domingo, 21 de julio de 2024

"OLIMPISMO A GARROTAZOS" (Ideal 21-7-24)

Hace poco aportaba el filósofo José Antonio Marina un matiz sobre la libertad de expresión y de manera sucinta venía a exponer que todos debemos tener derecho a poder opinar, pero no todos debemos opinar, si no tenemos conocimiento o argumentación suficiente sobre un hecho. Desde luego, si uno recorre las redes sociales descubre que precisamente se da la circunstancia de prevalecer todo lo contrario. La socióloga Sherry Turkle, en su libro 'Reclaiming the Conversation: The Power of Conversation in the Digital Age', sostiene que «la tecnología nos distancia de la conversación auténtica y la falta de práctica aumenta la posibilidad de malentendidos mutuos y deshumanización de los demás». Esta deshumanización es evidente en las redes sociales, donde el anonimato y la distancia física parecen permitir comportamientos que nunca toleraríamos en persona. También podemos echar mano de otro filósofo, Byung-Chul Han, en su obra 'La Sociedad de la Transparencia', sugiere que la exposición constante y la búsqueda de visibilidad a toda costa «fomentan una cultura del espectáculo donde lo importante es ser visto, sin importar cómo». La mala educación está bien vista en redes sociales, convertida en un reflejo de nuestras propias deficiencias como sociedad. El afán de protagonismo a menudo degenera en provocaciones y comentarios hirientes, porque cualquier atención, aunque sea negativa, se percibe como una victoria. Tenemos un claro ejemplo en la reciente Eurocopa de fútbol y el día después a la victoria. Durante una semana se han lanzado mensajes como en el 'Duelo a garrotazos' de Goya. Se convertiría en tarea titánica simplificar las aberraciones vertidas dando razón a todo le expuesto con anterioridad en esta columna. Se ha simplificado la expresión de las ideas en dos bloques: apoyo incondicional a mi ídolo favorito/odio visceral a mi villano favorito. De hecho cuando conoces a alguien un poco y te encuentras su vómito digital, a veces sin el menor rubor de criticar lo que se practica como propio, llegando a la conclusión de que vamos mal; sobre todo con el mensaje que cala en jóvenes cachorros que apenas disciernen esa doble dualidad y mimetizan. Visto lo ocurrido tras la Eurocopa no quiero ni imaginarme lo que serán las Olimpidas de París. Me aventuro a pensar la frenética actividad de 'los Goebbels' de turno indagando en el curriculum, biografías y redes de quienes competirán bajo la bandera de España. Se encomendará a cargar las baterías excrementales para enchufar los ventiladores ante el triunfo de cualquier atleta que no cumpla con un canon establecido como propio y se diseñarán memes básicos para ridiculizar actitudes de quienes pudieran beneficiar al ídolo favorito, pero sobre todo ridiculizar al villano favorito, en el que Pedro Sánchez ocupará el número uno de los destacados, con la ínclita Isabel Díaz Ayuso a rebufo y Feijoó tercero, si quiere. Mientras tanto, espero que nos dejen disfrutar a quienes nos encanta el deporte y tenemos la ocasión de disfrutarlo en una televisión pública. Como en aquel viejo programa ya saben, a insultar

miércoles, 3 de julio de 2024

ENCUENTRO CON EL CLUB DE LECTURA DE ZAMORANOS

Mañana jueves 4 de julio compartiremos Nani Cano Montoro y un servidor encuentro con el club de lectura de Zamoranos. A las 20 horas.

martes, 2 de julio de 2024

"LOS GORRIONES" (Ideal, 30-6-2024)

Los gorriones Manuel Molina Uno de los fragmentos que más admiro de la literatura española lo insertó en Platero y yo el Nobel Juan Ramón Jiménez, referido a los gorriones una mañana de domingo, como hoy, donde podemos leer: “sin fatales obligaciones, sin esos olimpos ni esos avernos que extasían o que amedrentan a los pobres hombres esclavos, sin más moral que la suya ni más Dios que lo azul, son mis hermanos, mis dulces hermanos”. Vitales para nuestro ecosistema los diminutos gorriones no solo añaden un toque de vida a las calles que nos rodean, sino que también desempeñan roles cruciales en la ecología. Los más cercanos me conocen y esperan para que les ofrezca algunas migajas. Resultan tan amistosos como atrevidos. Los gorriones, con sus plumas marrones y canto alegre, son más que simples aves comunes. "Los gorriones son una pieza clave en el engranaje de la biodiversidad urbana", comenta el ornitólogo Juan Pérez, aún más: "su presencia indica un equilibrio saludable en el medio ambiente, ya que ayudan en el control de insectos y en la dispersión de semillas". A lo largo de los años, la relación entre humanos y gorriones ha sido simbiótica. Sin embargo, la reciente disminución en las poblaciones de gorriones en varias ciudades del mundo es alarmante. Un estudio realizado por BirdLife International destaca que "la pérdida de hábitat, la contaminación y la falta de alimentos adecuados son factores principales que contribuyen al declive de estas aves". Con lo resistentes que se muestran en esos cuerpecillos plantando cara a fornidas palomas y voraces mirlos; sin embargo, desciende su número. Los hábitat urbanos, con su crecimiento desmesurado y expansión sin escrúpulos medioambientales han reducido drásticamente los espacios verdes necesarios para que los gorriones encuentren refugio y alimento. Además, el uso de pesticidas, la contaminación del aire y la degradación del alimento afectan negativamente a su salud. Es fundamental que tomemos conciencia de esta situación y actuemos para preservar a estos pequeños héroes urbanos. "Los gorriones son indicadores de la salud ambiental de nuestras ciudades", afirma la bióloga María López. "Protegerlos no solo beneficia a estas aves, sino que también mejora la calidad de vida de los seres humanos, promoviendo un entorno más limpio y saludable". Podemos preguntarnos qué podemos hacer para ayudar. Una opción es fomentar la creación de más espacios verdes urbanos, como parques y jardines comunitarios, que proporcionen refugio y alimento a los gorriones. Además, reducir el uso de pesticidas y promover prácticas de jardinería sostenible son pasos vitales para asegurar la supervivencia de estas aves. Estos pájaros, aunque pequeños, son un recordatorio constante de la belleza y la resiliencia de la naturaleza, incluso en medio de la urbanización desenfrenada. Como nos enseñó el naturalista Henry David Thoreau, "En la naturaleza, las cosas pequeñas no son pequeñas". Los gorriones son prueba viviente de esta verdad, y es nuestra responsabilidad protegerlos y valorar su papel en el ecosistema urbano. Yo les pongo algunas migas en alféizar y les silbo para llamarlos. Acuden contentos.

lunes, 24 de junio de 2024

SOBRE LA ENSEÑANZA PÚBLICA Y PRIVADA (El País 24-6-24)

En la recta final de la campaña electoral de las pasadas elecciones europeas, Podemos difundió un vídeo sobre su candidata, Irene Montero, en el que se hacía un retrato muy elogioso del colegio concertado en el que había estudiado y de su proyecto educativo. Por supuesto, en las redes sociales se desató una discusión encendida y poco matizada entre los detractores de Montero, que cuestionaban su compromiso con la educación pública, y sus defensores, que alegaban que el colegio concertado en cuestión era una cooperativa laica progresista y no un negocio de una orden religiosa. En mi opinión, el cruce de acusaciones partidistas estaba mirando al lugar equivocado. No hay motivo para dudar del apoyo a la educación pública de Irene Montero, Podemos, Sumar o cualquier otra organización de izquierdas. Lo relevante era que por primera vez el equipo de comunicación de un partido a la izquierda del PSOE, consciente o inconscientemente, reconocía un cambio de largo recorrido de la relación de nuestra sociedad con su sistema educativo. Las organizaciones de izquierda siguen apostando por la educación pública como un pilar de la democracia, sus votantes… no tanto. Hay un famoso lema de las movilizaciones en defensa de la educación pública que dice: “Educación pública: de todos para todos”. Al menos en algunos lugares de nuestro país, es un deseo piadoso alejado de la realidad. Hace años asistí a una jornada de puertas abiertas en un colegio público de Madrid. Cuando el director del centro terminó su presentación, una pareja le preguntó cuánto había que pagar al mes para asistir al colegio. El director, estupefacto, les aclaró que era gratis. La educación pública ha dejado de formar parte del sentido común de grupos sociales cada vez más amplios y en las grandes ciudades hay tramos educativos en los que la educación pública va camino de convertirse en residual. El 65% de los estudiantes de ESO de Madrid asiste a centros privados o concertados y hay cuatro distritos —cada uno de ellos con más de cien mil habitantes— en los que ese porcentaje supera un alucinante 80%. Las críticas tradicionales de la izquierda a la educación concertada se centraban en su relación con la iglesia católica, así como en el enorme gasto público que supone (bastante más de mil millones de euros anuales tanto en la Comunidad de Madrid como en Cataluña). Todo ello sigue siendo cierto, pero a veces esa crítica heredada no nos deja ver el bosque de los efectos de la privatización. Muchas familias usuarias de la concertada perciben el carácter confesional de los colegios a los que asisten como una molestia menor, se matriculan en ellos a pesar de ser colegios religiosos. Lo que está en juego en la pelea por la educación pública ya no es sólo un modelo educativo más o menos igualitario, sino un modelo de sociedad más o menos igualitario. Y creo que el único balance realista es reconocer una victoria arrolladora del elitismo. En las últimas décadas, la derecha política ha convertido la educación privada en una maquinaria implacable de creación de consenso y cohesión social. La red privada-concertada ha dejado de ser un mero mecanismo de protección de los privilegios educativos de una pequeña élite para convertirse en un proyecto de socialización conservadora y meritocrática capaz de interpelar con éxito a millones de personas. En una sociedad compleja, el liderazgo de una clase social siempre se construye amalgamando parcialmente los intereses de grupos sociales muy distintos, con situaciones y valores en tensión o incluso contrapuestos. Precisamente la escuela concertada ofrece a colectivos amplios y heterogéneos una alianza con las clases altas: una versión low cost de la educación privada que millones de familias de muy distinta condición perciben como una garantía de la reproducción de su estatus o, alternativamente, una promesa aspiracional de movilidad social ascendente. Por eso el menú de la concertada se amplía cada vez más incluyendo desde opciones progresistas y pedagogías innovadoras hasta colegios laicos de alta exigencia académica tradicional pasando incluso por una red segregada de colegios religiosos dirigidos a familias de bajos ingresos y, muy especialmente, migrantes. Todas esas experiencias heterogéneas tienen, en primer lugar, un atractivo negativo: como mínimo prometen esquivar algunos de los problemas reales o imaginarios de la escuela pública. Por eso, la crítica de las cuotas ilegales que cobran prácticamente todos los centros concertados yerra el tiro: las cuotas son tanto un peaje como un servicio que ofrece la concertada a las familias para garantizar la segregación que —con mayor o menor entusiasmo o incluso inconscientemente— buscan. Se suele decir que las victorias políticas se pueden calibrar evaluando la capacidad de un proyecto para transformar a sus adversarios. Si el triunfo de la educación concertada es tan aplastante no es solo por la cantidad de gente que opta por ella, sino por sus efectos en la educación pública. La privatización ha inyectado segregación en la red pública. Cada vez más colegios públicos imitan las triquiñuelas administrativas a las que recurre la concertada para seleccionar a su alumnado: criterios larvadamente racistas que privilegian a los hijos de “antiguos estudiantes” (o sea, estudiantes blancos), laberínticas cartografías de las zonas de adscripción del centro para esquivar ciertas calles... Al mismo tiempo, un grupo pequeño pero ruidoso de docentes asustaviejas difunde un diagnóstico catastrofista de los colegios e institutos públicos, confundiendo su propio malestar laboral con una evaluación objetiva. No creo que los apóstoles del apocalipsis de la bajada de nivel y la falta de disciplina estén a sueldo de la patronal de la educación concertada, pero si lo estuvieran no necesitarían cambiar ni una coma de su discurso. Ante este panorama, la actitud de muchos partidarios de la educación pública puede resumirse parafraseando un titular del periódico satírico The Onion: “La educación pública termina la guerra con la concertada en un meritorio segundo puesto”. Hemos asumido la derrota y nos hemos conformado con la superioridad moral, a veces exhibiendo nuestro uso de ese servicio público como si fuera una condecoración. No parece una estrategia política muy prometedora. Los defensores de la pública no luchamos ya solo contra un puñado de curas mal dispuestos a perder su cuota de negocio. La gente acude a la concertada por distintos motivos. Algunos son inaceptables porque tienen que ver con el racismo y el clasismo y el Estado debería ser implacable para que ningún centro privado (¡o público!) siga segregando. Otros motivos son más complejos y cualquier proyecto de contraataque de la pública debería tenerlos en consideración. Hay familias —por ejemplo, de estudiantes con necesidades educativas especiales— que tienen muy buenas razones para sentirse maltratadas y expulsadas de la red pública. Otras aspiran a participar en una comunidad educativa digna de tal nombre, e incluso la escucha clientelar que ofrece la concertada les parece preferible al búnker burocrático que blinda la educación pública a la participación. Hay familias que buscan pedagogías más amables e innovadoras y otras, por el contrario, impresionadas por el colapsismo pedagógico, reclaman de la concertada tradicionalismo pedagógico que prepare a sus hijos para la jungla laboral… La victoria de la concertada es el resultado de una estrategia deliberada, masiva y fanática de desinversión, desprestigio y hostilidad por parte de los gobiernos de derechas. Pero acabar con el austericidio solo puede ser el primer paso y, en realidad, el menos importante de un proyecto educativo contrahegemónico valiente y generoso, que convierta la educación pública en una parte importante de la vida de personas con valores y situaciones sociales muy diversas. Necesitamos salir de la trinchera y conseguir que una gran mayoría social vuelva a tener la seguridad de que una educación compartida y que no deja a nadie atrás es el mejor legado que puede ofrecer a sus hijos.

domingo, 23 de junio de 2024

"ELOGIO DE LA PIPIRRANA" (Ideal 23-6-24)

Elogio de la pipirrana Manuel Molina La pipirrana jienense no es sólo una ensalada fría, también es un tesoro culinario que representa la esencia de la cocina tradicional andaluza. Un plato humilde y sofisticado refleja el arte de convertir ingredientes simples en una experiencia culinaria. La pipirrana procede de Jaén y es símbolo de frescura y sabor auténtico, de cuando los tomates ya se encañan enrojecidos, los pepinos reptan crecidos desde la flor de la mata, los primeros pimientos verdean y crecen para convertirse en hortaliza y han dejado el silencio de tierra las cebollas. Al lado de la huerta puede que las gallinas picoteen sueltas su almuerzo y nos premien con huevos que contienen nutrientes naturales y alegría. Los tomates maduros, los pepinos crujientes, los pimientos verdes y las cebollas finamente picadas añaden frescor, textura y un atractivo colorido a la base de este plato. La salsa, compuesta por aceite de oliva virgen extra –esto es Jaén-, vinagre, sal y ajo, transforma estos ingredientes en una sinfonía de sabores que recuerdan a la calidez y generosidad del sol y el campo, ligados con ajos y las yemas de los huevos se unirán para crear un reguero de sabor único, El alma de la pipirrana es especialmente el aceite de oliva. El "oro líquido" de los extensos olivares de Jaén que aporta a los platos riqueza, recordándonos la importancia de la tierra y la artesanía que configuran nuestra cultura culinaria. Además, la pipirrana no sólo es un placer de sabor sino que también representa la identidad y el orgullo de la gente, cuántas mujeres anónimas han picado, pelado y majado en un dornillo los ingredientes para que siempre (meritazo) haya gustado el plato. Esta es una receta singular, antaño de temporada, transmitida de generación en generación para reunir a familiares y amigos alrededor de la mesa. Cada cocina familiar cuenta una historia, una parte valiosa y compartida. La pipirrana de Jaén es testimonio del ingenio y agudeza, de multiplicación de lo cercano en esquisitez, que tan bien caracterizan la cocina andaluza. Es un plato que celebra lo sencillo, la autenticidad y la localidad; lo cercano e invita a quien lo prueba a disfrutar de la vida con la misma alegría y pasión que quien lo cocina. Al homenajear a la pipirrana, honramos una tradición viva, una tierra fértil y una cultura tan sabia como rica. La cofradía gastronómica El Dornillo, de la Sierra Sur jienense en su inquieta y variada actividad, generosa, por cierto, al actuar hacia fuera de ella en lugar de hacia dentro como otras sociedades al uso, va a celebrar con instituciones en la capital jienense el día mundial de la pipirrana. Por ganas no se les puede poner un pero. Y me parece estupendo por la reivindicación de ese espacio rural aún habitado, que atesora en su vida cotidiana unos valores antaño injustamente tratados como catetez desde los altivos postulados capitalinos para ahora anhelarlos, la riqueza gastronómica y el ritmo de vida ahora son “delicatessen”. Viva la pipirrana.

lunes, 17 de junio de 2024

"NInguna gracia" (Ideal15-624)

Ninguna gracia Manuel Molina Un extraño alien y esperpento político de extrema derecha ha llegado al Parlamento Europeo con tres eurodiputados y el 4,59% del voto, lo que representa un total de 799.307 votantes. El partido de Yolanda Díaz, Sumar, que es parte del Gobierno central, ha obtenido los mismos escaños. La información relevante sobre este nuevo partido político desde su financiación hasta los principales apoyos se desconocen. Pero sí sabemos que la cabeza visible de la orquestación en marzo de 2020, durante la pandemia del coronavirus, fue condenado por afirmar que Manuela Carmena recibió un respirador para no tener que esperar en un hospital público de Madrid. En otro marzo, ya de 2023, fue sentenciado a borrar el tuit y a pagar 5.000 euros a la exalcaldesa. Además, ha tenido numerosas disputas con periodistas conocidos a los que abiertamente acusa de tener conexiones con partidos políticos. No obstante, estos discursos, aunque contengan engaños, han logrado abrir un espacio en la sociedad, sobre todo entre los más jóvenes, que consideran todo esto después de raciones de botellón y pantallas con mensajes cortos, una gracieta; aunque maldita la gracia que tiene. La política se ha convertido en un pasatiempo trivial, donde prevalece la lucha por la atención pública, donde los instintos más bajos de esta estúpida y simplificada sociedad quedan expuestos dándose la circunstancia de poder atraer votantes a través de la acción patética. Nihil novum sub sole. Ya estaba inventado y hemos sido testigos del nacimiento, auge y deposición de engendros políticos como los creados por Ruiz Mateos (“que te pego leche”) o Jesús Gil (bueno pondremos dos: “Soy el nuevo opio de pueblo”, “Soy peor que Hitler”). Ha habido capacidad de deglución pero mientras tanto ahí han estado, con su cínico menosprecio a la democracia como una broma. El problema reside en la extensión de la imbecilidad que respalda proyectos maléficos que se creen chistes inocuos, pero que pueden aportar trágicas consecuencias. Los partidos tradicionales deberían tomar nota y preocuparse de estos extraños populismos, en primer lugar en el intento de comprender por qué los jóvenes se entregan a estas veleidades, qué ha ocurrido para que se haya llegado a esa situación. Decía un filósofo que la historia se muestra primero como tragedia y con posterioridad se repite en forma de farsa. El populismo político, aunque atractivo como observamos, puede ser peligroso para la estabilidad y la democracia. Los líderes populistas suelen explotar el descontento social y económico, prometiendo soluciones rápidas y simples a problemas complejos. Sin embargo, estas soluciones suelen resultar impracticables y pueden socavar las instituciones democráticas. Según Jan-Werner Müller, profesor de política en la Universidad de Princeton, "el populismo no es solo una forma de hacer política; es una forma de distorsionar la política al dividir a la sociedad en el pueblo puro contra una élite corrupta". Esta retórica divisiva puede conducir a una polarización extrema y a la erosión de los valores democráticos fundamentales, que tanto cuesta alcanzar y sobre todo, mantener. No tienen ninguna gracia.

domingo, 26 de mayo de 2024

"LA VIEJA EUROPA" (Ideal, 26-5-24)

Una constante a lo largo de la historia europea ha consistido en matarnos los unos a los otros, aún cerca los rusos con los ucranios lo siguen practicando. Que si unas tierras, que si un dios que no es el mío, que si este rey y aquella sobrina, que si esta frontera o aquella colina. Europa ha sido un escenario de conflictos y guerras casi constantes, marcando profundamente el desarrollo del continente y sus sociedades. En la antigüedad, los conflictos entre las ciudades-estado griegas, como las Guerras del Peloponeso entre Atenas y Esparta, que reflejaban las tensiones políticas y económicas de la época. El Imperio Romano, por su parte, extendió su dominio a través de campañas militares, incluso internas como las guerras civiles que llevaron a la caída de la República y el surgimiento del Imperio. Durante la Edad Media, las invasiones bárbaras, las cruzadas y las guerras feudales moldearon el mapa político y social de Europa a base de sangre. Siguieron la terrible Guerra de los Cien Años entre Inglaterra y Francia, o las provocadas por la Reforma y Contrarreforma. Unos territorios anhelaban otros como Francia, Inglaterra o Alemania que invadieron otros hasta llegar al siglo XX con las terribles Primera y Segunda Guerras Mundiales. La literatura nos ha advertido de cómo los valores más importantes sobre los que reside la democracia, la libertad y la elección, pueden acabar generando uno de los peores monstruos que lo dinamitan desde dentro: el aprovechamiento de los mecanismos de la propia democracia para destruirla. El caso contrario no ocurre. Hermann Rauschning creció fascinado por el partido nazi alemán, pero una vez descubierto lo que alentaba se convirtió en un crítico feroz como nos legó en “la noche de los cuchillos largos” o Sebastian Haffner en “Historia de un alemán”, autobiografía que ofrece una visión personal y aguda de la vida en Alemania durante el ascenso del nazismo. Las consecuencias de los extremismos también nos los analiza Hannah Arendt en "Los orígenes del totalitarismo". Todos destacan cómo surgió el fascismo de las urnas para alzarse con el poder y destruir la democracia y las vidas humanas. Esos partidos ahora han crecido y ya sin máscara aspiran poco a poco a regir Europa, para doblegarla y anularla en su peligrosa visión. Hay quienes ven con simpatía la ultraderecha, tal vez como respuesta a lo que no les encaja como visión personal en su día a día político. La democracia resulta el medio menos malo de gobernarnos y nunca hemos vivido tanto tiempo sin matarnos los unos a los otros que con ella. Resulta paradójico que critiquen “paguitas” quienes viven de la subvención europea del campo sin pisarlo o con latifundios heredados también euromantenidos, quienes alientan la xenofobia pero darían la vida por un equipo con diez jugadores negros, quienes siendo gays pertenecen y se enorgullecen de instituciones que no los reconocen. Así se expande el peligro de las sirenas del fascismo, crees y apoyas voluntariamente lo contrario de lo que eres.

domingo, 12 de mayo de 2024

"NOVELA HISTÓRICA" (Ideal 12-5-24)

Si nos hablan de novela histórica en nuestro país y nos piden un autor, casi seguro que uno de los más repetidos sería Benito Pérez Galdós, con una ingente parte de su producción literaria dedicada a reproducir cuidados argumentos ambientados en la Guerra de la Independencia o la Revolución Liberal, con una maestría absoluta hasta convertirlo en uno de nuestros más grandes escritores a través de los Episodios Nacionales. La novela histórica ha desempeñado un papel crucial en el panorama literario español, sirviendo como una popular herramienta para explorar el pasado y comprender mejor el presente. Este género no solo entretiene, sino que también ofrece la posibilidad de educar más allá del contacto con la historia que se produce tras la enseñanza reglada, ya que ofrece una privilegiada ventana retrovisora a la complejidad de los acontecimientos históricos, filtrados por tramas entretenidas. En un país tan rico en historia como el nuestro se convierte en un puente entre el pasado y el presente, permitiendo al lector sumergirse en agudos entresijos y conectar con las experiencias humanas de otros espacios y tiempos, puesto que existen emociones perdurables. La importancia de la novela histórica radica en su capacidad para recrear épocas pasadas de manera convincente, de forma verosímil aunque no real. Como afirmó la novelista española María Dueñas, "la novela histórica nos permite viajar al pasado sin renunciar al disfrute de la ficción". A través de la indispensable investigación meticulosa y la imaginación del autor, se recrean escenarios históricos, se da vida a personajes tal vez olvidados o desde perspectivas novedosas y se exploran los acontecimientos que han moldeado una identidad. Además de proporcionar entretenimiento, la novela histórica cumple una función pedagógica parecida al docere et delectare latino, enseñar deleitando. Al sumergirse en las páginas de este género, los lectores tienen la oportunidad de aprender de manera accesible y atractiva. Tal vez en ello radique el éxito editorial y consumo que la acompañan últimamente. Nos sorprenden las enormes cifras de ventas en librerías y préstamos en bibliotecas. No siempre todo puede contar con un beneplácito consensuado y nos encontramos críticas. Algunos la observan como un género que trivializa o distorsiona la historia en aras del entretenimiento. Pero no debemos desdeñar que quien realiza la lectura acepta el pacto literario de “creer” a lo largo de las páginas lo que le cuentan tratándose en realidad de una manera de ficcionalización, la cual utiliza fuentes documentales para moldear un acercamiento a un periodo, por ejemplo como señala Luz Gabás: "los personajes de una novela del siglo XVI no se expresan como en ese siglo, salvo tal vez una honrosa excepción”. El desaparecido Carlos Ruiz Zafón, recordaba que "la historia es nuestra memoria colectiva, y la novela histórica nos permite explorarla y comprenderla de una manera emocionante y significativa". Esos dos aspectos tal vez demuestren la viveza de un género en pleno esplendor. Y un apunte más, tal vez afortunado fruto de nuestro tiempo, cuántas escritoras de novela histórica y cuántas lectoras.

martes, 7 de mayo de 2024

"SOBRE EL TRABAJO" (Ideal 5-5-24)

Sobre el trabajo Manuel Molina Hace tiempo, cuando la televisión entretenía y transmitía conocimiento provechoso, es decir, antes de que se hubiese convertido en esta especie de casquería y especiado con la habilidad de la falta de digestión al deglutir, el periodista inigualable Jesús Quintero entrevistaba en uno de sus programas a un persona singular donde los hubiera –ambos ya nos están- “el sabio Tarifa”, de estampa senequista y humor socarrón. En el programa hablaban de lo anecdótico y de lo trascendente, de lo divino y lo humano. Para crear ambientación; y tras de una de esas expresivas pausas del “Loco” le lanza una pregunta al gaditano: “¿tú crees que el trabajo es bueno?”. El sabio se reincorpora del asiento, toma una copa de vino, da un sorbo, la vuelve a dejar en la mesa y con media sonrisa y voz contundente responde: “el trabajo es malo, pero nos hemos acostumbrado”. Recibí un saetazo, porque nunca había apreciado esa visión tan acertada. Había puesto la piedra basal de nuestra existencia, sobre la que basculamos con cierto entusiasmo o como una maldición. Eran otros tiempos. Me resulta curioso un aspecto del trabajo. Una visión que incardina con el tertuliano de Quintero radica en que la gran mayoría no desearía trabajar, como el escribiente Bartleby, creado por Herman Melville en 1853 caracterizado por su actitud pasiva en el trabajo y su repetida frase "Preferiría no hacerlo", la cual utiliza como respuesta a cualquier petición que se le hace para realizar una tarea. Una aspiración de muchas personas que he conocido, pese a tener un trabajo más o menos digno, residía en convertirse en jubilados prematuros, no por una cuestión real, sino por alcanzar un estado para dedicarse a lo que verdaderamente les interesaba; eso sí con la red protectora de una paga. Así conocí gente al modo del bíblico Lázaro que casi sin poder moverse adquirió tras su meta una capacidad inigualable de movimiento en sus propios asuntos. Se reían de Barack Obama que proclamaba que el trabajo no solo nos da dinero, sino también dignidad y un propósito en la vida. Bueno, si entendemos el no trabajo, también vale. Por otro lado, también me llama la atención la dicotomía existente entre quienes no quieren trabajar y se la averiguan de una u otra forma en esta vida para llevarlo a cabo con éxito; y sobre todo, quienes se empeñan en alcanzar un trabajo y no hay manera de que les sea fructífero, dando saltos de mata sin alcanzar una continuidad merecida. La preparación, el empeño y la constancia ante el fracaso no garantizan la certeza de alcanzar una situación laboral deseada. Existen quienes como Sísifo, caen una y otra vez y quienes con una flor en salva sea la parte obtienen su objetivo a las primeras de cambio. Pertenezco a los que le costó demasía lo pretendido. Por ello no soporto el más mínimo tipo de “enchufe” al que somos tan dados, ni a quienes ostentan acomodados trabajos y lo menosprecian.

lunes, 22 de abril de 2024

"LIBROS EN LA ERA DIGITAL" (Ideal 21-4-24)

Libros en la era digital Manuel Molina En la era digital instantánea los libros parecían estar destinados a su desaparición, como una muerte anunciada y si acaso relegados a poca lectura en pantallas. Sin embargo, el libro tradicional en papel goza de buena salud encontrando en nuestras calles rótulos maravillosos donde se lee “librería”. Es más, he encontrado en los últimos años románticos emprendedores afanados en abrir algún establecimiento con ese nombre. Su presencia tangible en nuestras vidas es crucial, resistiendo con la opción también extendida de la compra remota. Los libros, decía hace poco Manuel Vilas, mantienen el aroma de quien antes los leyó y de los lugares donde habitan. Todos tenemos la sensación que irradia la mezcla de tinta, papel y cola en un libro nuevo. A mí me retrotrae a los inicios de curso cuando recibías alguno para forrarlo o el primero que publiqué. Hemingway escribió lo siguiente: "No hay nada que escriba que no sea la verdad". Esta cita encapsula la esencia de la importancia de los libros. A través de las páginas impresas, los autores transmiten sus visiones del mundo y sus enriquecedoras reflexiones. Como lectores recibimos esa experiencia vicaria, somos espectadores de otro ser humano y comprendemos su perspectiva única. Conocemos un asesino o un redentor; no lo somos pero lo vivenciamos. Nos convertimos en testigos de otra verdad, la que contienen historias contadas por autores que incluso trascienden el tiempo y el espacio. La narrativa digital, tan unida a lo visual, no soporta esa circunstancia y queda fácilmente diluida. A través de la lectura, tenemos acceso a una vasta cantidad de conocimiento que va desde las teorías científicas más avanzadas hasta enormes lecciones de vida, de visiones poéticas de la realidad hasta el clásico placer de inventar historias que nos atrapan en su verosimilitud o fantasía. Los libros nos permiten expandir nuestros horizontes en un necesario ejercicio de concentración e individualidad, con independencia de que compartamos la experiencia a posteriori. Desplazamos la mirada por las líneas de un libro y alzamos de vez en cuando la vista para digerir lo leído. Qué comunión se produce cuando alguien percibe que le han contado lo que pensó o intuyó, pero de una manera enriquecida, cargada de belleza. Gabriel García Márquez, el ilustre nobel colombiano, lo expresó así: "La literatura es el arte de descubrir algo extraordinario sobre algo ordinario". Sin embargo, la importancia de los libros va más allá. Su presencia física en nuestras vidas tiene un impacto significativo y bienestar emocional. Hay libros sanadores o calmantes y no son precisamente de autoayuda La experiencia táctil de sostener un libro, pasar sus páginas y sumergirse en su historia proporciona una sensación de calma y satisfacción que es difícil de replicar en el mundo digital. En un momento en que la atención se dispersa fácilmente y la ansiedad está en aumento, los libros ofrecen un refugio tranquilo, se yerguen como faros de luz en la oscuridad, recordándonos que incluso en los momentos más difíciles, nunca estamos solos.

lunes, 15 de abril de 2024

"AUPA ATHLETIC" (Ideal 14-4-24)

Aupa Athletic Manuel Molina Hace ciento treinta y cuatro años se fundó un club en Bilbao que está de moda, el Athletic, fruto de la llegada de industriales ingleses y de estudiantes que conocieron ese deporte en las islas, entonces llamado “sport”. Ya había ocurrido algo parecido en Huelva, también fruto de la industrialización que llevaron a cabo empresas inglesas expandiendo la práctica del fútbol entre propietarios ingleses y trabajadores onubenses. Lo hicieron también el tenis o el golf, pero el primero se popularizó más. El equipo bilbaíno acaba de ganar la Copa del Rey y la ciudad se ha echado a la calle para celebrarlo, como se celebran esas cosas en la zona, a lo grande. En un deporte tan sobrevalorado e hiperbólico como el fútbol, uno de los mayores ejemplos de mercantilización globalizada, resulta curioso que un puñado de deportistas del terruño, le hayan plantado cara a los grandes clubes con sus carísimos fichajes internacionales - en el Real Madrid, por ejemplo suele jugar tan solo un jugador nacido en España- y los hayan derrotado, Hecho cada vez más infrecuente, que resta vistosidad e interés a ese deporte, megafinanciado por multinacionales y estados petroleros. Tengo dos entrañables anécdotas que hablan de la filosofía de ese admirable club. La primera ocurrió en el propio Bilbao, donde había llegado de paso hacia otro destino y decidí con mi familia visitar la ciudad. Recalamos en el bar y sociedad gastronómica de la peña más antigua del club, ubicada en el casco viejo de la ciudad. Poco puedo añadir de lo que puedan imaginar sobre cómo fue la degustación de pinchos y platos junto a txacolines. Pegamos la hebra con uno de los encargados del negocio. Le comenté que me hubiese gustado visitar el viejo San Mamés, ya cerrado, antes de que lo derribaran y habérselo mostrado a mi hija. Me dijo que eso no podía quedar así, si yo había hecho más de mil kilómetros con ese deseo no me podía marchar sin haberlo conocido. Realizó varias llamadas y volvió con una sonrisa: “a las cinco en la puerta tal, os esperan”. Agradecí de todo corazón tan generoso gesto y nos dirigimos hasta allí. Nos esperaba un empleado del club para sumarnos a una visita oficial que realizaban unos dirigentes del Ajax de Amsterdam, “Perdonad, pero para entendernos hablaremos en inglés”. No importaba. Emoción. La otra anécdota ocurrió más lejos, en un lugar muy deportivo, las ruinas de Olimpia en Grecia. Con un gran calor salimos a una terraza cercana tras el recorrido para refrescarnos. Un camarero griego, ya mayor, se dirigió a nosotros con un perfecto: “¿de dónde sois?”. Como la mayoría provenía de Córdoba indicaron ese nombre y este añadió: “pobrecillos su equipo de fútbol siempre hundido en segunda B”. Conocía al dedillo todo sobre las principales ligas de fútbol españolas. Le pregunté por su equipo favorito: “el único en el que todos sus jugadores son españoles”. Sacó un llavero con el escudo del Athletic y lo besó.