martes, 3 de diciembre de 2024

"DEMOCRACIA, ORGULLO DE SER CAJERA" (Ideal, 1-12-24)

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Manuel Molina El ser humano tiene una inclinación a convivir en sociedad, porque en tal estado se siente más ser, cerca de sus disposiciones naturales. Pero también tiene a lo contrario porque tropieza en sí mismo con la cualidad insocial que le lleva a querer disponer de todo según le place y espera. El trasfondo de este párrafo gira en torno a un filósofo y difícil persona como Inmanuel Kant. Dice este que el respeto no es un privilegio reservado para unos pocos, sino un derecho inherente a todos. El juez Eloy Velasco sabe y se le presupone mucho de derecho y consentimiento, pero ante otros colegas se vino arriba y le brotó su elevación clasista y machista en unas palabras dedicadas a la exministra Irene Montero, a la que afeaba su labor política y desconocimiento del derecho desde su puesto “de cajera del Mercadona”. La historia de la antigua democracia griega intentó un inicio del fin del dominio tiránico de divinidades, monarcas y gerifaltes; asentando la idea de que el poder tenía que deberse al pueblo. Tal como el historiador M.I. Finley nos cita, “fueron los griegos los que se dieron cuenta de que la política es un asunto humano, no divino, que es creado por y para ciudadanos”; esto se convirtió en la piedra angular de la existencia de las democracias; mostró el camino para que se intentara crear un modelo de sociedades justas o lo menos injustas posibles. Debemos a John Locke y Montesquieu la teorización de la separación de poderes, legislativo, ejecutivo y judicial, es decir, parlamento, gobierno y jueces. La tentación de adentrarse en otro se muestra siempre muy golosa y suele acabar mal. No olvidemos que el Estado existe con la finalidad de proteger a las personas de otras personas, como el caso que nos ocupa. Es decir, debemos valorar a las personas por lo que son, no por lo que tienen. Dice el doctor en Derecho Público y magistrado del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, Alfonso Villagómez, que los jueces deben ser muy prudentes a la hora de intercambiar ideas que puedan comprometer su imparcialidad, de modo que deben evitar cualquier tipo de protagonismo en los medios de comunicación (incluiríamos actos públicos). No quiere decir que no puedan exponer públicamente sus opiniones, sino más bien que éstos deben ser prudentes a la hora de compartir planteamientos “políticos” o “ideológicos”. Recordemos otras palabras de otro jurista Joaquín Urías, Profesor de Derecho Constitucional y exletrado del Tribunal Constitucional: “hay quien cree que los jueces son los guardianes de la democracia frente al autoritarismo y los excesos del poder ejecutivo. No es verdad. Quien protege a la democracia es la ley. Los jueces tienen que limitarse a aplicarla”. Demasiado juez estrella o “valientes”. Urías matiza que se transmite la idea contemplando la posibilidad de que el propio juez se crea un justiciero. Corre entonces el riesgo de sentirse legitimado para utilizar sus poderes como juez para finalidades ajenas a la justicia. Da que pensar.

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