domingo, 12 de octubre de 2025

"LA TRAICIÓN DEL PSOE" (Ideal, 12-10-25)



 

La traición del PSOE

Manuel Molina

 

           No resulta fácil escribir en contra de la tortura taurina por puro divertimento en una provincia como Jaén, que ostenta el más alto escalafón del país en esa barbaridad. Lo hago desde la tristeza que ha supuesto la decisiva abstención en voto del PSOE en el Congreso–pese a declarar un día antes que lo apoyaría- tumbando la ILP, apoyada por más de setecientas mil firmas, para que se tratara la condición que da privilegio y mucho dinero público a la tauromaquia. No me encontraba optimista, en ningún momento dudé que pudiera salir adelante en una votación, pero tenía claro que al menos se admitiría a debate. Ni siquiera se tuvo en cuenta esa opción, cercenada en el primer corte. Eso sí, tras declarar quienes llevaban el asunto en las filas socialistas que se aprobaría con su apoyo, para luego –seamos claros- tumbarla vergonzosamente con su abstención. Pero desde las altas instancias de Ferraz decidieron dar carpetazo sin ningún rubor a la primera tentativa. La decepción ha sido enorme.

           Hace tiempo hablaba con un alto cargo socialista que me recriminaba que mi posición estuviese situada en la abolición activa de la tauromaquia. Su argumento se basaba en que había temas más importantes que defender y que esta caería sola, por su propio peso, obligada por la falta cada vez mayor de afecto social a esa crueldad. Mi argumentación de respuesta fue la siguiente, ya estoy implicado también en otros asuntos importantes y para mí ese lo era, no había incompatibilidad en defender la enseñanza o sanidad pública y a la vez pedir que se cerrara el grifo de respiración asistida que mantiene el tormento taurino. La “teta” de la subvención pública lo mantiene, desde que el propio Partido Socialista lo incluyera en Cultura para así estar protegido y recibir riadas de millones de cada uno de los contribuyentes, incluidos quienes están en contra y sufren con esa masacre mal llamada “cultura taurina”. Me citaba también otro argumento que justifica su negativa como era la pérdida de votos de lugares muy taurinos que eligen meter en su sobre la papeleta socialista. El quid de la cuestión.

           Pero puede ocurrir al revés de lo que ha pretendido el PSOE y es que se le hayan ido votos por su sonrojante abstención, de tal modo que, como viene siendo la tendencia premien a los otros partidos bien a la derecha, o más bien a la izquierda. Los primeros intentan hacer de la tauromaquia símbolo de apropiación como la bandera de sus pulseritas y lo consideran un concepto patriota. De hecho los pocos jóvenes que acuden al martirio taurino público se sitúan como mayoría en esa ideología. El PSOE lo ha defendido, en su pretensión,  por un puñado de votos y porque no le merecía la pena. Verdadera traición, una más,  a quienes fundaron el partido. Recordemos un artículo de 1889 en El Socialista: “Mientras el pueblo se divierta con el derramamiento de sangre, no habrá esperanza de redención ni de cultura.” Pues eso.

 

domingo, 5 de octubre de 2025

"VIVIENDA DIGNA" (Ideal, 5-10-25)

 

Vivienda digna

Manuel Molina

 

           En la antigua Roma existían básicamente dos tipos de construcciones de viviendas, las “domus” y las “insulae”. Las primeras respondían a la tipología unifamiliar de la élite, en general patricios y adinerados, que disfrutaban lugares amplios, aireados y con luz, organizados entorno a un patio (atrio), con pinturas, mosaicos e incluso espacios para cultos propios, llegando incluso a ocupar una manzana entera (insula) o habitaciones que daban a la calle (tabernae) alquiladas para negocios. Por su parte las “insulae” suponían el tipo de vivienda más común y donde se alojaba la mayoría de la población, la plebe, en construcciones de baja calidad, con varias alturas -reguladas como máximo a seis-  mal ventiladas y oscuras, con demasiada madera, provocadora de grandes incendios, que se unía a los frecuentes derrumbes. Juvenal lo dejó recogido en sus Sátiras: “En Roma solo los ricos pueden dormir tranquilos; el resto debe temer al fuego, a los derrumbes y al peso de la pobreza.” Los propietarios de estas últimas y beneficiarios económicos eran los habitantes de las primeras.

           La vivienda siempre ha sido un problema, resulta evidente, para quienes no pueden disponer de ella y a la vez ha supuesto un pingüe beneficio para los propietarios,  como empresarios de envergadura y especulación, qué nombre fondos buitre, ¿verdad? Si recorremos la historia nos encontramos con revueltas considerable por culpa de la falta de vivienda y los altísimos precios que alcanzaban como las protagonizadas en el siglo XIV en Inglaterra o la propia Revolución Francesa, encendida entre otras cuestiones por los elevados precios de los alquileres y el hacinamiento. A principio de siglo y con la inmigración recién llegada a los barrios neoyorkinos se produjo una de las más importantes huelgas de inquilinos después de una subida entre el 25% y el 50%. Una película española reciente, “El 47”, nos muestra esa realidad en nuestro territorio en los años sesenta y setenta en las grandes urbes como Madrid o Barcelona.

           Vivimos un  grave problema de vivienda en nuestro país, que paradojas o ilusiones declara en su Constitución el derecho a una vivienda digna. Por un lado, la adquisición en propiedad está volviendo a uno de los factores que inflaron la ficción inmobiliaria de una de las mayores crisis económicas que vivimos, altos precios a la vez que financiación, para toda la vida. Y por otro lado, el alquiler se ha desbocado sin un control que provoca el choque de la realidad de las necesidades frente a los precios justos. Pregunten cuánto pagan unos estudiantes por un piso en una ciudad andaluza y los metros y servicios de que disponen o escuchen la peripecia de una pareja joven que quiera independizarse y la desmoralización al llegar a conocer la oferta. Los dueños de las “domus” siguen exprimiendo la ubre de las “insulae” veintitantos siglos después. El filósofo Henri Lefebvre lo dice mejor que yo: “El derecho a la ciudad no puede separarse del derecho a la vivienda: sin techo, no hay ciudadanía” (Le droit à la ville, 1968). No estamos bien.


lunes, 22 de septiembre de 2025

"CÓLERA, INDOLENCIA Y PROTESTA" (Ideal, 21-9-25)

 


Cólera, indolencia y protesta

Manuel Molina

 

En el último canto de la Ilíada se narra el momento en que el rey Príamo, padre de Héctor, se dirige al campamento de los aqueos para suplicar a un Aquiles colérico y vengativo que le entregue el cuerpo de su hijo, al que ha matado. El rey se humilla ante él, besando sus manos y con súplicas, y le solicita piedad. Aquiles se conmueve, vencido por el dolor y la compasión, acepta y le devuelve el cuerpo de Héctor para que los troyanos puedan celebrar sus ritos funerarios, para que el fallecido pueda también descansar en paz. Ese gesto de misericordia provoca en Aquiles la virtud, que lo aleja de la ira y lo aplaca. En las religiones monoteístas  esta es una característica de la divinidad, con la que se obsequia al ser humano, la misericordia. Si los que provocan el genocidio palestino creen en un dios deberían ser misericordes, como también debieron serlo quienes secuestraron a los israelitas del detonante, pero es desproporcionada la cólera resultante.

En la Antigüedad clásica, la indolencia ante la injusticia no se veía solo como un defecto personal, sino como un mal social que desestabilizaba la polis. Los pensadores y escritores grecolatinos dejaron constancia de su rechazo a esta actitud, entendiendo que el silencio y la pasividad ante la injusticia eran una forma de complicidad. Platón en La República hizo crítica de esto, aludiendo a que el "precio de desentenderse de la política es ser gobernado por los peores hombres". No se refería únicamente a la participación activa en el gobierno, sino también a  la justicia y lo común. Por su parte, Cicerón, fue un ferviente defensor de la acción. Señaló que "el mal es la inacción de los hombres buenos". Se enfrentó a la corrupción y la tiranía, ejemplificando con su vida la necesidad de oponerse activamente a la injusticia.

La falta de protesta pública permitía a los tiranos y a los poderosos perpetuar sus abusos sin temor a represalias. Bajo figuras como Sila o en el Segundo Triunvirato muchos ciudadanos fueron asesinados o vieron sus bienes confiscados sin un juicio justo, a menudo con la pasividad del resto de la sociedad, por miedo o desinterés. Sin embargo, los estoicos, como Séneca, sostenían que el hombre sabio debía cultivar la virtud, que incluía la valentía de oponerse a la injusticia, aunque fuera de forma individual y a través de la resistencia moral. Séneca mismo, consejero de Nerón, intentó moderar la tiranía del emperador y su posterior suicidio supuso su último acto de protesta contra un régimen injusto. La resistencia, aunque costara la vida, era vista por algunos como la única respuesta digna frente a la tiranía y la indiferencia de la mayoría. ¿Cómo se puede asistir impasible o mirando para otro lado cuando han matado a más de sesenta mil personas entre ellas casi veinte mil niños inocentes? No se puede ser connivente con la cólera, hace falta misericordia y no miseria humana. El corazón, (cord-cordis), las distingue.


domingo, 14 de septiembre de 2025

"SESGO DE CONFIRMACIÓN" (Ideal, 14-9-25)

Sesgo de confirmación

Manuel Molina

          

           Ya no importa la razón, cada día nuestro pensamiento está más cerca de la emoción para generar nuevas ideas que se establezcan como sólidas. Lo que buscamos en nuestro día a día es toda aquella noticia o información que encaje perfectamente con nuestro sentir, se rehúye lo que pueda a priori considerarse contrario a nuestra creencia y se navega entre redes y personas para encontrar un igual o algo que se acerque de manera pretendida, incluso de manera artificiosa, como tal. Ese es el famoso sesgo de confirmación, creer a aquellas personas que entendemos que están en sintonía con lo que sentimos, no con lo que pensamos. Lo explica el filósofo David Pastor Vico que aclara la consecuencia del proceso: “cuando entramos en esta perversión de la comunicación, una comunicación puramente emocional, en ese momento lo tragamos todo, aceptamos todo”. Alejada la razón, aceptamos todo. Un ejemplo: en las campañas políticas ya no se expone y difunde un programa electoral, sino que habla sobre cómo destrozar al oponente o resaltar algunas cuestiones básicas emocionales como el caso de un partido actual, al que esto le funciona muy bien y no se basa en un programa sino en ideas genéricas como patriotismo, nacionalismo, inmigrantes que “sobran” o pagas para “vagos”.

           Hasta ahora se había fomentado la práctica entre la extrema derecha y el nacionalismo, sobre todo el de la derecha catalana (“Espanya ens roba”), pero está cayendo en ella un partido que hace unos años no participaba con tanta entrega a esa práctica. Hace unos días el portavoz del Partido Popular, el diputado Tellado, se refería al intento de derrocar el gobierno democráticamente elegido según las reglas democráticas -nos pueden gustar más o menos- como que se iba “a comenzar a cavar la fosa del Sanchismo”. No se trataba de una bravata o exabrupto al uso sino que contenía una cápsula de inquina emocional diseñada ad hoc. Añadió otra “¿qué pasaría si alguien de ultraderecha asesinase a un activista de izquierdas?”. Todos sabemos interpretar la connotación de la palabra “fosa” en nuestro país. Tellado se mostraba eufórico después de lanzar tan lamentables bombas incendiarias porque cumplía su función al llegar a oídos de quienes quieren escuchar ese mensaje y así sumar y reforzar. La pena es que estos días aparecía una encuesta de intención de voto, donde el PP permanece anclado y suben, sobre todo, el partido ultra más a la derecha y el PSOE.  Un matiz, el ciudadano prefiere el original que promueve ese sesgo a la copia.

           De todas formas, creo que la ciudadanía no se merece esta agitación que intenta enviar mensajes de polarización desmedida. La gente ocupa terrazas llenas donde toma algo, pasea, viaja cada vez más, no cesa de mover santos con oropel y estipendio, celebra bautismos, bodas y banquetes como si no hubiera un mañana y sin embargo, vive muy cabreada. Cada cual ha elegido su demonio particular y se encomienda a él con un nosotros mimético que busca para reforzarse y multiplicarse.

 


 

domingo, 7 de septiembre de 2025

"REDUFLACIÓN: MENOS POR MÁS" ( Ideal 7-9-25)

 





Reduflación, menos por más

Manuel Molina

 

           Llega septiembre con su mitad de fin y su mitad de comienzo. Aún queda fiesta en las localidades que celebraban el fin de la cosecha de cereal y había taco en la cartera para disfrutar una feria, aunque ahora el motivo haya quedado diluido en otro cultivo, al menos por tierras jienenses. En una de estas celebraciones acudo a un local conocido y pido una cerveza fresca, un tanto especial, que me apetece de vez en cuando. Me gusta en vaso. La recibo, escancio y noto que en otras ocasiones quedaba líquido en la botella una vez completado el proceso, pero ahora cabe toda en la copa, que sigue siendo del mismo tamaño que en otras ocasiones. ¿Esto es un tercio?- pregunto. Sí, claro, me contestan. Miro la etiqueta y no responde a los 33 centilitros de este, sino que contiene 30. Cuesta igual. Al día siguiente en el trabajo, donde desayuno, apreciamos que los bollos de pan que hemos comprado siempre han menguado y también cuestan igual. Parece algo común.

           El hecho tiene un nombre: reduflación. Un concepto económico que tal vez desconocen, pero seguro que no olvidarán. Se trata ni más ni menos que una práctica en la que las empresas reducen la cantidad de un producto, y además aumentan su precio, lo que lleva a una subida encubierta del costo para el consumidor. Es una forma de inflación donde la disminución del tamaño pasa desapercibida, se paga el mismo precio por menos cantidad. Uno de los más sonoros casos es el de determinadas marcas de una multinacional, patatas con sabores y bolsas de chuches de las que se te queda, por ejemplo,  el sabor a queso en las manos varios días, aunque te laves con jabón Lagarto. Tomemos algunos datos ofrecidos por la asociación de usuarios, FACUA. Veamos cómo han evolucionado cantidad y precio en los últimos tres años en la bolsa de una de las más conocidas patatas con sabor a jamón. En enero de 2022, este producto contenía 295 gramos y se vendía a 2,89 euros. Un año después pasó a perder 20 gramos y su precio subió 45 céntimos; para llegar en junio a perder 32 gramos y aumentar su precio en 10 céntimos. El formato de la bolsa es el mismo pero tiene menos y cuesta más. Ocurre en otros muchos productos Otro birlibirloque.

           En 2022 ya lo denunciaba el economista Edgar Dworsky en un artículo de 2022 en The Guardian, esta estrategia permite a las empresas proteger sus márgenes de beneficio sin subir ostensiblemente los precios, el consumidor paga más por menos. Se nos erosiona como ciudadanos de manera prestidigitadora el poder adquisitivo sin que el aumento de precios sea evidente. Seguramente se hagan una pregunta, ¿y en el caso de otros productos más necesarios, menos ligados al ocio? También. Me permitirán un pequeño juego literario en homenaje a Bertolt Brecht, ¿qué es robar una cartera comparado con reducir 20 gramos de papas fritas sin avisar y cobrar más?

 





lunes, 1 de septiembre de 2025

"LOS GUARDIANES DEL NO" (Ideal 31-825)

 Los guardianes del “no”

Manuel Molina


Cada paso que ha dado la humanidad hacia adelante ha tenido enfrente a un coro que ponía palos en la rueda. Ocurrió con Galileo cuando se atrevió a mirar el cielo y vio que la Tierra no era el centro del universo, sino apenas un planeta más. Cuando la Inquisición le hizo en un tribunal abjurar de ello murmuró en voz baja “Eppur si muove”, (pero se mueve), como quien sabe que la verdad camina sola aunque tropiece con muros de dogmas. Ese mismo murmullo se escucha hoy cada vez que desde la ciencia, la cultura o la misma política se intentan abrir ventanas hacia la evolución. Los guardianes del “no” cambian de disfraz según la época: fueron inquisidores, luego moralistas de café, hoy se esconden tras tertulias televisivas o bulos digitales, voraces y simplistas indignados sin conocimiento. Siempre encuentran un argumento solemne para frenar la corriente evolutiva. Quizá lo que tenemos ahora es un ejército de esos constantes viejos miedos inquisidores que se niegan a morir

Si uno repasa la historia, la reticencia al progreso parece un reflejo casi natural. Cuando Edward Jenner probó la primera vacuna contra la viruela no faltaron quienes lo acusaron de jugar a ser Dios. Cuando Marie Curie habló de la radioactividad, hubo quien prefirió pensar en magia negra antes que en física y cuando Clara Campoamor defendió el voto femenino en el Congreso de los Diputados, en plena República,  algunos diputados sostuvieron que dar voz a las mujeres era “contrario a la naturaleza”. ¿Quién recuerda hoy esos nombres? La historia se ha encargado de sepultarlos en el olvido más justo. No obstante, conviene no subestimar el poder de la negación. Einstein advertía que “es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”. Y no le faltaba razón, cada reforma educativa que ha ampliado a mayor número de población, cada derecho social conquistado, incluso con vidas, o cada avance médico se enfrentan todavía a esa barricada de desconfianza alimentada de nostalgia mal entendida, la coartada mejor vestida del inmovilismo. En Jaén lo saben bien: basta asomarse a la historia del olivar para comprobar cómo la mecanización del campo fue vista como una amenaza, no como una oportunidad. Se miraban con recelo aquellas máquinas que acabarían multiplicando la productividad. El tiempo, juez sin prisa, siempre dicta sentencia a favor del progreso.

Ahora que las energías renovables, la igualdad de género o la movilidad de las personas marcan la agenda del presente, los guardianes del “no” vuelven a levantar la voz. Con los mismos argumentos de siempre, alertando contra los riesgos de lo nuevo. Como si lo viejo no hubiese tenido (y tiene) también sus peligros. El progreso, al fin y al cabo, nunca se impone por decreto ni por mayorías: avanza porque convence y demuestra, porque se instala en la vida cotidiana hasta volverse costumbre. Y cuando eso ocurre, los negacionistas, acaban convertidos en nota a pie de página; mientras tanto hacen mucho ruido, como el de quienes asistían a ver quemar herejes. 


domingo, 24 de agosto de 2025

"ESPERANDO A LOS DEL SENTIDO COMÚN"" (Ideal 24-8-25)

 

Esperando a los del sentido común

Manuel Molina

 

           El filósofo Bertrand Russel nos legó hace años un  pensamiento sobre un concepto muy actual: “todo fanatismo es un refugio de la inseguridad”. Resulta más que evidente que pese a poder disponer de la mayor información y además con inmediatez, pese a ello, no se ha logrado generar seguridad, sino todo lo contrario. Si realizáramos una breve radiografía de nuestra sociedad más cercana, encontraríamos quienes en apariencia han logrado tener una incuestionable seguridad en unos principios a los que se ha accedido a través de ese conocimiento que provoca la era digital. Ahora bien, un porcentaje muy elevado no se asienta en el conocimiento científico, sino en el dirigismo malintencionado o yendo un poco más allá en el bulo. Una vez que alguien se asienta en una parcela ideológica se retroalimenta de lo que ella produce y todo lo ajeno o aquello que lo pone en duda se desdeña; como militancia, se ataca sin miramientos. Nunca se reflexiona sobre el origen de ese planteamiento o la posibilidad de que haya nacido del error o mala intención.  

           Una parte considerable de nuestro país vive en un estado de crispación inusitado. Si realizamos el ejercicio de analizar algunos casos descubrimos que quienes se prestan a lo combativo diario en las filas del fanatismo hace unos años eran personas que no se distinguían por su irascibilidad, ni por su militancia en el cuñadismo exacerbado, pero han llegado a esa situación y se muestran como parte de un ejército adiestrado en defensa del melifluo peso racional. Eso sí, hacen mucho ruido, en redes sociales, barras de bar y reuniones familiares o de amistades. Sin embargo, la mayoría que los soporta o rehúye rara vez intenta contradecir o aportar su opinión frente a ellos. Ese silencio en quien vive enervado se toma como una victoria y puede que en parte lleven razón. Jürgen Habermas lo estudió como acción comunicativa, cuando alguien calla por no discutir, aunque sepa que el otro está equivocado, se rompe lo que él llama la “situación ideal de habla”, ya que se elimina la disensión en el debate. El fanático no sabe esto, pero lo intuye y se refuerza. Michel Foucault analizó cómo el poder se ejerce no solo con la fuerza, sino también a través de los discursos que delimitan lo que se puede decir o callar, basta con que los demás se autocensuren.

           Observo que ante las falacias e imposiciones diseñadas desde opciones de vocación totalitaria se gana terreno aumentando la idea del silencio del otro, frente al error fanático. La mayor parte de la sociedad que atiende a razones reconoce el engaño de la inseguridad, pero no se enfrenta a él y esa es la verdadera victoria de quienes quieren imponer su ideología a través del silencio de la gran mayoría. La historia nos muestra cómo suelen acabar esas situaciones. Como Kavafis esperaba a los bárbaros, esperamos la voz de la mayoría, de los que mantienen el sentido común, de lo contrario fracasaremos como democracia.


"LA TRAICIÓN DEL PSOE" (Ideal, 12-10-25)

  La traición del PSOE Manuel Molina              No resulta fácil escribir en contra de la tortura taurina por puro divertimento en u...