domingo, 12 de febrero de 2023

"INTELECTUALIDAD LÍQUIDA" (Ideal 12-2-23)

Intelectualidad líquida Manuel Molina Llevo tiempo entregado a una reflexión que me acompaña en los momentos que tengo para digerir los aprendido y generarlo, por las mañanas o tardes en el paseo de mis perros, al mediodía cuando regreso del trabajo y alargo el camino o por las noches, una vez -como nos recomendó el poeta santo Juan de Yepes- estando la casa sosegada o el fin de semana cuando camino a pie o en bicicleta por caminos rurales teniendo presente el horaciano “dichoso aquel lejos de los negocios”. Me bulle como hervor lento una pregunta: ¿cuándo se perdió el aprecio por la serena y sosegada reflexión para entregarse a la inmediatez banal? No alcanzo a encontrar un punto de partida, aunque creo que la utilización y popularidad de los medios digitales tiene algo que ver. Una lluvia fina de formato. El medio ha ido conformando un tipo de operaciones cerebrales dirigidas hacia unos hábitos de pensamiento. El filósofo e ilustrador polaco Pawel Kucynski, que recomiendo conocer, realiza desde hace tiempo una serie de viñetas que ilustran sobre este cambio en el raciocinio de la Posmodernidad. El pensamiento se ha homogeneizado, se pierde la alteridad y las ventajas del diálogo por la aceptación de un monólogo reducido y replicado. Tal circunstancia se intuye gozo de quienes prefieren un rebaño adormilado como sociedad. Es curioso que esta contextualización dominante venga provocada en un momento en el cual la posibilidad de medios para la búsqueda de cualquier concepto o idea, se nos presente literalmente al alcance de la mano y podamos disfrutar, en teoría, de una visión global como nunca antes se había dado. Sin embargo, lo que aflora de manera sorprendente es lo anecdótico, instantáneo y vacío. Los patrones que se siguen se acomodan en la banalidad, la ligereza de pensamiento, la inmediatez como motor de interés y la falta de reflexión. El símil podría centrarse en una enorme apisonadora que alisa todo lo que deja bajo su rueda y lo entrega a la imitación sin sentido, el falso hedonismo y la nivelación en un pensamiento igualado hacia abajo. Podría presentarme como catastrofista pero cualquiera que medianamente discierna con pensamiento crítico tiene dos ejemplos para corroborar lo expresado. ¿Cuántas veces en las televisiones que no son de pago se realiza una búsqueda para encontrar algo interesante más allá del espectáculo insustancial y sin sosiego, algo para aprender de manera atractiva? El resultado suele finalizar apagando después de realizar varias vueltas a todos los canales. Y qué decir de las redes sociales, en su mayoría entregadas al pavoneo, el insulto, el monocolor de la burbuja propia. Nunca tuvimos las posibilidades de tantos medios para poder aprender y mejorar, pero parece que la sociedad se muestre entregada a todo lo contrario. Se premia la catetez, lo soez, el desconocimiento, la falta de preparación y se relega todo aquello que pueda presentarse basado en el esfuerzo, lo meritorio, la racionalidad bien ejercida. El medio es lo importante, centrarse en él, en vender ese (des)conocimiento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario