domingo, 24 de noviembre de 2024

"DIFÍCIL INCULCAR CULTURA" (Ideal, 24-11-2014)

"Difícil inculcar cultura" Manuel Molina
Ha sido un buen año para la literatura si hablamos de Úbeda porque dos de sus habitantes (que sí, uno es de la Torre y otro de Quesada) nos han regalado dos de las novelas del año. Por un lado, “La península de las casas vacías” de David Uclés,y por otro, “Amor, casi aire” de Luis Foronda. Escribiendo sobre ambas me asaltó una duda que se sintetizaba en una pregunta, ¿cómo es que hay tanta gente que destaca en el mundo artístico procedente de esta localidad? A los mencionados se unen - que me perdonen los que no cito- Antonio Muñoz Molina, Salvador Compán, Jesús Maeso de la Torre, José Luis Villacañas, Nono Granero, Ricardo Iniesta, Nati Villar, Katy Gómez, Joaquín Sabina, Paco Ortega, Zahara o Guadalupe Plata. Una nómina destacada en proporción a los habitantes. Lancé una pregunta a algunas de mis amistades ubetenses. Quienes más humor tienen me dijeron que eran los ochíos, manjar típico de La Loma, otros no sabían a ciencia cierta cuál era la causa, pero me enfocaron el tema un par de ellos. Apuntaban a la influencia que durante décadas ejerciera desde secundaria, un profesorado con enorme bagaje cultural y capacidad para entusiasmar. Ese hecho me llevó a reflexionar sobre la importancia que los docentes ejercen en determinados pupilos a esas edades. Sirva mi propio ejemplo, que encontré la luz de la cultura a través de una profesora a la que sigo admirando. Se quejaba con amargura hace unos días el corresponsal en Cazorla de Ideal sobre la falta de interés que se viene percibiendo en el público más pequeño a la hora de acudir al festival de teatro de Cazorla. Seguramente no existe una sola causa, como en casi todo, pero me atrevo a mencionar una, que vengo percibiendo poco a poco y que cada vez va calando más. A los docentes que deberían llevar a esos pequeños hasta el teatro para poder disfrutarlo y enriquecerse culturalmente no les quedan fuerzas después de su jornada laboral, en la mayor parte de los casos, para realizar una tarea extra y montarse en un autobús con su ida y su vuelta hasta acabar una jornada con agotamiento acumulado. Desvelemos unos datos. Un porcentaje muy elevado de docentes sufre ansiedad o depresión y acude con la ingesta de ansiolíticos a las aulas. Me pondré el barro antes de la picadura, en otras profesiones también existe esta casuística. El profesorado ha sufrido un continuado incremento descorazonador de tareas burocráticas, a las que dedica ya casi el mismo tiempo que a la preparación de las clases; es asistente social, enfermero y psicólogo de madres y padres, que también toman ansiolíticos. En muchos de los casos ese esfuerzo es puramente anecdótico respecto a lo que repercute en la mejora de la enseñanza. Como si una especie de virus se hubiese propagado tal que el de la gripe, agota a los docentes y les mina la vocación. ¿Quién se sube al autobús por la tarde con cuarenta pupilos? Solo héroes.

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