domingo, 17 de diciembre de 2023
"Bibliotecas públicas, sí, por favor," (Ideal, 16-12-23)
Bibliotecas públicas, sí, por favor
Manuel Molina
Hace unos días leí en un apócrifo que me llegó a través de las redes sociales en
el cual se aseveraba que “las bibliotecas no son solo un lugar donde obtener libros
gratis. Son uno de los pocos espacios públicos que quedan en nuestra sociedad en los
que se permite existir sin la expectativa de gastar dinero”. Toda una verdadera
declaración de principios, sobre la defensa de que el conocimiento y las mejoras
tecnológicas nunca deben olvidar a los más desfavorecidos. Y además, por supuesto, no
todo debe pasar el tamiz del consumismo desaforado en el que vivimos, en el cual
parece que todo tenga un precio, con independencia de su valor. Leí la reflexión justo
después de adquirir en préstamo dos ejemplares para su lectura y consulta. Llevo
realizando esa operación casi cincuenta años, desde que me hiciera con un carné de la
biblioteca pública municipal de mi pueblo.
Contaba con nueve años y me convertí en voraz lector de tebeos, cómic y libros
ilustrados de Julio Verne. Qué maravilla conocer un mundo tan infinito respecto al
limitado que ocupábamos. Una lectura llevó a otra y me convirtió con esa querencia en
un lector adulto. No me entendería en mi paso por la tierra sin los libros y menos sin la
ayuda que prestó para ello una biblioteca que ofrecía maravillosas y originales lecturas
sin tener que pagar. Cuando accedo al mostrador desde donde me atienden puedo otear
una pecera donde unos pequeños ruedan por el suelo sobre una especie de goma espuma
con unos libros en sus manos y un par de madres, que también tumbadas, leen con ellos.
Al lado, se prepara algo parecido a un escenario para un cuentacuentos que se llevará a
cabo con motivo de la Navidad. Un hombre con apariencia de inmigrante realiza alguna
operación a través de un ordenador, con unos cascos de audio que le permiten
privacidad. Varias personas adultas leen la prensa y alguno de ellos en un libro
electrónico. Todos calentitos.
Hago cola tras una familia que viene a devolver unos libros y llevarse otros
cuentos infantiles junto a una película en DVD. Mientras llega mi turno, observo al
fondo estudiantes que alternan su mirada entre apuntes sobre folios de papel subrayados
con variados colores fluorescentes y la pantalla de un ordenador portátil. Los hay como
ascéticos, con la mirada en un mundo ajeno y otros nerviosos e inquietos repitiendo
como mantras y alzando los ojos y la cabeza en un gesto de repetición para activar la
memoria.
Desde mi casa tengo la opción de solicitar en préstamo un libro digital y consultar la
prensa diaria con una aplicación gratuita llamada ebiblio, que la biblioteca facilita.
Debido a mi trabajo de investigación solicito una serie de libros que se encuentran en
lugares alejados e incluso fuera del mercado y desde mi biblioteca habitual me los
consiguen para poder utilizarlos durante un tiempo. Cuánta suerte de tener un servicio
público así. Larga vida.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario