lunes, 17 de noviembre de 2025

"QUÉ BAJA ORATORIA" (Ideal, 16-11-25)


Qué baja oratoria

Manuel Molina


La verdadera noticia estos días por esta tierra es el agua, la lluvia que cae de forma y continuda, que nos hace recordar aquellos días de otoño o invierno en que no paraba de llover, como en el Macondo de García Márquez. Llovía tanto que en las fachadas y entre piedras de las calles aparecía verdín de la humedad. Resulta extraña la lluvia, que se convierte en noticia. Esta trata lo singular, ya saben, no que el perro muerda a una persona, sino al revés. De lo que les hablaré en estas líneas no es noticia, sino un mal continuado, que no por ello deberíamos prestarle la debida atención. Nuestros políticos se han convertido, o mejor dicho ya llegan a la política, como pésimos oradores; tanto que deben leer la mayoría textos preparados (con muy mala entonación), lo que se expone en foros, ayuntamientos, diputaciones o parlamentos. Ojo, también los hay sin papel que son incluso peores.

La oratoria consiste en hablar en público de manera eficaz y persuasiva para defender una argumentación que debe ser clara, a la vez que convincente, captando la atención del auditorio para generar el favor o anuencia de este para un posible debate o cambio de actitud. Andalucía se ha convertido en un  referente del debate educativo tanto en la educación secundaria como en la universitaria, donde un profesorado entusiasta prepara a su alumnado para defender tanto en una opción, o si se le toca en suerte la contraria, para para hacer que un jurado les haga ganadores frente a otro equipo porque su contenido, expresión, movimiento corporal y persuasión han sido más convincentes. No quiere decir que sea un proceso de automatismo para triunfar, cada personalidad también matiza. La política ha tenido siempre un gran componente de debate, aunque ahora la disciplina de voto hace que la convicción esté más en la orden de apretar un botón o levantar una mano que en escuchar y ser persuadido.

Hace pocos días apreciamos que (¿cómo se debe llamar a alguien que dimite y a la vez parece que no dimite?) Mazón leyó su “renuncia” y acudió a una comisión parlamentaria en su comunidad donde también leyó su intervención. Joan Baldoví de Compromís, como era de recibo, se lo afeó, insistiendo en que tomaba el pelo a esa comisión porque el texto que leía se lo habían escrito quienes lo acompañaban. Pocos políticos aprecio que no lean y muestren un discurso coherente e interesante. Destaca Gabriel Rufíán (quién me lo diría) en el parlamento nacional, Emilio Delgado en el de Madrid o José Ignacio García Sánchez en el andaluz. Me gustan porque no leen y tienen  capacidad de transmisión y “persuasión”, aunque eso no provoque que algún rival cambie de botón. La gran mayoría decepciona de manera supina porque apenas saben leer con soltura lo que les han preparado, incluso alguna con “pìnganillo” resultan de un artificio inverosímil. Si tuvieran que convencer poco podrían esperar, pero es lo que hay. Menos mal que llueve.


lunes, 10 de noviembre de 2025

"¿DÓNDE ESTÁ LA BANDERA ANDALUZA?" (Ideal 9-11-25)

 

¿Dónde está la bandera andaluza?

Manuel Molina

 

            Con lo poco que soy yo de banderas que escriba sobre una de ellas resulta un poco preocupante. Reconozco que las telas de identidad son complicadas porque pueden provocar una posibilidad excluyente dada su simbología y semiótica, otorgando a quien la exhibe una elevación respecto a quien no. Nuestro país, estado o como quieran llamarlo, mantiene una complejidad no resuelta respecto a las banderas, se le añade un color o se le quita según sople el aire o se tengan más muertos para añadirle un aguilucho, se quita el aguilucho pero no dejan de asomarla desde la ilegalidad nostálgicos del tiempo detenido, incluso se le pone un escudo con corona. Tan solo se le muestra verdadero entusiasmo unitivo cuando un deportista o un equipo nacional sube a un pódium y se acompaña de tarareo. Como en este estado, país, o lo que sea, algunos se empeñan en trazar fronteras, creamos más banderas, las autonómicas. En territorios concretos incluso han creado alguna más partiendo de la suya para demostrar que son más distintos aún. Otras apenas se conocen fuera de su terruño.

            La de esta tierra del sur se creó en 1918 en la asamblea de Ronda, diseñada por Blas Infante, sencilla, con dos franjas horizontales verdes y una central blanca que según la exégesis histórica simboliza nuestro pasado andalusí y la pureza, la paz; y además tiene nombre, “Arbonaida”, término este que proviene del árabe andalusí al-bulaida, diminutivo de balat, que significa "mi tierra" o "mi país". Se ha convertido en sentimiento de arraigo y pertenencia de los andaluces a su tierra, a su historia compartida. Se aprobó como oficial en el Estatuto de Autonomía en 1981, a la vez que su uso. Recuerdo esos años ochenta del pasado siglo que supusieron una verdadera expansión en su muestra pública. No había evento que no contuviese ese trozo de tela que nos identificara, incluso en otros territorios se exhibía no contra alguien sino para refrendar el lugar de procedencia. Nuestro nacionalismo andaluz nunca fue excluyente, sino más bien moderado, y de ahí que siempre contara con todos, como lo de “por la humanidad” de su himno.

            Viajo por Andalucía a menudo y me sorprende un hecho que se está produciendo de manera continuada y silenciosa como es la desaparición de la bandera andaluza de los espacios públicos. Reconozco el triunfo de la rojigualda, la derecha se la apropia y la izquierda suele obviarla. Con la eclosión extremoderechista esas banderas pululan por muñecas, balcones y fachadas, acompañando a santos inquietos y corrillos manifestantes nostálgicos de su aguilucho, en múltiples variedades; mientras la andaluza cada vez es menos apreciable en calles o rotondas, en lo público. Se ha creado un día de la bandera andaluza, como el día del quebrantahuesos o del lince, que se extinguen. No entiendo que tenga menos peso una bandera que no excluye, su denostación, pese a que sume y abra los brazos. Con lo poco que soy de banderas y aquí escribiendo de una.

 

lunes, 3 de noviembre de 2025

"Segundo carnaval" (Ideal, 2-11-25)

 

Segundo carnaval

Manuel Molina

 

           Paseo por mitad de un carnaval temático entre esqueletos, zombis y vampiros salidos de los bazares chinos, tiernos infantes y chavalillas acompañadas de sus madres, que muestran largos colmillos, falsas cicatrices, caras blancas y demudadas con ceras, portando calabazas de plástico llenas de caramelos, y entre risas repiten un mantra cacofónico, “truco o trato”. La invasión comenzó poco a poco, sin que se llegara a calibrar el nivel alcanzado ahora. Los días de santos y difuntos eran muy tristes,  como las tardes con cambio de hora y honrar a quienes se fueron tampoco es que sea la alegría de la huerta. Qué mejor alternativa que un infantilismo desbordante a la vez que un consumismo impetuoso. Comenzó en los colegios a la vez que en los grandes almacenes, para contagiar de simpleza una celebración en la que han caído como promotores maestros y maestras,  que acuden estos días a sus aulas disfrazados,  potenciado con las familias encantadas de echar un rato en familia jugando a los terrores,  también disfrazados, entre escaparates con falsas telas de araña.

           Escucho estos días las palabras terrorífico, sobrecogedor o aterrador, vaciadas de su sentido y domesticado su significado, banalizado y llevado incluso al otro extremo, a la mansedumbre de lo inocente. Quién lo diría. La muerte naif y el miedo suave despojados de su principio repelente, de su incomodidad, se transmutan en una bufonada compartida, en un disfraz tranquilizador y risueño. No es de extrañar. Nuestra pacata sociedad alimenta lo genérico y acomodado, llevándolo a lo ridículo aceptado, como si convertir un sanguinario personaje en la apariencia de un monologuista de El club de la comedia fuese un ideal, o en un mal actor del tren de la bruja. Todo es mentira y se acepta. La realidad de la muerte y el verdadero terror son feos, ásperos, desagradables, y no interesan, se eleva la necesidad de triturar todo como un potito para digerirlo sin ningún problema, una causa más para engordar la blandengue sociedad que no resistiría un nivel inicial de contacto con esos dos conceptos.

           Vivimos de espaldas a una cuestión tan ineludible como la muerte. Apuntábamos cómo se ha desvirtuado el concepto en los centros educativos y cuando algun docente se rebela ante la idiotez seguidista se le ponen palos en las ruedas. Conozco el caso de quien ha pretendido llevar a su alumnado a un cementerio para que aprendan sus pupilos sobre la cultura de la muerte, sus rituales, historia, arquitectura, urbanismo, sociología y ha encontrado la negativa de quienes dirigen el centro porque algunos padres y madres, no más de dos o tres, han considerado que sus blanditos retoños podrían sufrir un impacto indeseado al pisar suelo funerario, como si fuese algo contagioso. Eso sí, los censores han salido disfrazados a celebrar el nuevo carnaval, el segundo del año, que seguro tiene más de sandez que de aprendizaje y crecimiento personal. Nuestra sociedad es emocionalmente infantil, somos reacios a la aceptación de la cruda realidad, por eso gusta tanto este amansado carnaval.

 


"ELOGIO DE LO MANUAL" (Ideal 21-12-25)

  Elogio de lo manual Manuel Molina              Lo creado con nuestras propias manos se convierte en algo más que una pieza única, puede ap...