lunes, 30 de diciembre de 2024

"ASFALTO VS VIDA" (IDEAL, 29-12-2024)


 

Asfalto vs Vida

Manuel Molina

 

            El rugido constante del tráfico y el gris omnipresente del asfalto se han convertido en la banda sonora y el paisaje de muchas de nuestras poblaciones. La progresiva eliminación de zonas verdes y la consecuente falta de suelo vegetal, sustituido implacablemente por cemento y asfalto, no es solo una cuestión estética, sino un problema de salud pública y sostenibilidad que exige una reflexión. Los espacios verdes urbanos pueden aportar enormes beneficios al barrio y a la comunidad al mejorar la salud, el bienestar social y el disfrute del medio ambiente. Su  importante papel se reconoce tanto en el carácter como en la vida que aportan, pero para visualizarlo mejor enumeraremos las principales ventajas de tales espacios: beneficio ecológico, manteniendo la biodiversidad, conservación de especies, calidad del agua y alivio visual; beneficio económico, regulando la temperatura al enfriar el aire; beneficio sociopsicológico, mejorando a quienes viven cerca de estos lugares como esparcimiento, ocio o deporte. Pese a todo ello el 55% de ciudades españolas carece de zonas verdes adecuadas.

            La falta de suelo vegetal tiene consecuencias devastadoras. En primer lugar, agrava el efecto "isla de calor" urbano. El asfalto y el cemento absorben y retienen el calor solar en mayor medida que la vegetación, elevando las temperaturas en las ciudades y generando un microclima hostil, especialmente durante los meses de verano. Como señala la Organización Mundial de la Salud (OMS), "los espacios verdes son un recurso indispensable para lograr una salud sostenible en las zonas urbanas". Se promueve cada día más con preocupación que  parques, jardines y espacios naturales sean sacrificados en aras de la expansión urbana, la construcción de infraestructuras y la priorización del uso privado, que beneficia a unos pocos y obvia a muchos. Este proceso, que se ha acelerado en las últimas décadas, nos está alejando cada vez más de la naturaleza y de los beneficios que esta nos proporciona, apostando por políticas agresivas de urbanismo donde prima el asfalto y el ladrillo.

            Aportemos algo más desde el punto de vista científico, como el caso de que la ausencia de vegetación disminuye la capacidad de absorción de agua de lluvia, incrementando el riesgo de inundaciones y la erosión del suelo. Los árboles y las plantas actúan como esponjas naturales, absorbiendo el agua y previniendo escorrentías que pueden saturar los sistemas de drenaje urbanos. Y aún más, la falta de contacto con la naturaleza a diario tiene un impacto directo en nuestra salud física y mental. Numerosos estudios han demostrado que el acceso a espacios verdes reduce el estrés, mejora el estado de ánimo, fortalece el sistema inmunológico y fomenta la actividad física. Como se menciona en un artículo de ISGlobal, "las ciudades deben centrarse en recuperar suelo urbano para los espacios verdes”. No sé qué se siente cuando se decreta la tala indiscriminada de árboles y la eliminación de vegetación para cambiarlo por asfalto y ladrillo. Supongo que si alguien lo llama arboricidio tendrá la razón, aunque quiednes ejecutan quieran argumentarlo como “progreso”. Por mi parte, intento plantar árboles.

 

domingo, 15 de diciembre de 2024

"QUEMAR ARTE" (Ideal, 15-12-24)

 Hay gente que de manera reprimida lleva dentro el gusto por quemar arte o personas. La historia lo recuerda. La columna de Ideal.

Quemar arte

Manuel Molina

 

Los nazis fueron muy aficionados a quemar obras artísticas que no le convencían y así incluso realizaron exposiciones mostrando lo que era “nocivo”, como por ejemplo lo que oliese a vanguardias, para ensalzar lo “bueno” que era lo suyo. Se dio la paradoja de que Goebbels organizó una muestra en un importante edificio de Berlín para que la gente acudiera a observar el mal arte y poder escupirle o romperlo y unos cientos de metros al lado, otra para que se apreciara el verdadero arte de la causa. La sala herética se llenaba mientras la oficial tan solo acogía a quienes estaban obligados a visitarla por aquello del qué dirán. Muchos acudían a la primera a sabiendas de que era la última oportunidad de apreciar aquellos cuadros aún sin arder. El propio Hitler se implicó en el proyecto y diseñó unas cartelas denigrantes para leer junto a los cuadros “degenerados”. Le tomaron gustillo al asunto y realizaron la misma actividad con la música. Se interpretaba un concierto de autores degenerados para valorar lo contrario u ofrecer después autores afines a la causa aria. Tontos no eran y descubrieron que mejor quitar o robar obras y venderlas que meterles fuego.

En España tuvimos el caso del bibliocausto que se produjo a lo largo de la guerra civil y posteriores años con piras de libros ardiendo sacadas de bibliotecas públicas y particulares para que el fuego purificador hiciera olvidar aquellas obras que habían envenenado a parte de la sociedad española y no supusieran más peligro. En pueblos y ciudades se realizaron fogatas que se celebraban con fasto y brazo en alto. Una de las más llamativas (vaya palabra) fue la de Barcelona, donde se llegaron a quemar 70 toneladas de libros, es decir, de saber. Lo cuenta precisamente en un libro la historiadora de la complutense Ana Martínez Rus, autora de La persecución del interesante libro Hogueras, infiernos y buenas lecturas (1936-1951). Para valorar y no olvidar lo ocurrido pueden servirnos unos ejemplos de títulos que se prohibieron o quemaron en aquel momento, al modo del expurgo quijotesco, que por cierto se leyó antes de prender mecha en algunos lugares: El Libro del Buen Amor, del Arcipreste de Hita, La Celestina, de Fernando de Rojas, La educación sentimental, de Flaubert, Werther, de Goethe, La rebelión de las masas, de Ortega y Gasset; juveniles como Caperucita roja, de Perrault, que se convirtió en Caperucita azul o Los tres mosqueteros. Se entiende, tal vez que Los viajes de Gulliver fueran pasto de hoguera porque eso de los liliputienses atando al gigante, podría dar ideas.

                He invitado en una representación pública a que quienes asistían quemaran los restos de la última exposición que realicé, unas piezas de madera que en su base provenían del campo, incluso de restos supervivientes de fogatas agrícolas. Me ha dado cierta esperanza que la mayoría de personas guarda en su imaginario la idea de que no debe quemarse el arte. Aunque me preocupa qué opinan quienes no asisten a estas actividades. 




QUE(M)ARTE, PERFORMANCE EN PRIEGO

 QUE(M)ARTE ha supuesto un esperanzadora reflexión sobre la intolerancia . Un árbol de morera lo recordará en un parque sobre las cenizas de lo que fuera arte. 










lunes, 9 de diciembre de 2024

"DE IDOLATRÍA" (IDEAL, 8-12-2024)

De idolatría por Manuel Molina En las tres religiones abrahámicas, judaísmo, cristianismo e islam, la idolatría implica el culto hacia algo que no sea Dios, como si lo fueras. En estas creencias monoteístas, la idolatría se ha visto como la "adoración de dioses falsos", está prohibida y se detalla, por ejemplo, en los Diez Mandamientos. Un poco de Santo Tomas de Aquino, nos puede venir bien: “El culto de la religión no se dirige a las imágenes en sí mismas como realidades, sino que las mira bajo su aspecto propio de imágenes que nos conducen a Dios encarnado […] lo que se dirige a la imagen en cuanto tal, no se detiene en ella, sino que tiende a la realidad de la que ella es imagen” (Summa theologiae). Esa idea nos parece importante para entender lo que algún obispo actualmente nos quiere hacer ver cuando se les critica como institución, ya que están promoviendo una idolatría hasta ahora no vivida por quienes paseamos por este valle de lágrimas. Resulta muy difícil entender este continuado movimiento de santos y vírgenes todo el día por nuestras calles, incluso desde la propia religión católica, aunque sean imágenes humanas de una divinidad. Dicen que hasta de lo que se considera bueno nos hartamos si se repite en exceso. Qué tiempos aquellos en que la Semana Santa y la Navidad duraban tan solo lo que duraba la Semana Santa o la Navidad. Me he encontrado una imagen de un cristo que suele salir en procesión durante la Semana Santa, hasta tres veces en la calle, dos veces fuera de la mencionada. Cualquier excusa es buena, ya sea para rogar lluvia, visitar a otro santo, celebrar una efeméride, ya sea el decimoquinto, vigésimo, cincuentenario o aniversario de algo. Los números son maravillosos para celebrar cualquier cosa en la que se tenga intención. Ya así el calendario se vuelve goloso para elegir fecha y santo o santa a la calle. Trescientos sesenta y cinco días casi de procesiones. Con sus aclamados fastos supinos (voto a Dios que me espanta tanta grandeza, Cervantes dixit) en lo que se podría llamar la selección en forma de Magna. Para unos el summun cofrade y para otros la mayor aberración del becerro de oro bíblico. Magnánimo argumentario: “es que genera mucha riqueza en las localidades”. Veamos el Éxodo, 32, 6, cuando Aarón decide crear con las joyas de los judíos un toro de oro fundido, mientras Moisés estaba en el tema de los Diez mandamientos: “Y al día siguiente madrugaron, y ofrecieron holocaustos, y presentaron ofrendas de paz; y se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a regocijarse”. Bien traído. Cada uno puede hacer lo que le plazca, siempre y cuando respete las normas que hemos decidido aprobar para no tirarnos los trastos a la cabeza. En una Magna no hay nada malo, allá el que quiera idolatrar lo que quiera o sentirse folklórico. Lo que no me gusta de todo ello es que se haga con el dinero público de todos.

martes, 3 de diciembre de 2024

"DEMOCRACIA, ORGULLO DE SER CAJERA" (Ideal, 1-12-24)

Democracia, orgullo de ser cajera./>
Manuel Molina El ser humano tiene una inclinación a convivir en sociedad, porque en tal estado se siente más ser, cerca de sus disposiciones naturales. Pero también tiene a lo contrario porque tropieza en sí mismo con la cualidad insocial que le lleva a querer disponer de todo según le place y espera. El trasfondo de este párrafo gira en torno a un filósofo y difícil persona como Inmanuel Kant. Dice este que el respeto no es un privilegio reservado para unos pocos, sino un derecho inherente a todos. El juez Eloy Velasco sabe y se le presupone mucho de derecho y consentimiento, pero ante otros colegas se vino arriba y le brotó su elevación clasista y machista en unas palabras dedicadas a la exministra Irene Montero, a la que afeaba su labor política y desconocimiento del derecho desde su puesto “de cajera del Mercadona”. La historia de la antigua democracia griega intentó un inicio del fin del dominio tiránico de divinidades, monarcas y gerifaltes; asentando la idea de que el poder tenía que deberse al pueblo. Tal como el historiador M.I. Finley nos cita, “fueron los griegos los que se dieron cuenta de que la política es un asunto humano, no divino, que es creado por y para ciudadanos”; esto se convirtió en la piedra angular de la existencia de las democracias; mostró el camino para que se intentara crear un modelo de sociedades justas o lo menos injustas posibles. Debemos a John Locke y Montesquieu la teorización de la separación de poderes, legislativo, ejecutivo y judicial, es decir, parlamento, gobierno y jueces. La tentación de adentrarse en otro se muestra siempre muy golosa y suele acabar mal. No olvidemos que el Estado existe con la finalidad de proteger a las personas de otras personas, como el caso que nos ocupa. Es decir, debemos valorar a las personas por lo que son, no por lo que tienen. Dice el doctor en Derecho Público y magistrado del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, Alfonso Villagómez, que los jueces deben ser muy prudentes a la hora de intercambiar ideas que puedan comprometer su imparcialidad, de modo que deben evitar cualquier tipo de protagonismo en los medios de comunicación (incluiríamos actos públicos). No quiere decir que no puedan exponer públicamente sus opiniones, sino más bien que éstos deben ser prudentes a la hora de compartir planteamientos “políticos” o “ideológicos”. Recordemos otras palabras de otro jurista Joaquín Urías, Profesor de Derecho Constitucional y exletrado del Tribunal Constitucional: “hay quien cree que los jueces son los guardianes de la democracia frente al autoritarismo y los excesos del poder ejecutivo. No es verdad. Quien protege a la democracia es la ley. Los jueces tienen que limitarse a aplicarla”. Demasiado juez estrella o “valientes”. Urías matiza que se transmite la idea contemplando la posibilidad de que el propio juez se crea un justiciero. Corre entonces el riesgo de sentirse legitimado para utilizar sus poderes como juez para finalidades ajenas a la justicia. Da que pensar.

"INFANCIAS EMBRIDADAS" (Ideal 29-6-25)

Infancias embridadas Manuel Molina              La infancia se convertía en verano en una casa semioscura de sol a sol, como escribe A...