domingo, 27 de diciembre de 2020

RESEÑA EN CUADERNOS DEL SUR POR FRANCISCO ONIEVA

Reseña de La mariposa en el buzón a cargo del poeta Francisco Onieva en Cuadernos del sur. Manuel Molina González. - CÓRDOBA Francisco Onieva 26/12/2020 Con La mariposa en el buzón , Manuel Molina González completa una trilogía japonesa junto a Haikus del olivar (2013) y Volverás abril. Senryus (2017). Conocedor de la tradición japonesa y de las innovaciones que el género ha sufrido desde principios del siglo XX hasta la actualidad, nuestro poeta se mueve con comodidad y sin contradicciones entre la ortodoxia y las nuevas propuestas orientales, americanas y europeas, y explora las posibilidades expresivas de un género que, más allá de los tres versos de cinco, siete y cinco sílabas, es una forma mirar, de entender el mundo y de darle cauce expresivo a través de una palabra sencilla y despojada, sin artificios. Así, la mirada ensimismada y reflexiva del poeta se detiene en la pequeñez de lo que lo rodea y pretende capturar el instante. Su contemplación sucede desde un estado de melancolía y de aceptación de la transitoriedad, pero también de gratitud y de celebración. Esto le permite descubrir lo extraordinario de lo cotidiano en un momento irrepetible que provoca una emoción y que, aunque sea insignificante en apariencia, encierra un sentido digno de ser cantado. No obstante, este ortodoxo canto del afuera se combina sin estridencias con el devenir de un yo y de un tú que, inevitablemente, conforman un nosotros. Como reza en el subtítulo y el autor confiesa en una nota final, el volumen es una selección de 111 haikus, escritos a lo largo de los últimos cinco años, principalmente entre 2017 y 2019, mientras «pasaba las mañanas y/o tardes en los pasillos de un hospital, acompañando a un familiar que cada 21 días debía recibir tratamiento [...]. Han sido muchas horas continuadas de silencios, de butacas desgastadas, de pasillos saturados o fríamente vacíos, de luces artificiales, de máquinas expendedoras, de largos momentos para reflexionar; un inevitable orillamiento de la escritura hacia la necesidad, a la vez que compañía impagable». Desde la soledad y el silencio de ese ámbito, que es origen y término, el autor intuye el verdadero sentido de la vida y acude a la escritura, en principio, como una herramienta terapéutica que le permite bucear en su interioridad y sondear las dudas que lo conforman, con lo que, inmediatamente, deviene en instrumento de conocimiento y de comunicación, al estar en todo momento abierto a la otredad. En este proceso radica el sentido del citado subtítulo cabalístico, «111 haikus»: el uno es la singularidad y el tres la totalidad, la plenitud, con lo que, a pesar de la dificultad, hay un mensaje de esperanza; el 111 sería, pues, el sustento, los que nos enraíza y nos lleva a resistir ante la adversidad. La curiosa arquitectura del libro se apuntala en tres partes asimétricas precedidas cada una por un breve fragmento en prosa, impregnado de la filosofía zen, en el que dialogan un sensei y un haijin, a través de los cuales el autor expone su visión del mundo y su concepción del género. Cada una de estas estampas, que se cierra con un haiku y su traducción al japonés, están seguidas de una serie variable de haikus. «La creación y su largo trecho» va seguido de 18 piezas de tono metaliterario, en los cuales Molina González explicita su concepción tanto del género como del proceso creativo. Por su parte, «La naturaleza, aquí y tal vez ahora» está seguida de otras 39 en los que la infancia, el instante y la adversidad se mezclan en el momento presente, conformando la parte más canónica de un volumen al que se refiere Carlos Santos, quien firma un prólogo titulado «Para quedarse», como un «olivar en verso donde grajillas, mariposas, gayumbas, gatos, perros, higueras despeinadas y libélulas conviven con abismos, silencios, ausencias, olvidos, vacíos, soledades, ruinas, féretros y fantasmas en un remanso de páginas, pinceles, amistades, canciones y buzones, libros, cervezas, vinos y gomas de borrar». En cambio, «El barrio, la vida, que aún sobrevive celebrando los días» celebra la vida, el instante, la plenitud del momento, impregnado de una profunda gratitud, a pesar de la adversidad, a lo largo de 48 composiciones. Esta idea se refuerza con la estremecedora historia que cierra el volumen, la del boxeador Shuzo Taguchi, quien estuvo siete años en el corredor de la muerte, cuya última voluntad fue el material necesario para escribir un haiku. El vuelo esperanzador de esta mariposa muestra a un poeta que conoce bien el haiku y sus misterios, que se pregunta a sí mismo sobre la vida, la muerte, el amor, el paso del tiempo o la infancia, sin pretender respuestas, insinuando al lector en solo diecisiete sílabas.

LA COLUMNA DE IDEAL 27-12-20

Pandemia: inquina y sobreesfuerzo. El año que se marcha pertenecerá a lo peor que recordaremos de nuestras vidas, quedando grabado en nuestra memoria para siempre. De haber sido normal, tal vez por un acto jubiloso como un nacimiento, un emparejamiento o un imprevisto gozoso, habría encontrado lugar para que la remembranza fuese gozosa en lugar de pertenecer para varias generaciones a lo más lamentable vivido hasta ahora. Nadie imaginaba el año pasado por estas fechas lo que tendríamos que vivir, la desgracia que se cernía al cabo de un par de meses. Una pesadilla inimaginable, ni siquiera atisbada por la ciencia ficción, que nos atraparía dejándonos involuntariamente enclaustrados y entregados a unas medidas higiénicas que nunca creímos tener que poner en marcha. Nos acercamos a la sombra de otras generaciones que vivieron hecatombes y conocimos la tragedia de perder seres queridos de manera lamentable, perdimos el contacto -la muestra más plausible de mostrar cariño a los demás- tras mascarillas, guantes y gel hidroalcohólico. Todo ello nos dejó en un lugar de reinvención acelerada, en un territorio desconocido de dudas. No éramos conscientes de que habíamos vivido en la certeza, al menos aparente, de que lo válido para hoy podría continuar en un mañana extendido. La aparición de la epidemia no solo hizo aparecer un virus letal, sino unos efectos colaterales desconocidos, o al menos hasta ese momento residentes en lo anecdótico. En la incertidumbre de los primeros meses se albergó la posibilidad de que aprendiéramos de la situación, un imprevisto de tan gran calado podría hacer que mejorásemos como sociedad y supiésemos discernir lo importante de lo superfluo, en el resalto de lo que nos une más de lo que nos separa. Un mal podría recuperar y expandir lo positivo que como sociedad escondíamos cada día más. Tras los brotes de solidaridad iniciales, la tregua del bien común se diluyó como azucarillo, quienes aplaudían las acciones de los más sacrificados pronto fueron reconvertidos como activistas llamados a la causa de la malquerencia, de la ojeriza, para elevar la peor cara del ser humano: el odio. Se dice del odio que no es saludable, pues daña más al que odia que al odiado. Estoy con la escritora Hannah Harrington en que el odio es muy fácil, lo difícil es llevar a cabo un gesto contrario, de amor, que exige valentía. Me quedo con dos palabras en plena pandemia, el sobreesfuerzo que como sociedad hemos realizado, sacando adelante aspectos como la sanidad o la educación, pero me ha entristecido mucho observar a los que han ido poniendo palos en las ruedas desde la constancia, comenzando por quienes no han sido capaces desde arriba, desde las decisiones políticas, de estar a la altura y aparcar diferencias porque se trataba de sumar, hasta quienes se han decantado por verter odio desde sus dedos, a través de las pantallas, o desde sus bocas, conscientes de que se situaban, militantes activos, en el odio consciente. Me preocupa que en lugar de aprender hayamos abrazado la inquina.

LA BALLESTA DE PAPEL Nº 18

La Ballesta de papel número 18, ya en la calle. Felices lecturas, Feliz Navidad. #culturasegura

SEGUNDO PREMIO EN III CERTAMEN RELATOS DEL OLIVAR

LLevaba mucho tiempo alejado de la prosa de ficción. Sin embargo, una historia crecía pidiendo salir a la luz. Y lo ha hecho con buen pie. 2º premio en el III Certamen internacional de relatos del olivar y aceite de oliva, organizado por Másquecuentos. 243 relatos de 16 países. Apunta el presidente del jurado, Salvador Compán, que ha sido muy reñida la decisión del jurado con la necesidad de varias votaciones entre los tres finalistas. Mi alter ego, Félix Samaniego, está muy contento. Y yo, más. Dejo enlace por si queréis leerlo.

sábado, 26 de diciembre de 2020

INFORMACIÓN BIOGRÁFICA ACTUALIZADA 2020

Manuel Molina González Nacido en Priego de Córdoba (1966). Profesor y escritor. Doctor en Filología Hispánica. Ejerce como docente el Centro del Profesorado de Priego de Córdoba. Colaborador de la Universidad de Jaén. Ha publicado artículos de crítica literaria así como el grueso de su obra poética en variadas revistas. Ha obtenido variados premios literarios nacionales e internacionales y ha sido finalista en varios. Destacan entre ellos ALCO de poesía (Villanueva del Arzobispo), Facultad de Humanidades (Universidad de Jaén), reportajes periodísticos Adarve (Priego de Córdoba), Segundo premio en III Certamen internacional de relatos del olivar, Internacional de relato de Estepona. También ha sido premiado por su labor didáctica. Columnista semanal de diario Ideal de Jaén desde el año 2004, así como de Lacontradejaén, Diario Córdoba, suplemento Cuadernos del Sur, Adiós cultural. Ha publicado numerosos artículos y reportajes periodísticos en variados medios de comunicación. Realizó su tesis doctoral sobre la obra literaria de Niceto Alcalá-Zamora (UNED) Su labor en poesía visual ha sido desarrollada en las exposiciones “Contra el viento”, “Yuxtaposiciones”, “Libérrimos” o “Libros que fueron y volvieron pájaros”. Ha publicado numerosas obras visuales en distintas revistas nacionales y cuenta con obra en distintos países (Brasil, Portugal, Argentina, Uruguay o Chile). Figura en varias antologías del género. Entre sus actividades destacan la dirección del Festival internacional de teatro de Cazorla (2006-2012), la creación del espectáculo multidisciplinar La noche de La Tragantía, la gestión de Comunicación y prensa del Festival Internacional Bluescazorla durante cuatro año. Así mismo destaca la impartición de diversos talleres literarios o la labor en la Red de Bibliotecas Escolares de Andalucía. Ha sido autor de teatro escolar, que ha dirigido en numerosas ocasiones, autor de un libreto de danza para la compañía Madrépora, así como de proyectos multidisciplinares. Dirige el Aula de literatura y preside la asociación de amigos de la biblioteca de Priego que edita la revista literaria La ballesta de papel. '''Principales obras''' Cocina tradicional de Priego de Córdoba (2001) Bibliografía, Manuel Azaña (2002) Cuentos y leyendas de la Sierra de Cazorla (2003) Manual para subcampeones (2006) Jaén, espacios naturales (2007) La escritura memorialística de Niceto Alcalá-Zamora (2007) Haikus del olivar (2014) La obra literaria de Niceto Alcalá-Zamora (2015) Volverás abril (2017) Impresiones del olivar (2018) Días de perros (2018) El olivo a tiempo sabe (2019) La mariposa en el buzón (2020)