lunes, 19 de agosto de 2024

"GORDOFOBIA" (18-8-24)

Gordofobia Manuel Molina />
El debate sobre la gordofobia ha adquirido una resonancia notable de nuevo con los ataques lanzados contra la jugadora de waterpolo y medalla olímpica Paula Leitón. Nada nuevo, el enésimo. Quizás la suerte en este caso haya sido que se han topado con una cabeza bien armada y ha desmontado con pocas palabras la gratuita idiotez del ataque. La discriminación basada en el tamaño del cuerpo parece un déjà vu que nunca se ha disipado. Esa mordacidad tiene consecuencias devastadoras en la salud física, mental y emocional de millones de personas. Nadie quiere ser gordo. Sin embargo, me gustaría reflexionar sobre un aspecto que me preocupa en esta lucha: la tendencia a demonizar y atacar sin matices a quienes señalan culpables desde el cobarde anonimato y protección de las redes sociales. Daniel Sánchez Arévalo nos ofreció una interesante obra para reflexionar sobre el asunto en “Gordos”, donde un magistral Antonio de la Torre se nos presentó con 33 kilos más de su peso habitual. Los ataques a personas por su sobrepeso son un fenómeno profundamente arraigado en nuestras sociedades. No es solo una cuestión de prejuicio individual, sino de un sistema que perpetúa estándares inalcanzables de belleza y salud, desde la propia escuela, donde ya se distingue y marca a estas personas. No queda otra que intentar desafiar ese sistema, pero hacerlo a través de la condena y la agresión a nivel personal parece que perpetúa un ciclo de odio gratuito. En lugar de enfocar nuestros esfuerzos en deshumanizar al "otro" —quienquiera que ese otro sea— deberíamos centrarnos en construir una narrativa inclusiva y comprensiva. La escritora Roxane Gay acierta en señalar el epicentro del asunto en Hunger, un libro que explora su lucha con el sobrepeso: "El cuerpo es un producto de la historia. Es la historia que tú llevas y la historia que vives. Es la historia que te han contado, la historia que intentas contar". Esto no significa excusar comportamientos gordofóbicos, sino entender que estos comportamientos son el producto de una narrativa que todos hemos interiorizado y reproducimos. Lucille Clifton en un maravilloso poema alaba su caderas gruesas: “Estas caderas son caderas grandes./Necesitan espacio para moverse/ No caben en lugares pequeños/insignificantes. Estas caderas/ son caderas libres”. El cliché subsiste por encima de la educación y así encontramos siempre voluntarios para el ataque al otro, al distinto del estándar. El mérito de Laitón ha residido en una incontestable respuesta, saber cómo es su cuerpo y quererlo. La verdadera batalla contra la gordofobia no necesita más enemigos; necesita más humanidad, pero existe la variable de las redes sociales que fomentan la crítica gratuita, que se une a la carga simbólica incrustada en nuestro inconscientes, el de los cuerpos perfectos, que raramente existen de manera natural; así cuanto más alejados de ese modelo brotarán más improperios por parte de quienes tiene otras carencias, pero encuentran la posibilidad de dirigir sus ataques hacia otros ocultando las propias. No debe haber mucho orden en una cabeza de alguien así.

lunes, 12 de agosto de 2024

"PUDRIDEMUNT" (Ideal, 11-8-2024)

Pudridemunt Manuel Molina />
La política aparece como elemento imprescindible en las tragedias escritas por Shakespeare, invitándonos a descorrer la cortina de la realidad visible para adentrarnos en las sombras del poder, donde ocurre lo verdaderamente importante como los propósitos maquiavélicos o las cuchilladas para quitar del medio. El vaivén que nos provoca el autor inglés toma como basamento esa fluctuación entre lo visible y lo oculto, que conforman la verdadera realidad de un escenario político. Presenciamos el jueves pasado un intento de revivir esos dramas, creyendo alguien ser intérprete de alta comedia, pero en realidad ha sido incapaz de superar el vodevil o la astracanada, salpimentado de un enorme esperpento que alcanza los primeros puestos del ridículo más infame en la historia reciente de la política española. En Julio César encontramos el origen de todo este desatino: "Los hombres son a veces dueños de sus destinos: la culpa, querido Bruto, no es de nuestras estrellas, sino de nosotros mismos, que consentimos en ser inferiores." Carles Puigdemont, el (poc) honorable expresidente de la Generalitat ha sido siempre un político de categoría inferior; sin embargo, se ha considerado superior al modo de Gekko en la película Wall Street (1987), quien a pesar de su poder, su falta de ética y su trato despiadado hacia los demás, lo convierten en un ejemplo de alguien que se cree por encima del resto, pero resulta ínfimo como persona en términos de valores y humanidad. Ha sido el traidor por antonomasia. Reconozcamos que la política no supone el mejor lugar para buscar amistades y que la traición se convierte en parte del proceso; ahora bien, hacer de esta el modus operandi imprime una radiografía del personaje. Traidor de medalla dejando en la cárcel a su socios, experto en cambiar de opinión de un minuto a otro, aunque suponga jugar con la ilusión acumulada de personas, cizañador de familias enteras en las que obró hasta sembrar una discordia desconocida hasta entonces; y sobre todo, generador de ultraderechismo, que agazapado y un tanto anestesiado logró activar sin máscara y con peligrosa salud. Todavía no salgo de mi asombro de la ridícula charlotada en la que convirtió su gesto de pisar suelo español, mancillando aún más el nombre de exiliado, que se autoapropia como bon vivant en Waterloo y ensuciando con sus comparaciones nombres de la historia que dieron la vida por la causa de la libertad, recordemos el consejo de Josep Tarradellas, verdadero ejemplo de exilio: “en política se puede hacer de todo, menos el ridículo”. Su última víctima ha sido la policía, a la que ha utilizado para hacer uno de los papeles más “torrentescos” que hemos apreciado en este país. Es más, ahora a esos mossos d`squadra les queda camino para redimirse y recobrar credibilidad, como al resto de víctimas que va dejando este personajucho, fruta podrida que pudre al resto que toca. Espereremos que esta mamarrachada de fantasmón sea un canto de cisne y por fin, haya quedado como lo que es, un tipejo dañino, un pudridor.

domingo, 4 de agosto de 2024

"VEINTE AÑOS DE COLUMNA" (Ideal 4-8-24)

GRACIAS POR LEERME DURANTE ESTOS VEINTE AÑOS. QUIÉN LO IBA A IMAGINAR
Veinte años de columna Manuel Molina >
Corría el verano del año 2004 cuando recibí el ofrecimiento por parte de la jefa de sección de IDEAL en Jaén, Remedios Morente, de escribir durante el mes de agosto una columna semanal. Acababa asumir la delegación José Luis Adán. Visto con el tiempo, creo que se entremezclaron un poco de inconsciencia y deseo en la aceptación. Se presentaba muy apetecible la idea de poder expresar la opinión propia sobre una realidad provincial que conocía, ayudado por la procedencia externa, que me permitía tomar distancia en algunos asuntos. No lo debí hacer muy mal y me ofrecieron continuar el domingo de cada semana. Dejé claro también que en el momento que no interesara lo que escribía me podían decir adiós. Y sorpresa, aquí seguimos casi mil columnas después. La periodista Claudia Patricia. Acosta ofrece en su blog para profesionales de la comunicación lo que pudiera enjaretar una columna de opinión: «Debe ser entretenida, perspicaz, en lo posible abordar el tema con profundidad, que confiera peso a las ideas, transmita veracidad, credibilidad y lo más importante que aporte algo nuevo al lector desde una reflexión hasta un poco de humor». He pretendido escribir de manera que fuese inteligible, corroborar mi opinión con alguna voz de autoridad, buscar en los temas actuales aquellos que tal vez aparezcan más desenfocados pese a que tuvieran relevancia. Habrá quienes desde su particular lectura hayan disfrutado ese esfuerzo y goce de la escritura; y a quienes no les haya interesado. Destacaré dos vivencias. Por un lado, cuando recibo retroalimentación de quienes me leen, algunos destacan la «valentía» de tratar un asunto, que me hace pensar en silencios (auto) impuestos; y por otro lado, el mayor premio de esta columna, obtenido cuando alguien te hace llegar cómo le has podido ayudar a «decir» o señalar lo que no alcanzaba por no disponer de medios o altavoz. Impagable. El envío semanal lo reciben José Luis Adán, la mencionada jefa de sección o José Liébana, con quien me reconforta compartir palabras «filosóficas» sobre lo publicado. Cuando era más joven -cantaba Sabina- al lado se encontraban las fotos de personas que admiraba como Vicente Oya, José Luis Buendía, Fernando Arévalo, Manuel López o Enrique Seijas, que tristemente nos dejaron. También aparecían los dardos del amigo Santiago Campos, ya jubilado. Ahora, comienzo a ser de los más mayores, detrás de mi admirado amigo Alfredo Ybarra o de José Luis González (tantos años compartidos), o la nueva voz de Dori Delgado me acompañan. En la era digital, donde la información fluye rápidamente y descontrolada, los periódicos más cercanos desempeñan un papel crucial al ofrecer una plataforma para la opinión. Pienso que esta función no solo resulta esencial para mantener informada a la comunidad, sino que también fortalece el tejido democrático y fomenta el debate constructivo. Me lo creo y lo intento practicar. Todo lo público, lo medioambiental, lo justo, los necesitados o el esfuerzo me atraen para contarlo. Todavía no me han echado. Gracias por leerme

"INFANCIAS EMBRIDADAS" (Ideal 29-6-25)

Infancias embridadas Manuel Molina              La infancia se convertía en verano en una casa semioscura de sol a sol, como escribe A...