domingo, 14 de septiembre de 2025

"SESGO DE CONFIRMACIÓN" (Ideal, 14-9-25)

Sesgo de confirmación

Manuel Molina

          

           Ya no importa la razón, cada día nuestro pensamiento está más cerca de la emoción para generar nuevas ideas que se establezcan como sólidas. Lo que buscamos en nuestro día a día es toda aquella noticia o información que encaje perfectamente con nuestro sentir, se rehúye lo que pueda a priori considerarse contrario a nuestra creencia y se navega entre redes y personas para encontrar un igual o algo que se acerque de manera pretendida, incluso de manera artificiosa, como tal. Ese es el famoso sesgo de confirmación, creer a aquellas personas que entendemos que están en sintonía con lo que sentimos, no con lo que pensamos. Lo explica el filósofo David Pastor Vico que aclara la consecuencia del proceso: “cuando entramos en esta perversión de la comunicación, una comunicación puramente emocional, en ese momento lo tragamos todo, aceptamos todo”. Alejada la razón, aceptamos todo. Un ejemplo: en las campañas políticas ya no se expone y difunde un programa electoral, sino que habla sobre cómo destrozar al oponente o resaltar algunas cuestiones básicas emocionales como el caso de un partido actual, al que esto le funciona muy bien y no se basa en un programa sino en ideas genéricas como patriotismo, nacionalismo, inmigrantes que “sobran” o pagas para “vagos”.

           Hasta ahora se había fomentado la práctica entre la extrema derecha y el nacionalismo, sobre todo el de la derecha catalana (“Espanya ens roba”), pero está cayendo en ella un partido que hace unos años no participaba con tanta entrega a esa práctica. Hace unos días el portavoz del Partido Popular, el diputado Tellado, se refería al intento de derrocar el gobierno democráticamente elegido según las reglas democráticas -nos pueden gustar más o menos- como que se iba “a comenzar a cavar la fosa del Sanchismo”. No se trataba de una bravata o exabrupto al uso sino que contenía una cápsula de inquina emocional diseñada ad hoc. Añadió otra “¿qué pasaría si alguien de ultraderecha asesinase a un activista de izquierdas?”. Todos sabemos interpretar la connotación de la palabra “fosa” en nuestro país. Tellado se mostraba eufórico después de lanzar tan lamentables bombas incendiarias porque cumplía su función al llegar a oídos de quienes quieren escuchar ese mensaje y así sumar y reforzar. La pena es que estos días aparecía una encuesta de intención de voto, donde el PP permanece anclado y suben, sobre todo, el partido ultra más a la derecha y el PSOE.  Un matiz, el ciudadano prefiere el original que promueve ese sesgo a la copia.

           De todas formas, creo que la ciudadanía no se merece esta agitación que intenta enviar mensajes de polarización desmedida. La gente ocupa terrazas llenas donde toma algo, pasea, viaja cada vez más, no cesa de mover santos con oropel y estipendio, celebra bautismos, bodas y banquetes como si no hubiera un mañana y sin embargo, vive muy cabreada. Cada cual ha elegido su demonio particular y se encomienda a él con un nosotros mimético que busca para reforzarse y multiplicarse.

 


 

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