domingo, 30 de marzo de 2025
"VER, OÍR, ¿CALLAR?" (Ideal, 20-3-2025)
domingo, 23 de marzo de 2025
"Ay, Lisístrata" (Ideal, 23-3-25)
Ay, Lisístrata
Manuel Molina
Veinticinco siglos después, ni el
propio Aristófanes podría imaginar que sus obras seguirían teniendo relevancia
ya no solo en los teatros, sino en los medios de comunicación de todo un país.
Y eso que su humor, el de las comedias que pergeñó, el de las criaturas
mortales, se consideraba más bien conservador, frente a la novedad que suponía
el planteamiento de Sócrates. Ahora bien nos dejó un legado riquísimo para
hacernos una idea de las discusiones ideológicas atenienses de ese periodo y de
la vida cotidiana. Guardo dos gratos recuerdos de mi relación con el
comediógrafo ateniense. Por un lado, la experiencia de disfrutar en el festival
Epidaurus, en el mítico Herodes Atticus bajo la Acrópolis, de un estreno
precisamente de “Las nubes”, donde atiza
tanto a Sócrates como Eurípides de lo lindo. Y por otro lado, cada vez
que he podido como profesor he integrado el teatro en mi programación; fruto de
ello fue un montaje de “Lisístrata”, que el público asistente disfrutó las dos
ocasiones en que se representó. A nadie ofendió, ni hasta mí llegó la más mínima queja por el
lenguaje en teoría obsceno empleado siguiendo el texto original.
Nos ha tocado vivir tiempos
revueltos, una involución que cada día da un pasito hacia atrás de manera casi
imperceptible, pero continuada. Fruto de ello y como botón de muestra podemos
presentar la cantidad cada día más frecuente de censuras artísticas, que
alcanzan el objetivo o no, pero que
suponen un cercenamiento de la libertad de expresión y de creación, desconocido
hace veinte o treinta años. El último ejemplo lo hemos vivido en Linares, durante
la celebración de unos actos con motivo del Día de la Mujer y en los que una
concejal asombrada por el vocabulario empleado por las actrices que representaban
una vez más un fragmento de “Lisístrata”, hizo que se interrumpiese por el
expreso deseo de la munícipe, al erigirse en juez de la moral y considerando que la obra no era apropiada
para el público asistente. Desconozco la labor de esta concejal en su
área, puede que incluso esté bien valorada
y sea eficaz, aunque lo que he llegado a conocer de ella y su conocimiento
cultural por los medios de comunicación no tiene buena pinta. ¿Qué autoridad
creemos tener para detener un espectáculo ya seamos concejales, alcaldes o
senadores?, ¿qué se puede considerar adecuado o coherente para el público?
Durante años dirigí un festival de
teatro en el que se ofrecían innovadoras y experimentales obras, en algunos
casos con palabras malsonantes, desnudos, relaciones sexuales atrevidas, o
críticas explícitas al poder establecido y a la jerarquía eclesial. Entre las abonadas todos los años se
encontraba un grupo de mujeres mayores, muy conservadoras, con las que siempre me encantaba intercambiar
opiniones después de los espectáculos. En algunos casos no estaban de acuerdo
con lo mostrado, pero siempre fueron enormemente respetuosas. No ahorraban en
crítica, tenían sus argumentos, pero entendían que el teatro era eso, teatro.
Los demonios de cada uno eran otra cosa.
domingo, 16 de marzo de 2025
"NO HAY HUMOR? (Ideal,16-3-25)
No hay humor?
Manuel Molina
Hace años el alcalde de Jerez, Pedro
Pacheco, declaró que la justicia
española era “un cachondeo” y aquello le salió caro, pero en el ideario popular
ha quedado como expresión recurrente. El sistema judicial en España en algunos
aspectos hace agua por algunas razones demostradas en una tesis doctoral de
alguien que conoce el sistema desde dentro como el juez Francisco Gutiérrez,
defendida en 2016. Exponía en síntesis los siguientes males: la falta de
uniformidad en criterios, la carencia de metas compartidas, el constante
colapso y el estado deteriorado que genera descontento en todos: en los que
gestionan desde los tribunales, en los que la sufren como empleados, y en los
que la experimentan como ciudadanos. Presentados los hechos parece que años
después no hemos avanzado en las soluciones y en el trabajo académico se apunta
también un hecho curioso como que países europeos que invierten menos en
justicia son más eficaces. Puede que influya el carácter litigante español ya sea
por cuestiones políticas o de la ciudadanía en particular o de esos grupos que
como práctica se dedican a denunciar todo lo que huela a lo contrario de lo que
creen que debe suceder.
Lo que sí resulta evidente entre las
causas que se llevan a los tribunales es la falta de humor que está alcanzando
nuestra sociedad paralela a la crispación. En este caso no se sabe exactamente
si fue antes la gallina o el huevo. El humor ha cambiado con lo políticamente
correcto y ha propiciado una sociedad más aburrida y enervada. No quiere decir
esto que me convierta en un nostálgico de los chistes de Arévalo, Marianico “El
Corto” o Fernando Esteso, de maricas, gangosos y palizas a la “Ramona
Pechugona”. Hace escasos días un juez admitió a trámite una denuncia al cómico
Quequé por una broma de, tal vez, de mal gusto (según crencias) sobre El valle
de los Caídos; aunque sin perder de vista que se trata de un programa de humor.
Pero fue de peor gusto la comparación malintencionada del propio juez con la
Plaza Pedro Zerolo, dejando claro que había una preocupante intencionalidad
ideológica en su palabra, por encima de su ejercicio judicial en ese instante.
También debemos matizar que si la broma se presenta por un partido político que
quiere dinamitar los cimientos de la democracia como propaganda política ya no
es un chiste o gracieta, se trata de un asunto muy serio.
Nuestra sociedad se supone q ue ha progresado, pero ha sufrido un retroceso
en la libertad de expresión, más que nada por la autocensura o la afición a la
denuncia profesional de organizaciones ultra, que ven desechadas sus
acusaciones en noventa y nueve de cada cien casos, pero muestran enorme satisfacción
por ese uno por ciento logrado contra el mal que supone el humor. Cuesta
aprender a reírse de uno mismo, pero resulta sanísimo y quien me conoce bien lo
sabe, lo ejercito. Hagan chistes de sus meteduras de pata o fracasos;
inténtenlo, mucho mejor que ir al juzgado.
domingo, 9 de marzo de 2025
"8 de marzo:más que mujeres" (Ideal, 9-3-25)
lunes, 3 de marzo de 2025
"ANDALUCÍA" (Ideal 2-2-2025)
Andalucía
Manuel Molina
Andalucía, como cualquier otra parte del
mundo, tiene luces y sombras. Entre las virtudes podemos señalar la alegría, la
hospitalidad y el ingenio, que son innegables si uno es capaz de integrarse
entre su gente. También tiene defectos, unos más reales y otros que navegan en
lo tópico, como la falta de ambición y el conformismo, una vez puestas en duda
la pereza, el hablar mal y el folklore estereotipado. Me paro a pensar qué
tengo de suerte al vivir en esta tierra. Después de haber vivido y viajado por
numerosos lugares considero que la luz, la claridad que acompaña al día y el
azul que rodea la mayor parte de las horas me parecen las mejores razones para
quedarse por estos lares, poder caminar por ellos y disfrutar su variedad con
la mirada. Otra poderosa razón se asienta en que se hace mucha vida común, si
se opta por ella, ya que suele haber un lugar para los de fuera, como señalaba
Gerald Brenan: “En Andalucía, el forastero es siempre bienvenido”. Digamos que
así se aprecia por la mayor parte de los andaluces y de ahí algo reseñable también
como es su sentido de la solidaridad.
Pienso también qué pudiera cambiar y me
viene a la mente la falta de ambición,
el conformismo que se ha generalizado en exceso. No sé si es un signo extendido
del tiempo que vivimos. No quiere decir que no sea tierra laboriosa, de lo
contrario las industrias y construcciones de zonas a las que contribuyó la mano
de obra andaluza como la del País Vasco y Cataluña o en otro países como
Francia, Suiza o Alemania no hubieran servido para que permanecieran allí
trabajando años y años, vidas enteras, motivado entre otras razones por otra pequeña
parte de andaluces, que retratara con maestría la escritura de Antonio Machado:
“Por los cortijos dorados,/ donde el Guadalquivir se extiende,/ caballeros
engalanados,/ su indolencia defienden”. Otro elemento que ahora me chirría en
la vida andaluza se debe a la hipérbole en al que ha convertido la tradición y
el folklore, más allá del tópico mencionado resulta ahora empalagoso el exceso
y retorcimiento que se realiza públicamente en torno a imágenes procesionadas,
romerías, carnavales y fiestas populares, convertidas en continuado bucle
jaranero con sus rituales repetidos de forma mimética de cabo a rabo con una
barrachapa como símbolo identitario y un argot grupal. Para alguien que asiste
con escepticismo a su desarrollo parece la máxima explosión de un rococó
infinito.
Pese a todo no vivimos mal. La vida
trascurre y no debemos olvidar de donde venimos si echamos la vista atrás y
recordamos la pobreza extendida, la falta de oportunidades, la reclusión de las
mujeres a un ámbito doméstico y dependiente, los privilegios de los más
afortunados y sus desprecios a la mayoría, la dureza y trabajo de sol a sol en
campos y fábricas. Lo peor de Andalucía es que alguien añore eso y convenza a los descendientes de quienes lo sufrieron para que vuelva.
"INFANCIAS EMBRIDADAS" (Ideal 29-6-25)
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