Sesgo de confirmación
Manuel Molina
Ya no importa la razón, cada día
nuestro pensamiento está más cerca de la emoción para generar nuevas ideas que
se establezcan como sólidas. Lo que buscamos en nuestro día a día es toda
aquella noticia o información que encaje perfectamente con nuestro sentir, se
rehúye lo que pueda a priori considerarse contrario a nuestra creencia y se
navega entre redes y personas para encontrar un igual o algo que se acerque de
manera pretendida, incluso de manera artificiosa, como tal. Ese es el famoso
sesgo de confirmación, creer a aquellas personas que entendemos que están en
sintonía con lo que sentimos, no con lo que pensamos. Lo explica el filósofo David
Pastor Vico que aclara la consecuencia del proceso: “cuando entramos en esta
perversión de la comunicación, una comunicación puramente emocional, en ese
momento lo tragamos todo, aceptamos todo”. Alejada la razón, aceptamos todo. Un
ejemplo: en las campañas políticas ya no se expone y difunde un programa
electoral, sino que habla sobre cómo destrozar al oponente o resaltar algunas
cuestiones básicas emocionales como el caso de un partido actual, al que esto
le funciona muy bien y no se basa en un programa sino en ideas genéricas como
patriotismo, nacionalismo, inmigrantes que “sobran” o pagas para “vagos”.
Hasta ahora se había fomentado la
práctica entre la extrema derecha y el nacionalismo, sobre todo el de la
derecha catalana (“Espanya ens roba”), pero está cayendo en ella un partido que
hace unos años no participaba con tanta entrega a esa práctica. Hace unos días
el portavoz del Partido Popular, el diputado Tellado, se refería al intento de
derrocar el gobierno democráticamente elegido según las reglas democráticas -nos
pueden gustar más o menos- como que se iba “a comenzar a cavar la fosa del
Sanchismo”. No se trataba de una bravata o exabrupto al uso sino que contenía
una cápsula de inquina emocional diseñada ad hoc. Añadió otra “¿qué pasaría si
alguien de ultraderecha asesinase a un activista de izquierdas?”. Todos sabemos
interpretar la connotación de la palabra “fosa” en nuestro país. Tellado se
mostraba eufórico después de lanzar tan lamentables bombas incendiarias porque
cumplía su función al llegar a oídos de quienes quieren escuchar ese mensaje y
así sumar y reforzar. La pena es que estos días aparecía una encuesta de
intención de voto, donde el PP permanece anclado y suben, sobre todo, el
partido ultra más a la derecha y el PSOE.
Un matiz, el ciudadano prefiere el original que promueve ese sesgo a la
copia.
De todas formas, creo que la
ciudadanía no se merece esta agitación que intenta enviar mensajes de
polarización desmedida. La gente ocupa terrazas llenas donde toma algo, pasea,
viaja cada vez más, no cesa de mover santos con oropel y estipendio, celebra
bautismos, bodas y banquetes como si no hubiera un mañana y sin embargo, vive
muy cabreada. Cada cual ha elegido su demonio particular y se encomienda a él
con un nosotros mimético que busca para reforzarse y multiplicarse.
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