domingo, 5 de enero de 2025

"NAVIDADES POSMODERNAS" (Ideal, 5-1-2025)


 

Navidades posmodernas

Manuel Molina

            Supongo que será consecuencia de la edad el escepticismo, como medida ante la melancolía que puede producir una comparación de lo vivido y de equilibrio ante lo novedoso. Seguramente ni lo pasado fue tan peor,  ni lo actual tan mejor. De todas las Navidades pasadas quizás el mejor recuerdo  que atesoro sea el de una familia con muchos componentes alrededor de una mesa para disfrutar sobre todo el encuentro, y puede que mejor aún fuese el día anterior o ese mismo con todo el trajín de los preparativos. Aunque si he de ser honesto, mi recuerdo más grato de las fiestas navideñas aparece unido  a la noche de Reyes Magos  en que se recibían uno o dos regalos y algunas chucherías. Resulta curiosa esa sencillez proveniente de lo extraordinario. Mi memoria se aferra a un camión de plástico muy duro, amarillo y pequeño, que cargaba y descargaba. Le até una cuerda al guardabarros delantero y se convirtió durante meses en un compañero inseparable de juegos. Me sigue llamando la atención que algo tan primigenio  produjese tanta felicidad.

            Sí me mantiene perplejo el dispendio hiperbólico y consumista que arrastra la celebración de las fiestas de final y principio de año. Las infatigables comidas de familia, empresa, conocidos y casi desconocidos. Un pantagruélico y continuado encuentro al que si renuncias te cae el marchamo de rarito o malafollá. Resulta muy curioso que el alumbrado y temática propia de estas celebraciones se haya adelantado a final de octubre, casi. Una Navidad de dos meses y pico, con un desfile de Semana Santa incluido en Sevilla, tan contradictorio que resulta difícil en una catequesis explicar que el mismo Jesucristo que sale por las calles en tronos con apariencia de lacerado y sangrante, está a punto de nacer. Y qué decir de la modernidad que supone seguir una importación más de cultura sajona, filtrada por los USA, como son los elfos, hijos directos de Jalogüín y nietos de Papa Noel. Allá cada uno con su manera de entender la felicidad. Simplemente me admiro de cómo funcionan estas cosas y lo bien que se programan para que sean aceptadas, bazares de chinos incluidos.

            Y las campanadas, fiel reflejo de nuestra España polarizada entre “los hunos y los hotros”. Mi opinión personal sobre una de las dos opciones que nos ofrecen para polarizarnos se acerca más a Broncano, por paisano; y a Lalachus, porque me parece más real que los semivestidos manidos de la Pedroche. Lo que sí me llama, de nuevo, la atención es el acecho de la caverna ultra para escanear atentamente todo aquello que les huela a progre o “comunismo”, como que una persona normal, fuera del canon estético impuesto aparezca como protagonista en una celebración. Ponen en marcha toda la maquinaria social para enmierdar todo lo que puedan, en el intento de desprestigio que supone insultar a una joven  llamándola gorda y puede que tengan razón en algún término, pero al revés. Cargaría mi camión amarillo de Reyes Magos con ellos y los llevaría al estercolero, a los enfangadores, allí quedarían en su propia gloria.

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