domingo, 23 de junio de 2024

"ELOGIO DE LA PIPIRRANA" (Ideal 23-6-24)

Elogio de la pipirrana Manuel Molina La pipirrana jienense no es sólo una ensalada fría, también es un tesoro culinario que representa la esencia de la cocina tradicional andaluza. Un plato humilde y sofisticado refleja el arte de convertir ingredientes simples en una experiencia culinaria. La pipirrana procede de Jaén y es símbolo de frescura y sabor auténtico, de cuando los tomates ya se encañan enrojecidos, los pepinos reptan crecidos desde la flor de la mata, los primeros pimientos verdean y crecen para convertirse en hortaliza y han dejado el silencio de tierra las cebollas. Al lado de la huerta puede que las gallinas picoteen sueltas su almuerzo y nos premien con huevos que contienen nutrientes naturales y alegría. Los tomates maduros, los pepinos crujientes, los pimientos verdes y las cebollas finamente picadas añaden frescor, textura y un atractivo colorido a la base de este plato. La salsa, compuesta por aceite de oliva virgen extra –esto es Jaén-, vinagre, sal y ajo, transforma estos ingredientes en una sinfonía de sabores que recuerdan a la calidez y generosidad del sol y el campo, ligados con ajos y las yemas de los huevos se unirán para crear un reguero de sabor único, El alma de la pipirrana es especialmente el aceite de oliva. El "oro líquido" de los extensos olivares de Jaén que aporta a los platos riqueza, recordándonos la importancia de la tierra y la artesanía que configuran nuestra cultura culinaria. Además, la pipirrana no sólo es un placer de sabor sino que también representa la identidad y el orgullo de la gente, cuántas mujeres anónimas han picado, pelado y majado en un dornillo los ingredientes para que siempre (meritazo) haya gustado el plato. Esta es una receta singular, antaño de temporada, transmitida de generación en generación para reunir a familiares y amigos alrededor de la mesa. Cada cocina familiar cuenta una historia, una parte valiosa y compartida. La pipirrana de Jaén es testimonio del ingenio y agudeza, de multiplicación de lo cercano en esquisitez, que tan bien caracterizan la cocina andaluza. Es un plato que celebra lo sencillo, la autenticidad y la localidad; lo cercano e invita a quien lo prueba a disfrutar de la vida con la misma alegría y pasión que quien lo cocina. Al homenajear a la pipirrana, honramos una tradición viva, una tierra fértil y una cultura tan sabia como rica. La cofradía gastronómica El Dornillo, de la Sierra Sur jienense en su inquieta y variada actividad, generosa, por cierto, al actuar hacia fuera de ella en lugar de hacia dentro como otras sociedades al uso, va a celebrar con instituciones en la capital jienense el día mundial de la pipirrana. Por ganas no se les puede poner un pero. Y me parece estupendo por la reivindicación de ese espacio rural aún habitado, que atesora en su vida cotidiana unos valores antaño injustamente tratados como catetez desde los altivos postulados capitalinos para ahora anhelarlos, la riqueza gastronómica y el ritmo de vida ahora son “delicatessen”. Viva la pipirrana.

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