lunes, 6 de febrero de 2023

UNA MIRADA A LA GUERRA, "BAJO PRESIÓN" DE FARUK SEHIC.

Faruk Šehić Bajo presión La Huerta Grande Relato con la guerra de Bosnia de fondo, por parte de uno de los mejores escritores bosnios del momento. “La guerra pasa a formar parte de tu cuerpo, como un apéndice inflamado” Manuel Molina Faruk Šehić (1970), nació en Bihać, cuando aún existía la República Socialista Federal de Yugoslavia. Estudió veterinaria en Zagreb hasta que llegó la guerra de los Balcanes en 1992 y fue reclutado por el ejército de Bosnia-Herzegovina. Ala vuelta de la guerra con los dramas vividos estudió literatura y comenzó la redacción de sus primeros escritos que alcanzarían la publicación, como el poemario Hit depot (2003) con mucho éxito en Bosnia, al año siguiente salió a la luz Under pressure (2004), que obtuvo numerosos premios, aunque su gran éxito fue la novela Las aguas tranquilas del Una (2013), que obtuvo el Prize for Literatura de la unión Europea. A este siguió una colección de poemas My Rivers (2014) con variados reconocimientos, Las aguas tranquilas (2017) también el poemario Return to nature (2019), la novela corta Greta (2020) o Cuentos con mecanismos de relojería , el mismo año.. Se considera el autor más destacado de la denominada “generación mutilada”, que vivió la penúltima guerra en suelo europeo y ha desarrollado su escritura tras esta. El libo que nos ocupa, Bajo presión, fue publicado en 2018 y nos llega ahora en la colección Hespérides de la editorial La huerta grande, con traducción de Miguel Roán. La escritura de Šehić parte de lo autobiográfico y del entorno geográfico que le vio crecer, en torno al río Una, de ahí la importancia que en todas sus obras tengan los ríos, tan majestuosos en la zona bosnia. Con el hecho de que nos relatara lo vivió en la guerra por parte de alguien que Cuando comenzó la Guerra de Bosnia en 1992 tomó las armas como voluntario convertido en teniente y liderando a 130 hombres con solo 22 años bastaría para captar nuestro interés. Lo curioso es que su literatura huye de lo heroico, como hiciera siglos antes el soldado español Alvar Nuñez Cabeza de Vaca, cuando descubre que en las guerras siempre las pierden los mismos pobres, en un bando o en otro. La diferencia con el autor bosnio radica en que la guerra supone también una degradación personal que hace aflorar lo peor del ser humano, apenas mitigado por el alcohol, las drogas o las pastillas. En un espectacular comienzo narrativo se nos recuerda que fuimos expulsados del Edén mientras un grupo de personas se baña en el río, de repente comienza una enorme tormenta que hace huir a los bañistas “truenos y y relámpagos atraviesan el cielo como en la Biblia…la lluvia parecía haber decidido no para nunca”. Esa especie de diluvio universal es la metáfora de la guerra, que tardará en escampar y nadie será ya igual, caso de que haya sobrevivido. Habrá logrado escapar de la lluvia, el barro y la niebla, a la vez que las balas, granadas y morteros. Decía Sófocles que la guerra era eterna y nos lo demuestra el testigo recogido en Ucrania. Las guerras afectan más cuando los restos se nos parecen y los disparos resuenan cercanos. El polvorín balcánico nos conmovió, por ubicarse en Europa y matarse entre sí vecinos. No podría por tanto, ofrecernos un partícipe de los hechos un relato fácil. Y en realidad lo que lo hace interesante es la aceptación de antihéroe, de alguien que aprecia su bajeza, pero a la vez es capaz de tener el recurso de encontrar poesía –aparecen algunos haikus- en una situación dantesca e incluso humor. En un determinado momento, como ejercicio metalitearario, se nos cuenta que ha enviado un relato a un certamen, pero es desechado porque el jurado lo encontró carente de motivos “morales y patrióticos, además de que flotaba en una esfera de oscuridad”. Sea real o no la anécdota, sirve para ofrecer una declaración de intenciones. Leemos sobre muertes trágicas, nada gloriosas, muertes o mutilaciones en las que el azar abandona a particulares. La violencia se apodera del ambiente y existe un momento en que la parte de bestia que brota en una situación bélica se desboca y no distingue entre amigos y enemigos. Una metáfora de ello es el carburante de las situaciones, la rakija, un licor de alta graduación que se convierte en el motor diario de la soldadesca, incluso el adulterado, que puede derribar a un caballo. Entre tanta degradación, los momentos de lirismo, sobre todo, protagonizados por el paisaje, sirven para dulcificar una situación tan agónica. El paso del agua sobre el río, la noche estrellada o la hierba de un prado sirven para ofrecer la esperanza, donde la muerte puede llegar por la mano del enemigo o por la propia. ¿Cómo se puede salir de tal situación? Puede que gracias a la literatura, que contenga una parte terapéutica y alcance a reflexiones tales como la expresada en la novela sobre el río Una: “No me preguntes quién soy porque eso me asusta. Pregúntame algo más”. Así podremos entender la rotundidad de un fragmento como este: “La nada centellea en nuestros ojos, […] gritamos de risa, no estamos nada mal, solo se vive una vez y otras frases gastadas nos pemiten soplar hasta el día de Juicio Final. También sirve la cita de Adam Zagajewski,”disfruta del mundo mutilado”. En definitiva, un libro de un planteamiento complejo, que explora los límites de lo novelesco, desde la literatura autorreferencial, cargado de la propia desolación que una guerra de manera inevitable ofrece, pero con unos fragmentos líricos de enorme altura. Una poderosa narración que nos deleita por su factura y nos hace reflexionar por la crudeza que cualquier lugar donde se cruzan morteros puede ofrecer. Edición muy cuidada y bien atendida con las notas. Un autor que deja huella para quienes se acercan por primera vez a la literatura bosnia y a ese instante tan desolador, como nos dejó escrito el desparecido poeta Izet Sarajlic con tanta inquietud como belleza: “Hace treinta horas que/ las granadas llueven sobre nosotros/ desde todas partes./ Una de ellas acaba de sobrevolar/ este poema./ Ha sido lanzada desde el Mrkovici/ donde antes de la guerra/ cogía margaritas/ con la mujer que amo.”

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