domingo, 2 de febrero de 2025

"LA PENÍNSULA DE DAVID UCLÉS" (Ideal, 2-1-25)

 




La península de David Uclés

Manuel Molina

 

            Hace poco menos de un año que el nombre de David Uclés aparecía bajo el título llamativo y voluminoso de “La península de las casas vacías”, acompañado de una imagen en portada del pintor Zabaleta. Te preguntas quién podría ser aquel autor desconocido que presentaba tal tocho sobre la Guerra Civil española y encima se declaraba como apunte desde la solapa que incluía realismo mágico. Cumplía el dicho, ya saben, de que hay “gente pa tó”. Tal vez lo que sorprendía un poco fuese que el sesudo autor que perpetrara una novela más de la Guerra era solo un zagal de treinta y cuatro años y además de Úbeda. Ese podría ser el principio de un relato, que por supuesto acompañaría el calificativo de “friki”. Seguro, un rarito,  que en lugar de matar bichos en una videoconsola los crea. Y hete aquí - tenía ganas de escribir esta expresión hace tiempo- que un amigo me viene con una recomendación “im-pres-cin-di-ble”,  sobre dicha novela del hipster instruido con inquietudes. Y al poco tiempo, uf ya raro, otro que me proclama como summum que es no la novela del año. Ambos no se podrían calificar como propensos a las lecturas ensalzadoras de adolescentes e insípidos. Habría que empezar a leerla.

            Y no defraudó. Como suelo combinar varias lecturas a la vez fue poco a poco ganando terreno a las demás competidoras, hasta convertirse en prioritaria y urgente. Para que me entiendan puede asemejarse a lo que ocurre cuando lees por primera vez “El infinito en un junco” de Irene Vallejo. A medida que se sucedían las páginas se tomaba consciencia de que aquello era único, de que aquel tipo con su descarada juventud había logrado crear una obra clásica, en el mayor de los sentidos, atravesando un territorio ya conocido con una nueva mirada, atrevida y espectacular. Impresionante. No se trataba de que gustara o no el relato, lo verdaderamente importante residía en que lo había creado con una voz inusitada y un prodigio capaz de realizar todos los equilibrios literarios que quisiera. Busco información a través de internet y las distintas páginas me corroboran  que quien ha creado aquello tan maravilloso solo tiene treinta y cuatro años. Me asalta incluso la duda, ¿No será un Carmen Mola que esconde un equipo de escritores? Continúan las pesquisas y amistades ubetenses me corroboran que en verdad, en verdad, no es trino, solo uno. Y quedo fascinado.

            Conocer a esa persona, que es capaz a la vez de ser personaje literalmente sin despeinarse, produce la doble sensación de disfrutar la obra y el autor, no siempre un binomio que hace  buenas migas. Y así no me extraña que sean ya trece ediciones las que sume su obra y que como un Willy Fog recorra el territorio ibérico sin descanso, porque su obra tiene el valor añadido de poder disfrutarla como lectores y no menos de su persona con los pies ligeramente apoyados en la tierra, alzándose sin elevarse.

 




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