Conducía por la curvada carretera
de la costa granadina cada día en un viaje de ida y vuelta hacia el trabajo.
Durante muchos de esos días cantaba a mi lado Leonard Cohen, casi susurrando repetitivo,
una versión de un poema lorquiano: “Take this waltz, take this waltz…”. Ahora
queda el recuerdo huérfano, hemos llegado al futuro.
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