, hoy se esconden tras tertulias televisivas o bulos digitales, voraces y simplistas indignados sin conocimiento. Siempre encuentran un argumento solemne para frenar la corriente evolutiva. Quizá lo que tenemos ahora es un ejército de esos constantes viejos miedos inquisidores que se niegan a morir

Si uno repasa la historia, la reticencia al progreso parece un reflejo casi natural. Cuando Edward Jenner probó la primera vacuna contra la viruela no faltaron quienes lo acusaron de jugar a ser Dios. Cuando Marie Curie habló de la radioactividad, hubo quien prefirió pensar en magia negra antes que en física y cuando Clara Campoamor defendió el voto femenino en el Congreso de los Diputados, en plena República,  algunos diputados sostuvieron que dar voz a las mujeres era “contrario a la naturaleza”. ¿Quién recuerda hoy esos nombres? La historia se ha encargado de sepultarlos en el olvido más justo. No obstante, conviene no subestimar el poder de la negación. Einstein advertía que “es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”. Y no le faltaba razón, cada reforma educativa que ha ampliado a mayor número de población, cada derecho social conquistado, incluso con vidas, o cada avance médico se enfrentan todavía a esa barricada de desconfianza alimentada de nostalgia mal entendida, la coartada mejor vestida del inmovilismo. En Jaén lo saben bien: basta asomarse a la historia del olivar para comprobar cómo la mecanización del campo fue vista como una amenaza, no como una oportunidad. Se miraban con recelo aquellas máquinas que acabarían multiplicando la productividad. El tiempo, juez sin prisa, siempre dicta sentencia a favor del progreso.

Ahora que las energías renovables, la igualdad de género o la movilidad de las personas marcan la agenda del presente, los guardianes del “no” vuelven a levantar la voz. Con los mismos argumentos de siempre, alertando contra los riesgos de lo nuevo. Como si lo viejo no hubiese tenido (y tiene) también sus peligros. El progreso, al fin y al cabo, nunca se impone por decreto ni por mayorías: avanza porque convence y demuestra, porque se instala en la vida cotidiana hasta volverse costumbre. Y cuando eso ocurre, los negacionistas, acaban convertidos en nota a pie de página; mientras tanto hacen mucho ruido, como el de quienes asistían a ver quemar herejes. 


domingo, 24 de agosto de 2025

"ESPERANDO A LOS DEL SENTIDO COMÚN"" (Ideal 24-8-25)

 

Esperando a los del sentido común

Manuel Molina

 

           El filósofo Bertrand Russel nos legó hace años un  pensamiento sobre un concepto muy actual: “todo fanatismo es un refugio de la inseguridad”. Resulta más que evidente que pese a poder disponer de la mayor información y además con inmediatez, pese a ello, no se ha logrado generar seguridad, sino todo lo contrario. Si realizáramos una breve radiografía de nuestra sociedad más cercana, encontraríamos quienes en apariencia han logrado tener una incuestionable seguridad en unos principios a los que se ha accedido a través de ese conocimiento que provoca la era digital. Ahora bien, un porcentaje muy elevado no se asienta en el conocimiento científico, sino en el dirigismo malintencionado o yendo un poco más allá en el bulo. Una vez que alguien se asienta en una parcela ideológica se retroalimenta de lo que ella produce y todo lo ajeno o aquello que lo pone en duda se desdeña; como militancia, se ataca sin miramientos. Nunca se reflexiona sobre el origen de ese planteamiento o la posibilidad de que haya nacido del error o mala intención.  

           Una parte considerable de nuestro país vive en un estado de crispación inusitado. Si realizamos el ejercicio de analizar algunos casos descubrimos que quienes se prestan a lo combativo diario en las filas del fanatismo hace unos años eran personas que no se distinguían por su irascibilidad, ni por su militancia en el cuñadismo exacerbado, pero han llegado a esa situación y se muestran como parte de un ejército adiestrado en defensa del melifluo peso racional. Eso sí, hacen mucho ruido, en redes sociales, barras de bar y reuniones familiares o de amistades. Sin embargo, la mayoría que los soporta o rehúye rara vez intenta contradecir o aportar su opinión frente a ellos. Ese silencio en quien vive enervado se toma como una victoria y puede que en parte lleven razón. Jürgen Habermas lo estudió como acción comunicativa, cuando alguien calla por no discutir, aunque sepa que el otro está equivocado, se rompe lo que él llama la “situación ideal de habla”, ya que se elimina la disensión en el debate. El fanático no sabe esto, pero lo intuye y se refuerza. Michel Foucault analizó cómo el poder se ejerce no solo con la fuerza, sino también a través de los discursos que delimitan lo que se puede decir o callar, basta con que los demás se autocensuren.

           Observo que ante las falacias e imposiciones diseñadas desde opciones de vocación totalitaria se gana terreno aumentando la idea del silencio del otro, frente al error fanático. La mayor parte de la sociedad que atiende a razones reconoce el engaño de la inseguridad, pero no se enfrenta a él y esa es la verdadera victoria de quienes quieren imponer su ideología a través del silencio de la gran mayoría. La historia nos muestra cómo suelen acabar esas situaciones. Como Kavafis esperaba a los bárbaros, esperamos la voz de la mayoría, de los que mantienen el sentido común, de lo contrario fracasaremos como democracia.


lunes, 11 de agosto de 2025

"LAS NOCHES AL FRESCO" (Ideal 10-8-25)


Las noches al fresco

Manuel Molina

 

           Hubo un tiempo de calma que brotaba en las calurosas noches del verano. En la puerta de las casas o en las plazuelas los vecinos se juntaban al caer el sol, cada uno con su silla, en torno a un espacio sin pretensiones, dispuestos a esperar una tregua de fresco mientras se hablaba de lo divino y de lo humano. En aquel instante no lo entendía en su trascendencia, pero lo disfrutaba en una inusual libertad porque a la chiquillería se nos permitía el trasnoche que daba pie al juego por los aledaños. Y no llegué a valorar hasta mucho más tarde, pasado el tiempo, que no hacer nada acompañado era un gesto social y enriquecedor. Me vienen como recuerdo los versos de Antonio Machado: “Siento en la noche,/ llena de aromas,/ la tibia paz del estío”. Leo hace poco que los porches de las casas americanas, esos que conocemos por las películas, como la de Clint Eastwood en “Gran Torino”, donde se sentaba el personal tan solo a ver pasar la vida, están desapareciendo. Los urbanistas consideraron que no servía porque allí la gente no hacía nada, salvo pensar. Los quitaron. En nuestro caso las veladas espontáneas perecieron ante el imán novedoso y atontador de la televisión, los ventiladores y las generaciones que consideraron aquello propio de otra época.

           Existe otra imposibilidad para salir a tomar el fresco. Las calles y plazas o aceras se están transmutando cada vez más en algo entregado a lo útil, y por ello entendemos que deben dar productividad. Han proliferado las terrazas de verano y han invadido el espacio de los peatones, de la ciudadanía. La gente puede salir a tomar el fresco pero debe consumir, ya que se acota cada vez el territorio público para sentarse sin más. El tráfico de coches y endiabladas motocicletas o patinetes eléctricos, tampoco favorece estar sentado, a lo que se añade la televisión que continúa, sobre todo en los mayores, con su imantación en sala de estar con aire acondicionado o ventilador. Leía hace poco una anécdota que contó en redes mi amigo el pintor Faustino Castillo, que sale aún a tomar el fresco con un grupo de personas. Pasó por allí la actriz Silvia Alarcón, del grupo sevillano Atalaya, que actuaba en el pueblo, y se quedó fascinada de que alguien todavía estuviera practicando lo de tomar el fresco. Pidió permiso tras presentarse y se quedó charlando animadamente con el grupo hasta que tocó la hora de ir a la función, había vuelto a su infancia a una costumbre que creía extinta.

           Dan ganas de unirse cuando descubro un grupo de personas, casi siempre mayores, que salen a tomar el fresco. No son conscientes de su revolución, de que su costumbre es un gesto de resistencia ante el materialismo unificador de que todos deben repetir el modelo que propicia entontecer y consumir adecuadamente, una defensa callada y continuada ante el individualismo ramplón. No hacer nada también puede hacer pensar y eso en grupo puede ser peligroso.

 

domingo, 3 de agosto de 2025

"UNA UNIVERSIDAD QUE INCOMODA" (Ideal 3-8-25)

 

Una universidad que incomoda
Manuel Molina

           La negativa de la Junta de Andalucía a implantar el grado de Ingeniería Biomédica en la Universidad de Jaén no es solo un error, es un síntoma. Algunos la califican de “decisión política”. Si entendemos por ello la preferencia por universidades privadas desde el gobierno autonómico, entonces claro que sí, es política. Cuesta creer que esta decisión obedezca a razones técnicas, cuando la realidad muestra otra cosa: hay más voluntad que objetividad en juego. Y, una vez más, Jaén queda fuera de las prioridades. La Universidad de Jaén (UJA), pese a su juventud, ha sido un motor esencial para una ciudad históricamente olvidada. Como recordó recientemente su rector, “la UJA es el principal activo estratégico con el que cuenta Jaén para su transformación social y económica”. En un territorio con escasa inversión privada, sin tejido industrial sólido y con un desempleo juvenil alarmante, el conocimiento se convierte en el único agente de cambio real. El hecho de que en Granada haya ocurrido algo parecido ha propiciado que el propio PP granadino se haya manifestado en contra de la decisión, claro que es política.

           Por eso resulta incomprensible frenar un grado como Ingeniería Biomédica: con demanda acreditada, viabilidad económica, recursos disponibles y más de ochocientas solicitudes en su primera preinscripción. ¿No era el momento adecuado? ¿Por qué en las universidades privadas no hay obstáculos, mientras en la pública se multiplican las exigencias? Se trata de una decisión que daña la autoestima de una provincia que lleva años reclamando una apuesta seria por su universidad. El propio alcalde de Jaén, Julio Millán, lo calificó de “varapalo” y no le falta razón. Cada vez que se deniega un nuevo grado se pierden inversiones, se dispersa el talento y se erosiona la imagen de una institución que ha cumplido con creces su papel de motor provincial. Esto no es un trámite menor, sino la confianza en un modelo de universidad pública que investiga, colabora con empresas y forma a cientos de jóvenes que, de otro modo, como conoce bien esta tierra, tendrían que marcharse. Eso también es cohesión territorial y justicia social.

           La Junta aún puede rectificar. Lo mínimo sería revisar el informe técnico, explicar con claridad los criterios aplicados y asumir responsabilidades por un retraso que ha dejado a cientos de estudiantes en el limbo. Cada decisión como esta alimenta la sospecha de un trato desigual, que empieza a parecer menos una percepción y más una evidencia. Hay instituciones que incomodan, precisamente porque funcionan. La Universidad de Jaén es una de ellas. Por eso hay que defenderla. No desde el victimismo, sino con la convicción de que una universidad pública fuerte no es un privilegio, sino una necesidad. Dice Boaventura Santos, citado por Emilio Díaz Berenguer, que “O defendemos la universidad pública como lugar de producción de saberes plurales y emancipadores, o estaremos renunciando a uno de los pocos espacios donde aún es posible pensar utopías, imaginar futuros y ejercer la democracia en serio.” Y eso, sin lugar a dudas, también es política.

 

 

 



domingo, 27 de julio de 2025

"LA IGNORANCIA ARROGANTE"

 

La ignorancia arrogante

Manuel Molina

 

           En una época donde el acceso a la información y la educación nunca ha sido más amplio, resulta llamativo y preocupante que aún existan quienes desprecian el esfuerzo del estudio sin haber transitado ellos mismos ese camino. Esta actitud no es nueva; ya en el Renacimiento, Erasmo de Rotterdam y el anónimo autor del Lazarillo de Tormes denunciaban con agudeza los males de la ignorancia revestida de soberbia. Hoy, esta figura persiste: la del que se mofa del saber sin haber asomado siquiera al umbral de una biblioteca. Incluso se intenta hacer pasar por saber adquirido, como hemos visto esta semana, aunque viene de lejos, lo que ni siquiera se conoció, bachilleres sin bachiller, licenciados sin licenciatura o graduados sin grado. Erasmo, en su obra Elogio de la locura, pone en boca de una diosa insensata la crítica mordaz a los necios engreídos: "Nada hay más estúpido que aquel que presume de sabio sin serlo, y lo que es peor, desprecia al que realmente lo es." Casi cinco siglos tienen esas palabras. Nihil novum sub sole. Esta observación sigue vigente.

           Muchas personas que jamás han leído un libro completo se permiten juzgar, con desparpajo, a quien ha dedicado duros años a la lectura, al esfuerzo de la investigación o de la superación de pruebas. Confunden la anécdota con el argumento y la ocurrencia con la opinión formada, terraplanistas, curanderos aficionados y politólogos de Tik Tok sirven de ejemplo.  En el Lazarillo, encontramos un retrato vívido de la hipocresía y ceguera moral. El escudero —arquetipo del orgullo vacío— finge hidalguía mientras muere de hambre, y al mismo tiempo desprecia, como si su linaje le garantizara superioridad. En uno de los pasajes más significativos, Lázaro narra los siguiente: "Y así, como no le hallaba pan en la maleta ni otra cosa, preguntábale: —Señor, ¿no comemos hoy? Y él, con gran gravedad, respondía: —Ya comeremos mañana." Ay, cuántos fijosdalgos justificando la mentira y el hurto, si no dices nada de que me como dos uvas es porque tu comes tres, declaraba el ciego después de pactar con el núbil Lázaro que comería solo una. El desprecio por el saber ajeno es, en realidad, una defensa inconsciente ante la propia carencia.

          La mentalidad que desdeña el estudio daña no solo a quienes la adoptan, sino a la sociedad entera. Genera un clima de desconfianza hacia la educación y la especialización, erosionando el respeto por las disciplinas que sostienen nuestra vida colectiva: la ciencia, la docencia o las humanidades. Cuando se banaliza el saber, se abre la puerta al dogma, al fanatismo, paseemos por las redes sociales para reconocerlo. Erasmo advertía: "Donde la ignorancia es madre de la devoción, no hay razón que valga." Cambie "devoción" por ideología y la frase cobra una actualidad alarmante. Desvalorizar el estudio no es un acto de rebeldía contra una élite intelectual, representa un gesto de autoderrota, porque sin estudio y sin esfuerzo, no se alcanza pensamiento crítico. No hablamos de privilegio, sino de responsabilidad.

 


domingo, 6 de julio de 2025

"GURRUCHAGA" (Ideal 6-7-2025)



 

Gurruchaga

Manuel Molina

 

           Cuando llega la calor de julio la música se vuelve protagonista en tierras de Jaén a través de Imagina Funk, Etnosur o el BluesCazorla. Este último  ha protagonizado una de las ediciones más memorables, sigue siendo un misterio  que una pequeña localidad serrana de apenas siete mil habitantes se convierta en el mayor festival de Blues de nuestro país. Ya van 29 ediciones de la música que figuras como Robert Johnson elevaron como género de una sociedad machacada por el simple hecho de tener una piel diferente. No me extraña que este vendiera su alma al diablo, según cuenta la leyenda.  Si quieren vivir una verdadera emoción de muy buena música en directo no deberían perderse el próximo festival de blues de Cazorla. De manera mucho más sencilla este fin de semana pasó por tierras jaeneras, en concreto Alcalá la Real,  el incombustible Javier Gurruchaga con su Orquesta Mondragón. Sorprendente, quien tuvo retuvo con una voz singular y privilegiada, con unos  músicos extraordinarios

           El hecho de poder disfrutar su música en directo tenía el peligro de la nostalgia con la que se acude de nuevo a un espectáculo que ya se disfrutara treinta años atrás. Sería fácil por parte del protagonista entregarse a esa solución fácil para un directo y hacer caja,  pero por fortuna no fue el caso  y quienes asistieron se llevaron la grata sorpresa de volver a disfrutar un poderoso directo, lejos de esas bazofias actuales camufladas con sonidos enlatados y autotune,  que saltan un machismo recalcitrante y casposo, que no imaginamos hubiera vuelto con tanta vehemencia y falta de disimulo.  Sí tuvo su parte de inevitable nostalgia el hecho de acudir a disfrutar de la Orquesta Mondragón,  porque asaltan, si uno tira de ellos  como ramilletes de cerezas,  los recuerdos de unos años ochenta y principios de los noventa del siglo pasado con un despliegue de libertad a la hora de crear y mostrar, impensables en los momentos que estamos viviendo.  Se imaginan hoy día,  un programa para niños en que lo mejor del pop inglés o los clásicos del rock americano fueran protagonistas,  que se ofrecieran guiños a grandes clásicos del cine y de la literatura con una fresca irreverencia,  donde el límite estaba en la mente de cada uno, pues eso ocurrió en La bola de cristal, donde colaboraba Gurruchaga,  capaz de reírse hasta de su propia madre.

           Si uno es consciente de que las letras de la Orquesta Mondragón las escribían Joaquín Sabina, Luis Eduardo Aute o el poeta Luis Alberto de Cuenca no debe extrañarnos que lo popular  no esté reñido con la calidad.  Se cantó una estribillo  escrito por Aute, que proclamaba “parece que anda suelto Belcebú, parece que nda suelto Satanás”  y resulta inevitable pensar en una rima fácil con Donald Trump, por poner un ejemplo.  O una versión de John Lennon, que anhela un mundo sin religiones,  sin procesiones,  en momentos donde se justifican estas  como turismo (sic).  Nuestra sociedad ha decidido involucionar y en ello estamos.

domingo, 29 de junio de 2025

"INFANCIAS EMBRIDADAS" (Ideal 29-6-25)

Infancias embridadas

Manuel Molina

 

           La infancia se convertía en verano en una casa semioscura de sol a sol, como escribe Azahara Palomeque: “desde el canto de la chicharra al del grillo, aquí respirábamos entre sombras chinescas”. Esa etapa de la vida creo que se convierte en la verdadera patria, amantísima o repelente, de la que todo el resto puede que no alcance a ocupar más que una extensión que viene y va hacia ella. La llegada del verano en esa edad, al menos para mis coetáneos, suponía la liberación de los madrugones, de las clases, la oportunidad de leer sin prisas las aventuras de Julio Verne o Daniel Defoe, de recibir amistades o desplazarse hasta sus casas y maquinar inventivas. También había gozosas escapadas hacia espacios exteriores como el río en una pandilla de edades variadas, sin adultos, en la que unos cuidaban de otros. Fruto de un trabajo colaborativo y de la creatividad espontánea llegamos a crear una balsa de troncos y cuerdas que navegó una decena de metros. Era un tiempo donde, como escribió Juan Ramón Jiménez: “Tu cielo es todo risas,/ tu sol es todo calma”.

           Leo un  triste informe en sus conclusiones en que se refleja que la media de juego al aire libre de las criaturas menudas en nuestro país marca una irrisoria y preocupante cifra: tres horas. Ya saben que las medias estadísticas no reflejan del todo al individuo (uno come un pollo, otro ninguno y la media dice que medio pollo cada uno). Sin embargo, lo que queda reflejado es la preocupante situación con la que nuestra sociedad gestiona el tiempo libre de nuestra futura ciudadanía. Las causas no se deben simplificar y se presuponen, pero en el trasfondo quedan algunos factores determinantes: en las casas no hay nadie que pueda atenderlos a diario, de ahí que se imponga la necesidad de acudir a lugares donde se les “guarda”. Me dan pena aquellos niños y niñas que al día siguiente de las vacaciones deben volver al mismo lugar para “divertirse”, como recuerda Juan Gelman: “El niño está solo./ No juega./ No ríe./ No grita./ Sólo mira/ con los ojos tan grandes/ como el silencio.”

            No se libran ni en verano los diminutos infantes de las “obligatorias” actividades, que cambian de nombre como natación, animación o ludoteca, donde todo está dirigido y programado, donde la madre de todas las ciencias, que es el aburrimiento voluntario, desparece. Sigue el inglés que ya preconizaba Mª Elena Walsh en “El mundo del revés”: “que los gatos no hacen miau y dicen yes/ porque estudian mucho inglés”. No hay resguardo de sombras, pero la realidad impone su obligación silenciosa. Las estadísticas demuestran también un exponencial número de alteraciones de conductas a edades tempranas, pero a quién le puede extrañar con la forma de vida que nos arrastra. La mayor parte declara en una encuesta que no pediría como principal deseo un aparato digital o juguetes, sino tiempo para poder jugar con su padre o su madre. Tiempo y jugar con alguien cercano.


 

lunes, 16 de junio de 2025

"MÁS QUE PÍCAROS" (Ideal, 15-6-25)

 

Más que pícaros.

Manuel Molina

 

            En España la corrupción no es solo una lacra contemporánea, sino que proviene, para nuestra desgracia, de una tradición. No es casualidad que el género de la novela picaresca naciera aquí, ni que su máxima celebridad—el Lazarillo de Tormes— sea símbolo del ingenio al servicio de la supervivencia en una sociedad marcada por valores de inversión ética, que siguen muy vigentes: la hipocresía, y sobre todo, la doble moral característica de nuestro día a día, lo que se es y lo que se cree ser. Desfila por los tribunales una pléyade de políticos, familiares de políticos, empresarios y asesores implicados en tramas de todos los colores y con todos los colores, salvo el del sonrojo, que abarcan desde malversación de fondos públicos hasta tráfico de influencias y no podemos evitar preguntarnos: ¿hemos cambiado realmente desde el siglo XVII? ¿O seguimos atrapados en el mismo relato, solo que con trajes mejor cortados, cuentas opacas en paraísos fiscales o sobres de quinientos eurazos?

            Lázaro, el pícaro por excelencia, justificaba su astucia con palabras que resuenan todavía: "Pues sepa vuestra merced ante todas cosas que a mí llaman Lázaro de Tormes,... y que siendo niño padecí mucha hambre y necesité aguzar el ingenio más que otros." El Lazarillo no robaba por codicia, sino por necesidad, y lo hacía en un mundo donde los poderosos abusaban sin rubor de los más débiles. ¿Qué son, entonces, los que hoy se apropian de lo público, no por hambre, sino por avidez insaciable? ¿Pícaros o simplemente ladrones revestidos de corbata? Supongo que ese matiz duele más en quienes ven apandar en siglas de la izquierda. La figura del pícaro evolucionó en obras como El Buscón de Quevedo, donde Don Pablos aspira a ascender socialmente, aunque fuese por medios fraudulentos. Ese es nuestro pícaro actual. Su obsesión por el estatus, por aparentar, por llegar a ser “alguien” sin mérito propio, parece un espejo de tantos personajes actuales que compran másteres, falsifican currículums o trafican  con influencias. "Y así anduve buscando mi vida, no por caminos rectos, sino por sendas torcidas, que son las más frecuentadas en este mundo." Pónganle nombre actual a esa reflexión quevedesca.

            Nuestra historia está llena de casos de corrupción, pero no solo de Lázaros luchando por sobrevivir, sino pudientes que se vieron enfangados en el “ansia” que diría José Mota. Baste recordar aquellos validos –lo que puede hacer una letra- como el Duque de Lerma, especialista en pelotazos urbanísticos moviendo la corte de sitio a donde ya había adquirido los edificios pertinentes. Ministros, dictadores, reyes y reinas, duques consortes, presidentes de diputaciones y comunidades han aumentado su patrimonio personal aprovechando de manera fraudulenta el cargo, cada uno en la medida de sus posibilidades. La ciudadanía asiste, entre la indignación y la resignación, al desfile de “listillos” que, como Pablos, desean enriquecerse "sin trabajar y con honra". Seguimos atrapados en el bucle histórico que convierte la literatura en profecía, como un  relato continuado en el que aparece después de cada episodio: “continuará…”. Porca miseria.




lunes, 9 de junio de 2025

"TEATRILLOS" (Ideal 8-6-25)

 

Teatrillo

Manuel Molina

 

           No sé si fue antes la gallina o el huevo, si los votantes nos dedicamos a elegir personas incapaces para la política o hemos realizado dejación y quienes estarían preparados para cargos de responsabilidad sienten repelencia hacia estos y así los menos preparados se alzan con las poltronas. Puede que en mitad actúe desde la sombra un poder que precisamente haya procurado tal situación porque lo beneficia. Viene la reflexión al hilo de los continuados teatrillos con que nos vemos sorprendidos, día sí y día también, por la presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. En tal aspecto parece haber recogido el testigo del ínclito y prófugo Puigdemont, experto en escenificaciones baratas y chuscas. Ambos, aconsejados casi con pinganillo rememoran aquella figura ya desparecida del teatro, “el traspunte”, invisibilizado a los ojos de los espectadores tras una concha en el frontal del escenario, que iba recitando el texto y los intérpretes lo repetían sin ni siquiera la necesidad de aprenderlo.

           Hubo un tiempo en que se presuponía cierta intelectualidad en quienes accedían a la política como representantes públicos. Si uno repasara las personas que componían el parlamento durante la Segunda República y lo comparara con el actual, mal que le pese a Esperanza Aguirre, añorante y amartelada de dictaduras, se queda un tanto frío de apreciar la falta de preparación de algunas señorías que calientan asiento en él. Se hace extensible a gobiernos autonómicos, provinciales y locales en los cuales basta mostrar aprecio a unas siglas y paladines para sentarse en lugares de representación pública. En una parte considerable y cada vez más extendida de ellos se tiene el total convencimiento de que se ha alcanzado tal circunstancia más por apego y seguimiento que por un proceso democrático de elección y así las cuentas se rinden tan solo a la figura que lo encumbrara y círculo cercano que en la sombra ordena y manda.

           Un jefe de estado como el propio Manuel Azaña gustaba del teatro como espectador y como autor, incluso estrenando. No se mostraba afecto a la astracanada ni el costumbrismo jaranero y simplón, sino que sentía predilección por la alta comedia o los clásicos. Otro Jefe de Estado republicano como Alcalá-Zamora también era muy aficionado como asistente y crítico a las representaciones teatrales. Resulta una comparación inevitable la falta de preparación intelectual de la propia Ayuso para alcanzar un mínimo de entendimiento sobre un  teatro exigente o de cierta calidad. Desde su pinganillo metafórico recibe de sus traspuntes unas instrucciones y sin ningún arredro o rubor se lanza a la interpretación de sal gorda –en verdad no tiene dotes actorales- y enfangada en el ridículo interpretativo de baja estofa se nos presenta exultante, con esa extraña mirada que busca entre bambalinas la aprobación de los generadores del dictado, como una alumna de primaria en la fiesta fin de curso a su “seño”. Lo peor de todo es que resulta efectiva la bufonada y una parte  jalea a la intérprete. Seguiremos haciendo dejación y asistiendo a estos preocupantes teatrillos.


"QUÉ BAJA ORATORIA" (Ideal, 16-11-25)

Qué baja oratoria Manuel Molina La verdadera noticia estos días por esta tierra es el agua, la lluvia que cae de forma y continuda, que no...