lunes, 22 de septiembre de 2025

"CÓLERA, INDOLENCIA Y PROTESTA" (Ideal, 21-9-25)

 


Cólera, indolencia y protesta

Manuel Molina

 

En el último canto de la Ilíada se narra el momento en que el rey Príamo, padre de Héctor, se dirige al campamento de los aqueos para suplicar a un Aquiles colérico y vengativo que le entregue el cuerpo de su hijo, al que ha matado. El rey se humilla ante él, besando sus manos y con súplicas, y le solicita piedad. Aquiles se conmueve, vencido por el dolor y la compasión, acepta y le devuelve el cuerpo de Héctor para que los troyanos puedan celebrar sus ritos funerarios, para que el fallecido pueda también descansar en paz. Ese gesto de misericordia provoca en Aquiles la virtud, que lo aleja de la ira y lo aplaca. En las religiones monoteístas  esta es una característica de la divinidad, con la que se obsequia al ser humano, la misericordia. Si los que provocan el genocidio palestino creen en un dios deberían ser misericordes, como también debieron serlo quienes secuestraron a los israelitas del detonante, pero es desproporcionada la cólera resultante.

En la Antigüedad clásica, la indolencia ante la injusticia no se veía solo como un defecto personal, sino como un mal social que desestabilizaba la polis. Los pensadores y escritores grecolatinos dejaron constancia de su rechazo a esta actitud, entendiendo que el silencio y la pasividad ante la injusticia eran una forma de complicidad. Platón en La República hizo crítica de esto, aludiendo a que el "precio de desentenderse de la política es ser gobernado por los peores hombres". No se refería únicamente a la participación activa en el gobierno, sino también a  la justicia y lo común. Por su parte, Cicerón, fue un ferviente defensor de la acción. Señaló que "el mal es la inacción de los hombres buenos". Se enfrentó a la corrupción y la tiranía, ejemplificando con su vida la necesidad de oponerse activamente a la injusticia.

La falta de protesta pública permitía a los tiranos y a los poderosos perpetuar sus abusos sin temor a represalias. Bajo figuras como Sila o en el Segundo Triunvirato muchos ciudadanos fueron asesinados o vieron sus bienes confiscados sin un juicio justo, a menudo con la pasividad del resto de la sociedad, por miedo o desinterés. Sin embargo, los estoicos, como Séneca, sostenían que el hombre sabio debía cultivar la virtud, que incluía la valentía de oponerse a la injusticia, aunque fuera de forma individual y a través de la resistencia moral. Séneca mismo, consejero de Nerón, intentó moderar la tiranía del emperador y su posterior suicidio supuso su último acto de protesta contra un régimen injusto. La resistencia, aunque costara la vida, era vista por algunos como la única respuesta digna frente a la tiranía y la indiferencia de la mayoría. ¿Cómo se puede asistir impasible o mirando para otro lado cuando han matado a más de sesenta mil personas entre ellas casi veinte mil niños inocentes? No se puede ser connivente con la cólera, hace falta misericordia y no miseria humana. El corazón, (cord-cordis), las distingue.


domingo, 14 de septiembre de 2025

"SESGO DE CONFIRMACIÓN" (Ideal, 14-9-25)

Sesgo de confirmación

Manuel Molina

          

           Ya no importa la razón, cada día nuestro pensamiento está más cerca de la emoción para generar nuevas ideas que se establezcan como sólidas. Lo que buscamos en nuestro día a día es toda aquella noticia o información que encaje perfectamente con nuestro sentir, se rehúye lo que pueda a priori considerarse contrario a nuestra creencia y se navega entre redes y personas para encontrar un igual o algo que se acerque de manera pretendida, incluso de manera artificiosa, como tal. Ese es el famoso sesgo de confirmación, creer a aquellas personas que entendemos que están en sintonía con lo que sentimos, no con lo que pensamos. Lo explica el filósofo David Pastor Vico que aclara la consecuencia del proceso: “cuando entramos en esta perversión de la comunicación, una comunicación puramente emocional, en ese momento lo tragamos todo, aceptamos todo”. Alejada la razón, aceptamos todo. Un ejemplo: en las campañas políticas ya no se expone y difunde un programa electoral, sino que habla sobre cómo destrozar al oponente o resaltar algunas cuestiones básicas emocionales como el caso de un partido actual, al que esto le funciona muy bien y no se basa en un programa sino en ideas genéricas como patriotismo, nacionalismo, inmigrantes que “sobran” o pagas para “vagos”.

           Hasta ahora se había fomentado la práctica entre la extrema derecha y el nacionalismo, sobre todo el de la derecha catalana (“Espanya ens roba”), pero está cayendo en ella un partido que hace unos años no participaba con tanta entrega a esa práctica. Hace unos días el portavoz del Partido Popular, el diputado Tellado, se refería al intento de derrocar el gobierno democráticamente elegido según las reglas democráticas -nos pueden gustar más o menos- como que se iba “a comenzar a cavar la fosa del Sanchismo”. No se trataba de una bravata o exabrupto al uso sino que contenía una cápsula de inquina emocional diseñada ad hoc. Añadió otra “¿qué pasaría si alguien de ultraderecha asesinase a un activista de izquierdas?”. Todos sabemos interpretar la connotación de la palabra “fosa” en nuestro país. Tellado se mostraba eufórico después de lanzar tan lamentables bombas incendiarias porque cumplía su función al llegar a oídos de quienes quieren escuchar ese mensaje y así sumar y reforzar. La pena es que estos días aparecía una encuesta de intención de voto, donde el PP permanece anclado y suben, sobre todo, el partido ultra más a la derecha y el PSOE.  Un matiz, el ciudadano prefiere el original que promueve ese sesgo a la copia.

           De todas formas, creo que la ciudadanía no se merece esta agitación que intenta enviar mensajes de polarización desmedida. La gente ocupa terrazas llenas donde toma algo, pasea, viaja cada vez más, no cesa de mover santos con oropel y estipendio, celebra bautismos, bodas y banquetes como si no hubiera un mañana y sin embargo, vive muy cabreada. Cada cual ha elegido su demonio particular y se encomienda a él con un nosotros mimético que busca para reforzarse y multiplicarse.

 


 

domingo, 7 de septiembre de 2025

"REDUFLACIÓN: MENOS POR MÁS" ( Ideal 7-9-25)

 





Reduflación, menos por más

Manuel Molina

 

           Llega septiembre con su mitad de fin y su mitad de comienzo. Aún queda fiesta en las localidades que celebraban el fin de la cosecha de cereal y había taco en la cartera para disfrutar una feria, aunque ahora el motivo haya quedado diluido en otro cultivo, al menos por tierras jienenses. En una de estas celebraciones acudo a un local conocido y pido una cerveza fresca, un tanto especial, que me apetece de vez en cuando. Me gusta en vaso. La recibo, escancio y noto que en otras ocasiones quedaba líquido en la botella una vez completado el proceso, pero ahora cabe toda en la copa, que sigue siendo del mismo tamaño que en otras ocasiones. ¿Esto es un tercio?- pregunto. Sí, claro, me contestan. Miro la etiqueta y no responde a los 33 centilitros de este, sino que contiene 30. Cuesta igual. Al día siguiente en el trabajo, donde desayuno, apreciamos que los bollos de pan que hemos comprado siempre han menguado y también cuestan igual. Parece algo común.

           El hecho tiene un nombre: reduflación. Un concepto económico que tal vez desconocen, pero seguro que no olvidarán. Se trata ni más ni menos que una práctica en la que las empresas reducen la cantidad de un producto, y además aumentan su precio, lo que lleva a una subida encubierta del costo para el consumidor. Es una forma de inflación donde la disminución del tamaño pasa desapercibida, se paga el mismo precio por menos cantidad. Uno de los más sonoros casos es el de determinadas marcas de una multinacional, patatas con sabores y bolsas de chuches de las que se te queda, por ejemplo,  el sabor a queso en las manos varios días, aunque te laves con jabón Lagarto. Tomemos algunos datos ofrecidos por la asociación de usuarios, FACUA. Veamos cómo han evolucionado cantidad y precio en los últimos tres años en la bolsa de una de las más conocidas patatas con sabor a jamón. En enero de 2022, este producto contenía 295 gramos y se vendía a 2,89 euros. Un año después pasó a perder 20 gramos y su precio subió 45 céntimos; para llegar en junio a perder 32 gramos y aumentar su precio en 10 céntimos. El formato de la bolsa es el mismo pero tiene menos y cuesta más. Ocurre en otros muchos productos Otro birlibirloque.

           En 2022 ya lo denunciaba el economista Edgar Dworsky en un artículo de 2022 en The Guardian, esta estrategia permite a las empresas proteger sus márgenes de beneficio sin subir ostensiblemente los precios, el consumidor paga más por menos. Se nos erosiona como ciudadanos de manera prestidigitadora el poder adquisitivo sin que el aumento de precios sea evidente. Seguramente se hagan una pregunta, ¿y en el caso de otros productos más necesarios, menos ligados al ocio? También. Me permitirán un pequeño juego literario en homenaje a Bertolt Brecht, ¿qué es robar una cartera comparado con reducir 20 gramos de papas fritas sin avisar y cobrar más?

 





lunes, 1 de septiembre de 2025

"LOS GUARDIANES DEL NO" (Ideal 31-825)

 Los guardianes del “no”

Manuel Molina


Cada paso que ha dado la humanidad hacia adelante ha tenido enfrente a un coro que ponía palos en la rueda. Ocurrió con Galileo cuando se atrevió a mirar el cielo y vio que la Tierra no era el centro del universo, sino apenas un planeta más. Cuando la Inquisición le hizo en un tribunal abjurar de ello murmuró en voz baja “Eppur si muove”, (pero se mueve), como quien sabe que la verdad camina sola aunque tropiece con muros de dogmas. Ese mismo murmullo se escucha hoy cada vez que desde la ciencia, la cultura o la misma política se intentan abrir ventanas hacia la evolución. Los guardianes del “no” cambian de disfraz según la época: fueron inquisidores, luego moralistas de café, hoy se esconden tras tertulias televisivas o bulos digitales, voraces y simplistas indignados sin conocimiento. Siempre encuentran un argumento solemne para frenar la corriente evolutiva. Quizá lo que tenemos ahora es un ejército de esos constantes viejos miedos inquisidores que se niegan a morir

Si uno repasa la historia, la reticencia al progreso parece un reflejo casi natural. Cuando Edward Jenner probó la primera vacuna contra la viruela no faltaron quienes lo acusaron de jugar a ser Dios. Cuando Marie Curie habló de la radioactividad, hubo quien prefirió pensar en magia negra antes que en física y cuando Clara Campoamor defendió el voto femenino en el Congreso de los Diputados, en plena República,  algunos diputados sostuvieron que dar voz a las mujeres era “contrario a la naturaleza”. ¿Quién recuerda hoy esos nombres? La historia se ha encargado de sepultarlos en el olvido más justo. No obstante, conviene no subestimar el poder de la negación. Einstein advertía que “es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”. Y no le faltaba razón, cada reforma educativa que ha ampliado a mayor número de población, cada derecho social conquistado, incluso con vidas, o cada avance médico se enfrentan todavía a esa barricada de desconfianza alimentada de nostalgia mal entendida, la coartada mejor vestida del inmovilismo. En Jaén lo saben bien: basta asomarse a la historia del olivar para comprobar cómo la mecanización del campo fue vista como una amenaza, no como una oportunidad. Se miraban con recelo aquellas máquinas que acabarían multiplicando la productividad. El tiempo, juez sin prisa, siempre dicta sentencia a favor del progreso.

Ahora que las energías renovables, la igualdad de género o la movilidad de las personas marcan la agenda del presente, los guardianes del “no” vuelven a levantar la voz. Con los mismos argumentos de siempre, alertando contra los riesgos de lo nuevo. Como si lo viejo no hubiese tenido (y tiene) también sus peligros. El progreso, al fin y al cabo, nunca se impone por decreto ni por mayorías: avanza porque convence y demuestra, porque se instala en la vida cotidiana hasta volverse costumbre. Y cuando eso ocurre, los negacionistas, acaban convertidos en nota a pie de página; mientras tanto hacen mucho ruido, como el de quienes asistían a ver quemar herejes. 


"LA TRAICIÓN DEL PSOE" (Ideal, 12-10-25)

  La traición del PSOE Manuel Molina              No resulta fácil escribir en contra de la tortura taurina por puro divertimento en u...