viernes, 24 de julio de 2015

NUNCA PASA NADA

A y B o la misma propiedad matemática, las letras y los números, ya saben lo que quiero decir, B y A. Se alza sobre la muchachada la sirena estridente y ambos acercan sus bocas hacia sendos bocadillos, uno de salami y otro de nos sé qué me ha puesto mi madre hoy. Vaya mierda de instituto, nunca pasa nada le comenta A con dejadez conocida a su amigo B. Sin embargo B no contestó con su gastada réplica y que lo digas, sino que incorporó una nueva repuesta a la que A en ese instante apenas le prestó atención:  es cuestión de tiempo que pase algo. 
Luego, dos años después, B observó con desgana desde una ventana de la prisión provincial de El Puerto II el vuelo anárquico de dos golondrinas y pensó que aquel era verdaderamente un sitio de mierda en el que nunca pasaba nada, pero eso fue dos años después, como digo desde que B disparase a bocajarro a su compañero A en la puerta del gimnasio. Algunos hechos las matemáticas no pueden resolverlos, escapan de ellas en forma de soluciones aún sin despejar, de nubes pasajeras o vuelos de pájaros.