lunes, 3 de marzo de 2025

"ANDALUCÍA" (Ideal 2-2-2025)

 

Andalucía

Manuel Molina

 

Andalucía, como cualquier otra parte del mundo, tiene luces y sombras. Entre las virtudes podemos señalar la alegría, la hospitalidad y el ingenio, que son innegables si uno es capaz de integrarse entre su gente. También tiene defectos, unos más reales y otros que navegan en lo tópico, como la falta de ambición y el conformismo, una vez puestas en duda la pereza, el hablar mal y el folklore estereotipado. Me paro a pensar qué tengo de suerte al vivir en esta tierra. Después de haber vivido y viajado por numerosos lugares considero que la luz, la claridad que acompaña al día y el azul que rodea la mayor parte de las horas me parecen las mejores razones para quedarse por estos lares, poder caminar por ellos y disfrutar su variedad con la mirada. Otra poderosa razón se asienta en que se hace mucha vida común, si se opta por ella, ya que suele haber un lugar para los de fuera, como señalaba Gerald Brenan: “En Andalucía, el forastero es siempre bienvenido”. Digamos que así se aprecia por la mayor parte de los andaluces y de ahí algo reseñable también como es su sentido de la solidaridad.

Pienso también qué pudiera cambiar y me viene  a la mente la falta de ambición, el conformismo que se ha generalizado en exceso. No sé si es un signo extendido del tiempo que vivimos. No quiere decir que no sea tierra laboriosa, de lo contrario las industrias y construcciones de zonas a las que contribuyó la mano de obra andaluza como la del País Vasco y Cataluña o en otro países como Francia, Suiza o Alemania no hubieran servido para que permanecieran allí trabajando años y años, vidas enteras, motivado entre otras razones por otra pequeña parte de andaluces, que retratara con maestría la escritura de Antonio Machado: “Por los cortijos dorados,/ donde el Guadalquivir se extiende,/ caballeros engalanados,/ su indolencia defienden”. Otro elemento que ahora me chirría en la vida andaluza se debe a la hipérbole en al que ha convertido la tradición y el folklore, más allá del tópico mencionado resulta ahora empalagoso el exceso y retorcimiento que se realiza públicamente en torno a imágenes procesionadas, romerías, carnavales y fiestas populares, convertidas en continuado bucle jaranero con sus rituales repetidos de forma mimética de cabo a rabo con una barrachapa como símbolo identitario y un argot grupal. Para alguien que asiste con escepticismo a su desarrollo parece la máxima explosión de un rococó infinito.

Pese a todo no vivimos mal. La vida trascurre y no debemos olvidar de donde venimos si echamos la vista atrás y recordamos la pobreza extendida, la falta de oportunidades, la reclusión de las mujeres a un ámbito doméstico y dependiente, los privilegios de los más afortunados y sus desprecios a la mayoría, la dureza y trabajo de sol a sol en campos y fábricas. Lo peor de Andalucía es que alguien añore eso y convenza a los descendientes de quienes lo sufrieron para que vuelva.  

 



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