"GORDOFOBIA" (18-8-24)

Gordofobia Manuel Molina />
El debate sobre la gordofobia ha adquirido una resonancia notable de nuevo con los ataques lanzados contra la jugadora de waterpolo y medalla olímpica Paula Leitón. Nada nuevo, el enésimo. Quizás la suerte en este caso haya sido que se han topado con una cabeza bien armada y ha desmontado con pocas palabras la gratuita idiotez del ataque. La discriminación basada en el tamaño del cuerpo parece un déjà vu que nunca se ha disipado. Esa mordacidad tiene consecuencias devastadoras en la salud física, mental y emocional de millones de personas. Nadie quiere ser gordo. Sin embargo, me gustaría reflexionar sobre un aspecto que me preocupa en esta lucha: la tendencia a demonizar y atacar sin matices a quienes señalan culpables desde el cobarde anonimato y protección de las redes sociales. Daniel Sánchez Arévalo nos ofreció una interesante obra para reflexionar sobre el asunto en “Gordos”, donde un magistral Antonio de la Torre se nos presentó con 33 kilos más de su peso habitual. Los ataques a personas por su sobrepeso son un fenómeno profundamente arraigado en nuestras sociedades. No es solo una cuestión de prejuicio individual, sino de un sistema que perpetúa estándares inalcanzables de belleza y salud, desde la propia escuela, donde ya se distingue y marca a estas personas. No queda otra que intentar desafiar ese sistema, pero hacerlo a través de la condena y la agresión a nivel personal parece que perpetúa un ciclo de odio gratuito. En lugar de enfocar nuestros esfuerzos en deshumanizar al "otro" —quienquiera que ese otro sea— deberíamos centrarnos en construir una narrativa inclusiva y comprensiva. La escritora Roxane Gay acierta en señalar el epicentro del asunto en Hunger, un libro que explora su lucha con el sobrepeso: "El cuerpo es un producto de la historia. Es la historia que tú llevas y la historia que vives. Es la historia que te han contado, la historia que intentas contar". Esto no significa excusar comportamientos gordofóbicos, sino entender que estos comportamientos son el producto de una narrativa que todos hemos interiorizado y reproducimos. Lucille Clifton en un maravilloso poema alaba su caderas gruesas: “Estas caderas son caderas grandes./Necesitan espacio para moverse/ No caben en lugares pequeños/insignificantes. Estas caderas/ son caderas libres”. El cliché subsiste por encima de la educación y así encontramos siempre voluntarios para el ataque al otro, al distinto del estándar. El mérito de Laitón ha residido en una incontestable respuesta, saber cómo es su cuerpo y quererlo. La verdadera batalla contra la gordofobia no necesita más enemigos; necesita más humanidad, pero existe la variable de las redes sociales que fomentan la crítica gratuita, que se une a la carga simbólica incrustada en nuestro inconscientes, el de los cuerpos perfectos, que raramente existen de manera natural; así cuanto más alejados de ese modelo brotarán más improperios por parte de quienes tiene otras carencias, pero encuentran la posibilidad de dirigir sus ataques hacia otros ocultando las propias. No debe haber mucho orden en una cabeza de alguien así.

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