lunes, 15 de abril de 2024

"AUPA ATHLETIC" (Ideal 14-4-24)

Aupa Athletic Manuel Molina Hace ciento treinta y cuatro años se fundó un club en Bilbao que está de moda, el Athletic, fruto de la llegada de industriales ingleses y de estudiantes que conocieron ese deporte en las islas, entonces llamado “sport”. Ya había ocurrido algo parecido en Huelva, también fruto de la industrialización que llevaron a cabo empresas inglesas expandiendo la práctica del fútbol entre propietarios ingleses y trabajadores onubenses. Lo hicieron también el tenis o el golf, pero el primero se popularizó más. El equipo bilbaíno acaba de ganar la Copa del Rey y la ciudad se ha echado a la calle para celebrarlo, como se celebran esas cosas en la zona, a lo grande. En un deporte tan sobrevalorado e hiperbólico como el fútbol, uno de los mayores ejemplos de mercantilización globalizada, resulta curioso que un puñado de deportistas del terruño, le hayan plantado cara a los grandes clubes con sus carísimos fichajes internacionales - en el Real Madrid, por ejemplo suele jugar tan solo un jugador nacido en España- y los hayan derrotado, Hecho cada vez más infrecuente, que resta vistosidad e interés a ese deporte, megafinanciado por multinacionales y estados petroleros. Tengo dos entrañables anécdotas que hablan de la filosofía de ese admirable club. La primera ocurrió en el propio Bilbao, donde había llegado de paso hacia otro destino y decidí con mi familia visitar la ciudad. Recalamos en el bar y sociedad gastronómica de la peña más antigua del club, ubicada en el casco viejo de la ciudad. Poco puedo añadir de lo que puedan imaginar sobre cómo fue la degustación de pinchos y platos junto a txacolines. Pegamos la hebra con uno de los encargados del negocio. Le comenté que me hubiese gustado visitar el viejo San Mamés, ya cerrado, antes de que lo derribaran y habérselo mostrado a mi hija. Me dijo que eso no podía quedar así, si yo había hecho más de mil kilómetros con ese deseo no me podía marchar sin haberlo conocido. Realizó varias llamadas y volvió con una sonrisa: “a las cinco en la puerta tal, os esperan”. Agradecí de todo corazón tan generoso gesto y nos dirigimos hasta allí. Nos esperaba un empleado del club para sumarnos a una visita oficial que realizaban unos dirigentes del Ajax de Amsterdam, “Perdonad, pero para entendernos hablaremos en inglés”. No importaba. Emoción. La otra anécdota ocurrió más lejos, en un lugar muy deportivo, las ruinas de Olimpia en Grecia. Con un gran calor salimos a una terraza cercana tras el recorrido para refrescarnos. Un camarero griego, ya mayor, se dirigió a nosotros con un perfecto: “¿de dónde sois?”. Como la mayoría provenía de Córdoba indicaron ese nombre y este añadió: “pobrecillos su equipo de fútbol siempre hundido en segunda B”. Conocía al dedillo todo sobre las principales ligas de fútbol españolas. Le pregunté por su equipo favorito: “el único en el que todos sus jugadores son españoles”. Sacó un llavero con el escudo del Athletic y lo besó.

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