jueves, 27 de abril de 2023
TALLERES DE HAIKUS DEL PROYECTO "ESCRITORES DOCENTES"
Han sido días de muchos kilómetros y ajetreo impartiendo talleres de haiku y de poesía en el CEIP Carmen de Burgos de Cabra, IES Juan Soto Alvarado de Belalcázar, IES Tierno Galván de la Rambla y el IES Zoco de Córdoba, con el programa escritores docentes de la Red provincial de BB.EE de Córdoba. Permitidme compartir uno de los más bellos cuadernillos que he visto realizar en todos los talleres que he impartido en años. La autora es Lucía, una alumna de Cultura Clásica (4º) del IES Zoco.
domingo, 23 de abril de 2023
"LIBROS, QUÉ LUGARES" (IDEAL, 23-4-1023)
Libros, qué lugares
Manuel Molina
Como Borges, puedo asegurar que estoy mucho más contento de lo que he leído que de
lo escrito. Hace unos días el escritor Lorenzo Silva afirmaba, hablando de su obra, que
no entendía su vida sin los libros, que le habían acompañado siempre y había tenido la
suerte de escribirlos y que se leyeran. Miel sobre hojuelas, que apunta el dicho. Llegado
a una edad en la que se puede mirar por el retrovisor del tiempo puedo afirmar que
siempre he vivido rodeado de libros, desde que pude adquirirlos ya que en mi casa de
una aldea del sur apenas había. Los he disfrutado tanto que podría afirmar que el
porcentaje más elevado de lo que soy, de lo que me permite mirar al mundo se lo debo a
los libros. Desde los primeros cuentos infantiles, el Senda -un libro de lecturas
infantiles-, los primeros versos de Bécquer, hasta las novelas recién escritas o los
sesudos ensayos. La falta de tiempo que nos roba el sistema neoliberal, caso de poder
arrebatarle un poco, la dedicaría a leer un poco más.
Para haber alcanzado el grado de lector que disfruta con los libros debo agradecer
también la labor de las bibliotecas públicas, que por fortuna hoy están muy cerca desde
que un peque entra en infantil hasta que termina el doctorado o un máster. En colegios,
institutos, universidades y edificios públicos se oferta una cuidada y variopinta oferta
libraria para todas las necesidades y edades. ¿Lo valoramos? No lo sé a ciencia cierta,
porque parece que siempre estuvieron ahí y sin embargo, si nos retrotraemos
simplemente hasta el final del siglo pasado muchas no existían. La demanda de parte de
nuestra sociedad aborregada se manifiesta inquieta cuando el ocio se ve interrumpido,
por desgracia, en tal malestar no aparecen las bibliotecas o el precio de las novedades.
Aunque nos sirve recordar lo de Lorca sobre el pan y el libro, si tuviera hambre pediría
medio pan y un libro.
Reconozco que uno de los placeres más sencillos de los que disfruto consiste
simplemente en observar cómo leen los más pequeños, más las chicas. Me aporta una
extraña combinación de emoción y esperanza apreciar cómo los ojillos desfilan de
izquierda a derecha absorbiendo palabras para que el cerebro las transforme en
pensamientos que se quedarán adheridos entre células para conformar la memoria. No
hay máquina que iguale ese mecanismo. Siempre intento regalar libros en la firme
creencia de que existe alguno apropiado para cada persona, como afirmó Umberto Eco
“hay libros que son para el público y libros que hacen su propio público”. Cuánto bueno
me han aportado los libros, en estaciones de autobús y tren, en largos viajes, en los
atardeceres y noches, en la inquieta espera de los hospitales, al borde de una playa, bajo
un parral, rodeado de lenguas extrañas, en cafeterías, en parques y jardines. Con un
mecanismo de funcionamiento muy sencillo: una voz que cuenta y otra que interpreta.
Qué gran invento.
jueves, 13 de abril de 2023
III ENTRE LIBROS Y JARDINES
domingo, 2 de abril de 2023
"ACAUDALADOS PATÉTICOS" (Ideal 2-3-23)
Acaudalados patéticos
Manuel Molina
Reconozco que cuando escuché por primera vez que Ana Obregón iba a ser madre se trataba de una broma al uso de las que realizan algunos programas radiofónicos, a modo de inocentadas o bulos cómicos. Pero pasé de la sonrisa que provocaba el ingenio de algún guionista a la mueca de incredulidad y de ahí a una sensación de pena y desolación. Siempre me ha parecido que el recurso de un vientre de alquiler representa todo lo peor que puede alcanzar el ser humano desde un punto de vista ético. La justicia social resulta inevitable para que quienes menos tienen no sean un mero objeto ante el capricho de quienes tienen mucho. Resultaría muy triste aceptar que todo se vende, que todo puede tasarse en un precio, hasta la vida humana. Se trata tan solo de que la oferta sea aceptable a las necesidades y expectativas de alguien que lo necesite. Así de triste.
Pero más que la patética actitud de la ínclita me preocupan quienes muestran una absoluta normalidad y comprensión ante el hecho de comprar un ser humano a la carta. Se muestra como argumento en este caso que la señora sufre un luto lamentable, como por desgracia sufren muchas personas, y como hay posibles en un banco decide pagarle a una persona para que tenga un hijo siendo ella casi septuagenaria. Pagar, así de triste, y asumir desde el más absoluto egocentrismo que verá crecer una persona a la que lleva casi setenta años de diferencia. Ser padre o madre no es un derecho, ni una obligación, pero lo hemos convertido en moda a la que se apuntan quienes tienen capricho y bastantes ceros en la cuenta corriente. Muchos faranduleros, por cierto. Todo tiene un precio y existen quienes ofertan y quienes pagan.
Para quien ha realizado una adopción resulta incomprensible cómo alguien puede ser tan narcisista y escaso de generosidad recurriendo a comprar un ser humano –lo de alquiler de vientre resulta tan eufemístico- a la carta, blanquito, con ojos azules, que son los que más cotizan. Voy a ser papá, voy a ser mamá. Lo compro. Y qué decir de algo parecido a la mencionada moda, fulanito (o fulanita) ha alquilado un vientre, pues yo también, como el marqués de El Viso, porque quiero y puedo. Y son tan, tan felices cuando los muestran a cámara. Mientras, en los orfanatos, alguien espera. “Es que”. Claro que se dan muchos “es que” porque hay que proteger a un ser indefenso, para eso existe el derecho y el estado.
Hace poco leí una novela inquietante El chino, del sueco Henning Mankell. No es la mejor de este autor, pero plantea algo que hila con nuestro asunto. Como todo se puede comprar no habría impedimento en que a los condenados a muerte se les practicara la extirpación de órganos y los acaudalados, caso de que los necesitaran, los compraran. No haría falta ni alquilar a nadie. ¿Cuestión ética? Si existe se puede comprar. ¿O no?
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