¿Dónde está la
bandera andaluza?
Manuel
Molina
Con lo poco que soy yo de banderas que
escriba sobre una de ellas resulta un poco preocupante. Reconozco que las telas
de identidad son complicadas porque pueden provocar una posibilidad excluyente dada
su simbología y semiótica, otorgando a quien la exhibe una elevación respecto a
quien no. Nuestro país, estado o como quieran llamarlo, mantiene una
complejidad no resuelta respecto a las banderas, se le añade un color o se le
quita según sople el aire o se tengan más muertos para añadirle un aguilucho,
se quita el aguilucho pero no dejan de asomarla desde la ilegalidad nostálgicos
del tiempo detenido, incluso se le pone un escudo con corona. Tan solo se le
muestra verdadero entusiasmo unitivo cuando un deportista o un equipo nacional
sube a un pódium y se acompaña de tarareo. Como en este estado, país, o lo que
sea, algunos se empeñan en trazar fronteras, creamos más banderas, las
autonómicas. En territorios concretos incluso han creado alguna más partiendo
de la suya para demostrar que son más distintos aún. Otras apenas se conocen
fuera de su terruño.
La de esta tierra del sur se creó en
1918 en la asamblea de Ronda, diseñada por Blas Infante, sencilla, con dos
franjas horizontales verdes y una central blanca que según la exégesis
histórica simboliza nuestro pasado andalusí y la pureza, la paz; y además tiene
nombre, “Arbonaida”, término este que proviene del árabe andalusí al-bulaida,
diminutivo de balat, que significa "mi tierra" o "mi país".
Se ha convertido en sentimiento de arraigo y pertenencia de los andaluces a su
tierra, a su historia compartida. Se aprobó como oficial en el Estatuto de
Autonomía en 1981, a la vez que su uso. Recuerdo esos años ochenta del pasado
siglo que supusieron una verdadera expansión en su muestra pública. No había
evento que no contuviese ese trozo de tela que nos identificara, incluso en
otros territorios se exhibía no contra alguien sino para refrendar el lugar de
procedencia. Nuestro nacionalismo andaluz nunca fue excluyente, sino más bien
moderado, y de ahí que siempre contara con todos, como lo de “por la humanidad”
de su himno.
Viajo por Andalucía a menudo y me
sorprende un hecho que se está produciendo de manera continuada y silenciosa
como es la desaparición de la bandera andaluza de los espacios públicos.
Reconozco el triunfo de la rojigualda, la derecha se la apropia y la izquierda
suele obviarla. Con la eclosión extremoderechista esas banderas pululan por
muñecas, balcones y fachadas, acompañando a santos inquietos y corrillos
manifestantes nostálgicos de su aguilucho, en múltiples variedades; mientras la
andaluza cada vez es menos apreciable en calles o rotondas, en lo público. Se
ha creado un día de la bandera andaluza, como el día del quebrantahuesos o del
lince, que se extinguen. No entiendo que tenga menos peso una bandera que no
excluye, su denostación, pese a que sume y abra los brazos. Con lo poco que soy
de banderas y aquí escribiendo de una.
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