domingo, 7 de abril de 2024

"¿CLASE MEDIA?" Ideal 7-4-24

¿Clase media? Manuel Molina La clase media se desarrolló especialmente tras la Revolución Industrial, en la Europa Occidental a lo largo de los siglos XVIII y XIX. A medida que la economía agrícola se transformó en una economía industrial, se brindaron nuevas oportunidades económicas y de empleo a una gran proporción de la población anteriormente pobre. El surgimiento de la industria y las fábricas, así como el desarrollo del comercio y las finanzas, crearon puestos de trabajo y aumentaron las oportunidades de empleo, especialmente en las ciudades. La urbanización y la oportunidad de obtener ingresos estables provocaron el desarrollo y cambios de estilo de vida de un preponderante segmento de la población. Esa es la mirada hacia atrás, desde la historia. La clase media logró con mucho esfuerzo, incluso vidas, acceso a la educación, sanidad, al empleo y yendo más allá, la capacidad de poder adquirir bienes que no se encontraban entre las necesidades básicas. En un principio se conformaba el estrato por comerciantes, trabajadores independientes y oficinistas, para pasado el tiempo incluía a trabajadores de otros sectores de la economía. Podríamos hablar de una propia segmentación de la clase media que abarcaría una gradación en forma de alta, media y baja burguesía. Llegado el siglo XX con su incipiente clase media se supone que contribuyó a cambiar la concepción del capitalismo y dotarlo de una perspectiva integradora y hasta optimista. Una visión afable, llena de oportunidades, que sustituía esa época de arbitrariedad, explotación y violencia extrema que provocó la Revolución Industrial. Se afincó la meritocracia y reconocieron los derechos civiles en el marco de un estado de derecho que suponía el caldo de cultivo propuesto para su desarrollo. El capitalismo se reinventaba y triunfaba, a la vez que surgían ideologías más basadas en lo común y su defensa. Se animaba a sentirse orgulloso de no ser pobre, a llamarse clase media mejor que trabajador y a intentar imitar unos usos y costumbres por los cuales se podía creer que al realizarlos se pertenecía a esa clase. Hace poco avisté una breve intervención del humorista murciano Miguel Maldonado que respondía así a la pregunta de si era de clase media: “si tú tienes las sartenes apiladas en un mueble de tu cocina, tú no eres clase media”. Después de la risa, me hizo reflexionar y fruto de ello es la columna que usted lee. Desde el capitalismo más salvaje se ha hecho creer a mucha ciudadanía que pertenece a esa privilegiada clase media, utilizándola para venderle todo lo que no tiene, como si fuese una aspiración, para luego quitárselo. Es más, ha logrado que quienes proceden de la clase trabajadora, bajo esa influencia y convencimiento están siendo utilizados para desmontar dos pilares sociales fundamentales, la educación y la sanidad. Esa acción ha calado de tal modo que se logra enterrar un derecho sin mancharse las manos. A.B. Alcott hace dos siglos ya lo veía claro: “La enfermedad del ignorante es ignorar su propia ignorancia”. Y ser útil, sin saberlo, también.

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