viernes, 6 de septiembre de 2024

"SABER MARCHARSE" (Ideal, 15-7-2024)

Hay que saber marcharse. Nadie es imprescindible y todo es efímero, se lo recordaba a los emperadores triunfantes un esclavo a su lado. Podemos marcharnos con elegancia o de manera folletinesca. >
Saber marcharse Manuel Molina >
Saber soltar implica la capacidad de despedirnos de la forma correcta, de cerrar bien una etapa, de desprendernos de lo que nos ase a un lugar o actividad. La capacidad de saber dejar se convierte en una habilidad valiosa que requiere madurez y visión de futuro, un aprendizaje nada fácil. El senequismo nos advierte que a la hora de encontrar la felicidad debemos tener presente la tranquilidad mental y una actitud de desapego hacia las cosas materiales. La filosofía zen también nos llama la atención sobre algo verdaderamente importante: lo que más nos cuesta soltar es aquello que hemos creído perder y solo podemos perder aquello a lo que nos aferramos. Ese equilibrio no se alcanza con facilidad al tener una visión de la vida con tal perspectiva, cuando el mundo que nos rodea está cargado de miles y miles de estímulos y recordatorios sobre “lo que no tienes” y “lo que deseas” y no digamos “lo que tiene el otro”. He vivido siempre cerca del mundo político, por ideas y dedicación a tareas de gestión cultural. Mi intento de convertirme en alguien más partícipe fue efímero, pese a los numerosos llamamientos que me llegaron a lo largo del tiempo. Participé en un proyecto en el cual las propuestas factibles que realicé se eliminaron de un plumazo por alguien que desconocía la realidad de donde procedía el proyecto, que beneficiaría con bajo coste a mucha población y sin embargo, se nos conminaba a llevar a cabo otras no demandadas y sin mucho sentido. Desde entonces colaboro, pero no desde primera línea. También fui testigo de la crueldad de la política al modo shakesperiano cuando alguien con mucho poder caía en desgracia. Del agasajo y ánimo inicial de todo el grupo cercano brotaba a la par el “apuñalamiento” simbólico. Nadie te esperará si has tenido la desdicha de ser movido. Por esa circunstancia me llama la atención el apego a los cargos, que es volátil y con fecha de caducidad por más que alguien se crea imprescindible y sin caducidad, aunque alrededor todo el mundo te observe como “cadáver”. He tenido la enorme suerte de conseguir mi sustento gracias a mi trabajo y conformarme con poco, lo que me provoca una enorme suerte a la hora de haber intervenido en la dirección de variados eventos culturales. Cuando he creído que se acababa mi colaboración lo he dejado y de manera educada he hecho lo que en teatro se llama un “mutis”, dejando paso a otra persona. Tan solo en una ocasión vi venir la cuchillada trepa y antes de marcharme me quedé muy a gusto con una conversación privada en la que expliqué a una persona lo que era un mamporrero. Por lo demás, en lo que colaboro siempre he dejado claro que en el momento que se decida que no debo seguir, me marcho, y en silencio, sin alharacas. Siempre quedan muchas cosas por hacer. Afortunados los que saben irse y no se quedan alargando brazos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario