viernes, 8 de enero de 2021

"INCORRECCIONES" en Diario Córdoba

04/01/2021 Hay un sector de voluntariosos depurativos del pensamiento en Estados Unidos que comenzaron derribando esculturas de todo aquello que tuviera tufo de conquista, eso sí, que no fuese la suya y Colón se partió de bruces desde los pedestales. Como quien comienza a ejercer la censura con tijera o excavadora le coge siempre gustillo y se viene arriba, no les bastó con intentar eliminar de la memoria lo que ocurrió, nos guste o no, que en temas bélicos y apropiaciones de territorio ajeno, siempre es asunto muy espinoso. Quienes se alzan contra esos hechos podrían presentarse como encomiables defensores de lo justo y ecuánime, pero hete aquí que los propios se exoneran, llámense generales Custer acribillando indios o primos lejanos matando hermanos porque no querían la libertad de los esclavos africanos, doblados contra su voluntad y con mil fatigas en los campos de algodón. La paja, la viga y los ojos. Siguen con sus tijeras de podar incorrecciones. Cervantes fue otra víctima. Mala vida, muy mala vida le tocó en suerte al de Alcalá de Henares, pero hay quienes quieren seguir dándosela en la memoria. No sé lo políticamente criticable de El Quijote pero lo atisbaron los modernos censores para derrumbarlo también de los pedestales y de las letras que lo significaban en fachadas. El último afectado han ido a buscarlo más allá y le ha tocado el turno a la Odisea de Homero. Ha sido retirado de un centro escolar de Massachusetts por su incorrección política, no la de hace veintipico siglos, sino la de ahora. Con gafas de hoy mirando lo de ayer. El «logro» ha sido celebrado por la pandilla promotora en redes como algo a la altura de las más gloriosas declaraciones de la humanidad. Me parece un disparate valorar desde nuestra mirada actual la obra de alguien porque refleja la sociedad en la que vivió hace tiempo. Habría que elevar una enorme pira de libros con todos los clásicos grecorromanos -ya sabemos cómo gusta esa parafernalia a los intolerantes- ya que están llenos de modelos donde los protagonistas, por ejemplo, pertenecen a familias desestructuradas que generan caos y muertes. En nuestra literatura clásica ‘El Libro de buen amor’ o ‘Don Juan’ arderían por misóginos, ‘La Celestina’ por mostrar la prostitución y avaricia, ‘El Cid’ por racista, ‘El Lazarillo’ por exaltación de la delincuencia y así hasta poder salvar tal vez unos cuantos ejemplares de poca calidad que se ajustaran como videntes futuristas a lo que vivimos hoy día. Resulta de una cortedad pavorosa la revisión del arte centenario y milenario tan solo desde nuestra mirada. Debe hacernos aprender y no censurarlo porque de lo contrario el mensaje queda incompleto, no hubiésemos aprendido de los males de las sociedades autoritarias, del belicismo, de las venganzas, del engaño y de las invisibilidades, sin el arte precedente. No se trata de reescribir Caperucita, sino a partir de ahora hacer una literatura novedosa y atractiva desde nuestra perspectiva, del aquí y ahora. Y si puede ser con calidad, mejor.

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