En política pocos asuntos resultan tan perjudiciales para el bienestar de la ciudadanía como los dirigentes incompetentes. La falta de preparación y la inexperiencia en la gestión pública provocan en la actualidad estragos en diversas latitudes, se ha vuelto global como la idiotez, y esto no es simplemente una apreciación subjetiva, sino una realidad que se traduce en graves consecuencias para la sociedad, que por cierto, viene deleitándose en la elección de tales personajes (Trump, Milei, Putin, Orban, cada vez más etcéteras) .Hoy en día, la política parece más un escenario donde priman los intereses individuales y las luchas de poder, que una plataforma donde la preparación y el conocimiento estén al servicio de las personas. Ojo, que quienes pudieran ofrecer alternativa ni están, ni se les espera, pareciera que hubieran desertado.
“El poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente”, dijo Lord Acton, y lo que estamos presenciando radica precisamente en eso: dirigentes que, sin estar preparados, por ejemplo, un convicto, putero, misógino, racista y odiador profesional, dirigirá EE.UU. Estos personajes alcanzan posiciones de poder y lo ejercen en detrimento de sus gobernados, que por cierto, se muestran, al menos más de la mitad, encantados. Esta falta de capacidad se traduce en ineficacia, mala gestión de recursos, falta de planificación y la repetición de errores que se podrían haber evitado con conocimientos mínimos de administración y economía, sirva todo lo que hemos apreciado incluso con alguien a quien se le presupone (cantante, pero también jurista) como el presidente de la Comunidad Valencia, Carlos Mazón, cinco horas “fuera de cobertura” en plena hecatombe. “Quien no conoce la historia está condenada a repetirla”, nos advertía ya en 1905 el filósofo George Santayana (José Agustín Nicolás, en verdad) en su obra La vida de la razón. La historia política está llena de ejemplos de gobiernos fallidos debido a la incompetencia de sus líderes, unidos a la fascinación que lograron crear en sus votantes (les suena Jesús Gil, por citar alguno).
En La república Platón planteaba que “el precio de desentenderse de la política es ser gobernado por los peores hombres”. Esto nos toca a la mayoría. Si bien se refería a la responsabilidad de los ciudadanos, la cita resuena con fuerza en el contexto actual. La incompetencia política alcanza una realidad tan extendida que parece haberse vuelto el común en muchos países y regiones. Aquellos ciudadanos que ignoran los antecedentes y preparación de sus candidatos terminan eligiendo líderes que no están a la altura, y las consecuencias las pagamos la sociedad en su conjunto, incluso con vidas. Queda una esperanza con gotero, nos recordaba el reconocido escritor inglés Samuel Johnson, “la esperanza con sus fracasos, por frecuentes que sean, son menos horribles que su extinción”. Y la nave va (1983) es una metáfora cinematográfica de Federico Fellini sobre una sociedad decadente, un mundo horroroso creado por la humanidad, en ella, aparece una escena casi final donde se salva un rinoceronte, puede que esas primeras formas de vida nos hagan recuperar la decencia. O no.
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