lunes, 23 de agosto de 2021

PRESENTACIÓN DE UN LIBRO DE PETER SUCH

El sábado 21 de agosto en la aldea de El poleo tuve la suerte dse rpesetnar el libro en el que el profesor inglés Peter Such cuenta sus vivencias como alcalde pedáneo de esa aldea. un libro evocador, lejos del costumbrismo y sí del espíritu comunitario que aúna una comunidad muy pequeña formada por ingleses y españoles. Otra mirada distinta y avezada sobre la vida rural. Se rindió también homenaje a un gran escriutor como Michael Jacobs. Intervino también la profesora de inglés del IES Fernando III, Ana Raquel.

MUJERES QUE ESTUDIAN (22-8-2021)

Rabia e impotencia sobre lo que ocurre en Afganistán, especialmente por lo que espera a muchas mujeres. La educación ha sido el mejor medio para poder ser libres y se castra. Me apena quienes tienen oportunidad y la desechan, como me alegran quienes, al contrario, ponen todo su empeño en ella. La columna de Ideal. Mujeres que estudian Manuel Molina Es muy difícil no escribir sobre todo lo que está ocurriendo en Afganistán, especialmente si alguien contiene cierta sensibilidad por lo que puede ocurrir a partir de ahora a muchas mujeres, como escribía hace unos días una escritora árabe, el mundo pasará a ser una cárcel con rejillas de tela para muchas. Resulta muy complicado entender lo que ocurre en ese lugar del mundo, donde pase lo que pase, siempre pierden las mismas. ¿Qué pasará ahora? Tenemos presente el ejemplo en dos mil doce de Malala Yousafzai, que cerca de allí recibió tres balazos por defender el derecho a la educación de las mujeres Una apuesta muy peligrosa, como se pudo apreciar. No pudieron con ella, pese a todo el año pasado se graduó en la universidad de Oxford en Filosofía, Política y Economía. Un profesor de instituto encargado de los temas de igualdad y con una implicación que jamás había conocido antes, me comentaba entre lágrimas de emoción al final de curso el orgullo que había supuesto que tres niñas de una etnia determinada habían finalizado por primera vez en su centro los estudios de bachillerato. El camino no fue nada fácil puesto que las propias familias no valoraban esa actividad para la realización de una mujer, cuyo principal cometido consistía en ser esposa. Conozco el caso, las dificultades superadas por el arrojo y la determinación que una chica adolescente tiene que sufrir cuando su entorno decide que el futuro consiste, básicamente, en convertirse en la pareja cultural y administrativa de un varón. No conozco el caso contrario, en todos los años que llevo relacionado con la docencia. Si lo trasladamos a kilómetros de distancia, donde no existe ni siquiera el menor atisbo de ayuda que pudiera proporcionar alguien para que una mujer pueda estudiar nos podemos imaginar la situación de lo que está ocurriendo. Cada vez son más las mujeres que estudian y se preparan, no sin tener presente que per se no garantiza la meta que pretenden, pero ese movimiento silencioso se ha convertido en verdadero motor de cambio para el futuro de las mujeres. El acceso a la enseñanza aporta muchas posibilidades de libertad, tanto económica como ideológica, pilares básicos para la no dependencia. No puedo dejar de recordar aquellas primeras pioneras que ante un mundo tremendamente hostil se incorporaron acompañadas de familiares para ser las primeras estudiantes universitarias, aquellas que siendo negras entraron en las clases de niñas blancas o aquellas que con la más alta valentía se jugaron la vida al montarse en un autobús para llegar al colegio. No quiero olvidarme de rendir tributo a aquellas mujeres que aceptando con dolor que ellas no tendrían acceso a la enseñanza reglada, aportaron todo su esfuerzo para que sus hijas no repitieran la desgracia. Sirva para ellas, desde Afganistán hasta la última aldea de Jaén, este pequeño homenaje. Un lema de la propia Malala no por repetido deja de seguir vigente: "Un niño, un maestro, un libro, un lápiz pueden cambiar el mundo."

jueves, 19 de agosto de 2021

Árboles y asfalto (IDEAL 15-8-2021)

Árboles y asfalto Manuel Molina En los días que superamos los cuarenta grados nos damos cuenta de la falta de sombras en pueblos y ciudades. Se nos revela que el urbanismo no presta la atención que debiera a los árboles. Podemos caminar bajo la calima inclemente sin pasar por debajo de una sombra, sintiendo que el asfalto y el hormigón potencian la sensación térmica, sufriendo calor en demasía. Aunque en cada proyecto urbanístico debe quedar contemplado un espacio para la llamada zona verde, en ocasiones se presenta tan escueta y descuidada que pronto parece un solar más. Baste recordar por parte de cualquiera de nosotros los momentos en que hemos sentido la necesidad de sentarnos en un banco ya sea de calle o parque bajo la generosa sombra de un árbol y no digamos ya si encontrásemos relativamente cerca una fuente de agua corriente y potable. Pero resulta cada vez más difícil poder realizar esa acción. En las nuevas barriadas los árboles de sombra se convierten en una anécdota o se ubican en lugares totalmente desacertados. Por parte de quienes diseñan los parques se percibe un absoluto desapego tanto a los suelos de tierra como a los agrupamientos de árboles que producen sombra en verano y la entrada de rayos solares entre sus ramas y troncos en invierno. Esa acción se repite también en las plazas o avenidas que son remodeladas, donde priman loserías y pequeños árboles reducidos a miniaturas de arbustos sobre macetones de hierro, que impiden su crecimiento natural y en realidad aportan muy poco. Esos espacios se convierten en monumentos estajanovistas, en los que ni siquiera la supuesta virtud de la funcionalidad es digerible. La forestación urbana ofrece especies como plataneros de sombra, acacias de Japón, falsas acacias o aligustres. Estas tienen un rápido crecimiento, resistencia a la contaminación o a las podas -en algunos casos aberrantes- y su mantenimiento es sencillo. Por otra parte, ofrecen muchas ventajas: generan microclimas naturales, actúan como pantallas acústicas, frenan la erosión ante las precipitaciones y los fuertes aires, suponen alimento, nido y refugio para animales y alegran nuestra vista desde el punto de vista estético. Nuestros árboles urbanitas son capaces de imponerse a la falta de riego, a las mencionadas podas e incluso al vandalismo; son verdaderos resilientes adaptando sus estructuras aéreas y subterráneas a un medio más hostil que propicio. Un aforismo anónimo nos recuerda que los árboles son el éxito más gran de la naturaleza; no odian, emanan solo felicidad y amor, como escribía Romano Battaglia, y por eso cuando estamos cerca de los árboles advertimos una corriente positiva y regeneradora. Sin ellos queda la parte desabrida de algunas existencias en las que parece calar tan solo polución, que no ha sido regenerada por la labor generosa de los árboles. En definitiva, la presencia de arboledas a nuestro lado nos humaniza y deberíamos extenderlas con mimo, seguro que provocaría una mejora necesaria en nuestra existencia diaria, donde un árbol solo temieran al rayo y como escribiera Darío, siga sintiendo.

miércoles, 4 de agosto de 2021

Colaboración en Almadepueblos

Artículo de reflexión sobre el medio rural, desde la doble perspectiva de haberlo vivido y haber retornado. Interesante página sobre el reto demográfico vista desde Jaén y coordinada por el periodista Ginés Donaire (El País).

La imperfección (Ideal 1-8-2021)

La imperfección Manuel Molina Simon Biles rompe un silencio en las Olimpiadas sobre un problema mental que le genera una ansiedad incontrolable. No es la única que ha sufrido esa terrible situación, pero sí que lo ha hecho público con notoriedad. Siento una enorme pena por la atleta, no compasiva sino empática. Quien se ha despertado o acostado junto al dinosaurio, como escribía Augusto Monterroso, y este todavía seguía allí, sabe de lo que hablo. Cuando la angustia te domina el mundo se viene abajo, como un castillo de naipes, te sobrepasa un miedo desconocido, una especie de vórtice, irremisible, que te atrapa y descontrola hasta la parálisis; quieres gritar, salir huyendo, pero eres incapaz. La tierra parece moverse y brota una espiral de vértigo, de sudor frío, que con el tiempo sabes que es anuncio de ansiedad, de un caballo interior desbocado. No hay consuelo. Quien lo probó, lo sabe. Según un informe de la ONU, un tercio de la población europea ha tenido algún tipo de trastorno mental. En nuestro país, según un informe de Sanidad del año 2017, una de cada veinte personas toma antidepresivos, más mujeres que hombres, y sin distinción de clase social, salvo en el tratamiento, ya que los más desfavorecidos tienen peor acceso a servicios especializados. El problema es muy serio, parece que nuestra sociedad conlleva ese desgaste de higiene mental cada vez más como parte inherente. También hace poco el seleccionador nacional de fútbol llamaba la atención sobre un hecho desgraciadamente muy extendido como es la falta de preparación para convivir con el fracaso, con lo no alcanzado y supuestamente programado. La frustración entre los pequeños se extiende y van creciendo con ella. El disfrute se torna angustia y se lleva en la mochila emocional mientras se crece. No entiendo tampoco cómo se alzan voces contra una atleta que muestra en público una situación que viven muchos más deportistas y luego el ejemplo que dar es romper raquetas y tirarlas a la grada. Resulta evidente que el triunfo lo acompaña también el control mental, pero no podemos desprestigiar a quien nos dice que su dinosaurio se desbocó. Tal vez deberíamos como mínimo, respetarlo. Me parece más criticable la ira de una figura del fútbol pisoteando y pateando el brazalete de capitán tras una eliminación o todo un equipo subcampeón europeo quitando su medalla del pecho nada más recibirla, al sentir como pobre su logro. Menosprecio hacia quienes alcanzaron mejor y peor puesto. Últimamente aprecio que perder se ha convertido en un problema, ha quedado lejos aquel principio de la importancia sobre poder competir. La imperfección es muy humana y nos cuesta gestionarla con acierto. Conocí un deportista de élite que llegaba a las finales con mucho esfuerzo, perdió varias seguidas; sin embargo, con ayuda psicológica doblegó su angustia y fue varias veces campeón de España. Lo más importante fue reconocer que tenía un problema, educar un dinosaurio. En las escuelas deportivas debería enseñarse cómo aprender a perder y si fuera posible, incluso a ganar.