domingo, 8 de septiembre de 2024
Lo correcto sería que no apareciera el prefijo negativo, sino algo más objetivo, la defensa de animales que sufren tortura por placer y diversión. Pero como ven resulta muy larga la forma para referirla. Sin embargo, en esta última expresión se asienta la mayor en esta causa que se intenta obviar a conciencia. A menudo la contraargumentación que defiende la tortura animal se intenta disfrazar de otros asuntos menores como son la tradición, una supuesta “libertad” para elegir asistir a ese cruento espectáculo y que no vaya el que no quiera, la aventurada pérdida de las dehesas, el fin de una raza que no existe, puestos de trabajo que diluirían al tener que buscar otro como ocurre a quien lo pierde, más un largo etcétera ficticio y poco sólido desde la racionaliodad. No obstante, cabe decir que todas estas falacias pueden ser rebatidas y caen por su propio peso.
El problema del asunto radica que una vez agotado el repertorio con su refutación pertinente aparece en los “taurinos” la descalificación gradual. Todas ellas las he vivido en primera persona, ergo las conozco. En primer lugar se acude al insulto más laso, como “perroflauta”, aunque poco consistente cuando se aprecian personas de todos los estratos sociales y condiciones en la defensa, “parásitos” es otra lindeza similar, ya ven; “a picar piedra os pondría”, reconozco que esta añade una connotación socio-histórica interesante, producto del anhelo por una parte de los defensores taurinos de una época que utilizó las corridas de toros como aquel pan y circo tan eficaz. Una vez superada esa fase se da el presupuesto que toda reivindicación de ese tipo aglutina a extremistas de izquierda y comienzan las valoraciones moralistas, si eres antitaurino estás a favor del aborto, de ETA, de abandonar a los ancianos por perros, y algo sorprendente, que no acoges a inmigrantes en tu casa (sic). La tercera fase es el insulto, qué variado es el idioma español en ese sentido, aunque predomina las acepciones sexuales y las inveteradas costumbres de vilipendiar a las madres. Culminan las fases con la amenaza. Por cuestión de espacio mencionaré las dos últimas recibidas: la genérica, cuando vaya por la calle me van a dar una paliza y otra más singular centrada en mi boca, me van a partir los dientes. Lo sentiría, he gastado mucho en ella.
Y así es la vida del antitaurino, algunos incluso comen hamburguesas, fíjate tú. Lo curioso de todo esto reside en que su demanda se realiza desde el pacifismo, con quinientos años de historia desde que un Papa la reivindicara. Nuestra sociedad evoluciona y se van sumando pequeños logros como los recientes, la suspensión judicial del toro de fuego de Medinaceli, anulación del Premio Nacional de Tauromaquia con un respaldo del 90% de la sociedad, o la eliminación de corridas en Colombia. Lluvia fina. Les dejo con mi admirado San Juan de la Cruz: "correr toros es cosa peligrosísima para la conciencia de quien manda o autoriza su celebración".
viernes, 6 de septiembre de 2024
Saber soltar implica la capacidad de despedirnos de la forma correcta, de cerrar bien una etapa, de desprendernos de lo que nos ase a un lugar o actividad. La capacidad de saber dejar se convierte en una habilidad valiosa que requiere madurez y visión de futuro, un aprendizaje nada fácil. El senequismo nos advierte que a la hora de encontrar la felicidad debemos tener presente la tranquilidad mental y una actitud de desapego hacia las cosas materiales. La filosofía zen también nos llama la atención sobre algo verdaderamente importante: lo que más nos cuesta soltar es aquello que hemos creído perder y solo podemos perder aquello a lo que nos aferramos. Ese equilibrio no se alcanza con facilidad al tener una visión de la vida con tal perspectiva, cuando el mundo que nos rodea está cargado de miles y miles de estímulos y recordatorios sobre “lo que no tienes” y “lo que deseas” y no digamos “lo que tiene el otro”.
He vivido siempre cerca del mundo político, por ideas y dedicación a tareas de gestión cultural. Mi intento de convertirme en alguien más partícipe fue efímero, pese a los numerosos llamamientos que me llegaron a lo largo del tiempo. Participé en un proyecto en el cual las propuestas factibles que realicé se eliminaron de un plumazo por alguien que desconocía la realidad de donde procedía el proyecto, que beneficiaría con bajo coste a mucha población y sin embargo, se nos conminaba a llevar a cabo otras no demandadas y sin mucho sentido. Desde entonces colaboro, pero no desde primera línea. También fui testigo de la crueldad de la política al modo shakesperiano cuando alguien con mucho poder caía en desgracia. Del agasajo y ánimo inicial de todo el grupo cercano brotaba a la par el “apuñalamiento” simbólico. Nadie te esperará si has tenido la desdicha de ser movido. Por esa circunstancia me llama la atención el apego a los cargos, que es volátil y con fecha de caducidad por más que alguien se crea imprescindible y sin caducidad, aunque alrededor todo el mundo te observe como “cadáver”.
He tenido la enorme suerte de conseguir mi sustento gracias a mi trabajo y conformarme con poco, lo que me provoca una enorme suerte a la hora de haber intervenido en la dirección de variados eventos culturales. Cuando he creído que se acababa mi colaboración lo he dejado y de manera educada he hecho lo que en teatro se llama un “mutis”, dejando paso a otra persona. Tan solo en una ocasión vi venir la cuchillada trepa y antes de marcharme me quedé muy a gusto con una conversación privada en la que expliqué a una persona lo que era un mamporrero. Por lo demás, en lo que colaboro siempre he dejado claro que en el momento que se decida que no debo seguir, me marcho, y en silencio, sin alharacas. Siempre quedan muchas cosas por hacer. Afortunados los que saben irse y no se quedan alargando brazos.
lunes, 2 de septiembre de 2024
que no se ve.
#haikus
#manuelmolinaglez
domingo, 1 de septiembre de 2024
"PRIORIDADES INVERTIDAS" (Ideal, 1-9-24)
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