lunes, 11 de diciembre de 2023
"CORRE, FORREST, CORRE" (Ideal, 10-12-23)
Corre, Forrest, corre
Manuel Molina
Desde el comienzo de la película Forrest Gump, siempre se ve a este corriendo para
poder huir. Encontró esa faceta para aliviar su dolor, tanto que se convirtió en un mantra
sanador a través de las palabras de su Jenny: corre, Forrest, corre. Y no dejó de hacerlo,
en principio para salvar el pellejo de los matones, pero luego sintió una irresistible
llamada que le mantuvo recorriendo los EE.UU de esta a oeste y viceversa. Un día
decide parar después de que le siguiera una pléyade incondicional, que consideraba una
inspiración cercana a lo divino la actitud del corredor que no paró en tres años, dos
meses, catorce días y dieciséis horas. De repente, como vino el impulso, se fue y decidió
volver a su casa. Los seguidores le preguntan qué harán, se encuentran perdidos. La
realidad supera la ficción y existe un enorme reguero de personas que al borde del sur
del Gran Cañón, donde se rodaron parte de las escenas, acude a correr.
La Maratón de Valencia se llevó a cabo el fin de semana. Se queda mucha gente fuera
sin obtener dorsal, a la misma vez que se quedó mucha sin avanzar hasta la meta en el
tiempo mínimo estipulado. Se han planteado para la próxima edición elevar la exigencia
de ese mínimo generoso para poder correrla, parece que existe un perfil que camina más
que corre, pero que presume de haberla finalizado exhibiendo su dorsal como una
cabeza de animal salvaje en una pared. Estoy disfrutando la lectura de un libro (El
movimiento del cuerpo a través del espacio, de Lionel Shriver –autora de Algo pasa con
Kevin-) que trata entre otros asuntos sobre esas personas que cercanos a la jubilación o
sin haber hecho nunca deporte deciden correr, pero no de una manera cualquiera, sino
con el propósito de finalizar una maratón. Se compran unas buenas zapatillas, salen a la
calle con un programa de entrenamiento descargado de internet y encuentran un grupo
que como ellos corre a diario. No sabemos bien cómo repercutirá en la especia esta
determinación porque tan solo lleva unas décadas en funcionamiento. En mi pueblo,
cuando era más joven tan solo corrían así dos frikis.
Lo interesante desde el punto de vista sociológico radica en la proliferación de
entrenadores personales y clínicas de fisioterapia a la par que “runners”, porque no son
corredores, recuérdenlo. Aunque existe otro momento mágico y epifánico por encima, el
momento en que ese maratoniano ve la luz y decide correr un triatlón. Cuarenta y dos
kilómetros y pico es para cobardes. Y así un día aparece en el garaje o en el trastero una
bici de titanio de más de seis mil pavos. La familia, aficiones, costumbres, quedan
relegadas y existe un único mantra: entrenar. El trabajo suele mantenerse, porque es lo
único que prrovoca comprarse otra bicicleta más cara o ir a una prueba cada vez más
lejana. Tan solo escuchan en su interior una voz que les insiste, corre, Forrest, corre.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario