martes, 26 de diciembre de 2023
"UN POQUITO DE CALMA" (Ideal, 24-12-23)
Un poquito de calma
Manuel Molina
Vivimos alterados, como si se tratase de una forma de ser, de entender la vida y
practicarla. Un perpetuo enfado nos acompaña en la cotidianeidad. Las cuestiones
políticas ocupan la mayor parte en la desafección al otro, con anterioridad ejercida
contra desconocidos, pero desde que existen las redes sociales incluso se ha
multiplicado hacia familiares, allegados y amistades. Observo la crispación que en
apariencia gobierna los días de la mayor parte de conocidos. Que si España se rompe,
que si ETA, que si “Perro” Sánchez, los insaciables indepes, el amigo español de Milei
y un etcétera recurrente para entrar en discordia, ese símbolo del primer concurso de
belleza de la historia, que pilló por medio al pobre Paris. La gente vive cabreada, al
menos es lo que manifiestan. Incluso si no te interesa ese hervor continuado te salpica.
Vas por la acera tan tranquilo y siempre habrá alguien que te recrimine que vas por un
lado de la acera o que circulas a esa hora por allí o qué sé yo.
Vivimos unos días en los cuales se nos saluda (y correspondemos) con un “Felices
fiestas” o “Feliz Navidad”, que conllevan implícito un deseo de paz e incluso si tiramos
la casa por la ventana de los deseos, de amor; en su más amplia expresión. Si nos
detuviésemos un instante a valorar esa desiderata tal vez nos serviría para considerar
que no vivimos, en general, muy mal. A la mayoría, por suerte, nos cobija un techo,
comemos varias veces al día, un porcentaje de seres queridos nos acompaña, solemos
salir a la calle y volvemos sin que nos ocurra por probabilidad nada malo. Pero no nos
parece suficiente. Recurro a un ejemplo que se me quedó grabado hace tiempo en una
película de Leonardo di Caprio. Como gran propietario del sur estadounidense del XIX
ofrece a uno de sus esclavos favoritos la oportunidad de elegir un caballo de su mejor
cuadra y este le contesta que no quiere ese caballo, que en realidad lo que desea es que
los demás esclavos no lo tengan. Puede que por ahí encontremos respuesta a lo que nos
ocurre.
Vivimos y se nos olvida el concepto básico. Una gran parte de este planeta malvive y no
le queda incluso ni el derecho a decirlo, sin embargo, quienes disfrutamos de lo más
esencial nos enzarzamos en cuestiones que pertenecen más a lo abstracto que al
transcurso de los días. No es consuelo, pero debiera hacernos pensar que tanta inquina
retorcida no puede atraer lo bueno. Leo en El año del búfalo de Javier Pérez Andújar,
siempre maravillando, que los españoles somos más de chiste de que de opinión y tal
vez sea cierto. Por eso, cuando abandonamos lo primero nos cuesta navegar en lo
segundo y acabamos arribando hacia el insulto de lo que consideramos contrario. El
optimismo es palabra que proviene de Optimus, que significa “bueno”. Les deseo un
poco de esa bondad porque lo contrario llegará solo.
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