lunes, 17 de junio de 2024

"NInguna gracia" (Ideal15-624)

Ninguna gracia Manuel Molina Un extraño alien y esperpento político de extrema derecha ha llegado al Parlamento Europeo con tres eurodiputados y el 4,59% del voto, lo que representa un total de 799.307 votantes. El partido de Yolanda Díaz, Sumar, que es parte del Gobierno central, ha obtenido los mismos escaños. La información relevante sobre este nuevo partido político desde su financiación hasta los principales apoyos se desconocen. Pero sí sabemos que la cabeza visible de la orquestación en marzo de 2020, durante la pandemia del coronavirus, fue condenado por afirmar que Manuela Carmena recibió un respirador para no tener que esperar en un hospital público de Madrid. En otro marzo, ya de 2023, fue sentenciado a borrar el tuit y a pagar 5.000 euros a la exalcaldesa. Además, ha tenido numerosas disputas con periodistas conocidos a los que abiertamente acusa de tener conexiones con partidos políticos. No obstante, estos discursos, aunque contengan engaños, han logrado abrir un espacio en la sociedad, sobre todo entre los más jóvenes, que consideran todo esto después de raciones de botellón y pantallas con mensajes cortos, una gracieta; aunque maldita la gracia que tiene. La política se ha convertido en un pasatiempo trivial, donde prevalece la lucha por la atención pública, donde los instintos más bajos de esta estúpida y simplificada sociedad quedan expuestos dándose la circunstancia de poder atraer votantes a través de la acción patética. Nihil novum sub sole. Ya estaba inventado y hemos sido testigos del nacimiento, auge y deposición de engendros políticos como los creados por Ruiz Mateos (“que te pego leche”) o Jesús Gil (bueno pondremos dos: “Soy el nuevo opio de pueblo”, “Soy peor que Hitler”). Ha habido capacidad de deglución pero mientras tanto ahí han estado, con su cínico menosprecio a la democracia como una broma. El problema reside en la extensión de la imbecilidad que respalda proyectos maléficos que se creen chistes inocuos, pero que pueden aportar trágicas consecuencias. Los partidos tradicionales deberían tomar nota y preocuparse de estos extraños populismos, en primer lugar en el intento de comprender por qué los jóvenes se entregan a estas veleidades, qué ha ocurrido para que se haya llegado a esa situación. Decía un filósofo que la historia se muestra primero como tragedia y con posterioridad se repite en forma de farsa. El populismo político, aunque atractivo como observamos, puede ser peligroso para la estabilidad y la democracia. Los líderes populistas suelen explotar el descontento social y económico, prometiendo soluciones rápidas y simples a problemas complejos. Sin embargo, estas soluciones suelen resultar impracticables y pueden socavar las instituciones democráticas. Según Jan-Werner Müller, profesor de política en la Universidad de Princeton, "el populismo no es solo una forma de hacer política; es una forma de distorsionar la política al dividir a la sociedad en el pueblo puro contra una élite corrupta". Esta retórica divisiva puede conducir a una polarización extrema y a la erosión de los valores democráticos fundamentales, que tanto cuesta alcanzar y sobre todo, mantener. No tienen ninguna gracia.

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