domingo, 2 de abril de 2023

"ACAUDALADOS PATÉTICOS" (Ideal 2-3-23)

Acaudalados patéticos Manuel Molina Reconozco que cuando escuché por primera vez que Ana Obregón iba a ser madre se trataba de una broma al uso de las que realizan algunos programas radiofónicos, a modo de inocentadas o bulos cómicos. Pero pasé de la sonrisa que provocaba el ingenio de algún guionista a la mueca de incredulidad y de ahí a una sensación de pena y desolación. Siempre me ha parecido que el recurso de un vientre de alquiler representa todo lo peor que puede alcanzar el ser humano desde un punto de vista ético. La justicia social resulta inevitable para que quienes menos tienen no sean un mero objeto ante el capricho de quienes tienen mucho. Resultaría muy triste aceptar que todo se vende, que todo puede tasarse en un precio, hasta la vida humana. Se trata tan solo de que la oferta sea aceptable a las necesidades y expectativas de alguien que lo necesite. Así de triste. Pero más que la patética actitud de la ínclita me preocupan quienes muestran una absoluta normalidad y comprensión ante el hecho de comprar un ser humano a la carta. Se muestra como argumento en este caso que la señora sufre un luto lamentable, como por desgracia sufren muchas personas, y como hay posibles en un banco decide pagarle a una persona para que tenga un hijo siendo ella casi septuagenaria. Pagar, así de triste, y asumir desde el más absoluto egocentrismo que verá crecer una persona a la que lleva casi setenta años de diferencia. Ser padre o madre no es un derecho, ni una obligación, pero lo hemos convertido en moda a la que se apuntan quienes tienen capricho y bastantes ceros en la cuenta corriente. Muchos faranduleros, por cierto. Todo tiene un precio y existen quienes ofertan y quienes pagan. Para quien ha realizado una adopción resulta incomprensible cómo alguien puede ser tan narcisista y escaso de generosidad recurriendo a comprar un ser humano –lo de alquiler de vientre resulta tan eufemístico- a la carta, blanquito, con ojos azules, que son los que más cotizan. Voy a ser papá, voy a ser mamá. Lo compro. Y qué decir de algo parecido a la mencionada moda, fulanito (o fulanita) ha alquilado un vientre, pues yo también, como el marqués de El Viso, porque quiero y puedo. Y son tan, tan felices cuando los muestran a cámara. Mientras, en los orfanatos, alguien espera. “Es que”. Claro que se dan muchos “es que” porque hay que proteger a un ser indefenso, para eso existe el derecho y el estado. Hace poco leí una novela inquietante El chino, del sueco Henning Mankell. No es la mejor de este autor, pero plantea algo que hila con nuestro asunto. Como todo se puede comprar no habría impedimento en que a los condenados a muerte se les practicara la extirpación de órganos y los acaudalados, caso de que los necesitaran, los compraran. No haría falta ni alquilar a nadie. ¿Cuestión ética? Si existe se puede comprar. ¿O no?

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