domingo, 5 de febrero de 2023
"EL PAN DE CADA DÍA" (Ideal 5-2-23)
El pan de cada día
Manuel Molina
El amanecer está ligado al pan. Por un lado, el trasiego en los obradores donde la masa
madre, las harinas, sal y el calor del horno realizan la transformación de todos esos
elementos en candeales, bollos, molletes, cuarterones y tantas variedades dispuestos
para que los repartidores surquen calles, avenidas o carriles y depositen esas piezas en
estantes, cajas o llamadores de puertas. Por otro lado, se nos brinda cada día la
oportunidad de comenzar la jornada con el aroma ancestral del pan recién tostado, que
nos lleva desde nuestro cerebro a la sensación de placer, que nos une sin saberlo, a
miles de antepasados que sintieron esa fruición en el antiguo Egipto, en Grecia o en
Roma. Tenemos la suerte por estos lares de que los mejores aceites virgen extra del
mundo recorran la geografía de la miga y juntos se multipliquen en un espectáculo de
los sentidos con el supepoder de asentar la idea de que uno va a poder con el día que
tiene por delante.
Es tiempo de pan en forma de roscas, de san Blas (ay, esas singulares rifas de la Iruela),
de acompañar con bacalao y aceitunas machacás y un chorreón del mencionado aceite
para disfrutar de lo sencillo como una fiesta. No nos quedará el recuerdo de la compra
del pan en el supermercado, pero sí de quién nos llevaba las roscas antaño a casa por
estas fechas. Manos y tiempo permiten que una repetida pieza alcance el valor de ser
única cuando la consumimos. Pasan desapercibidas, como si de manera autómata e
industrial se pudiera obtener ese resultado y sin embargo, alguien al amanecer obra y
utiliza su saber para que lo disfrutemos con el plus de mimo y cercanía que se añaden a
la receta.
El mérito del pan es haber logrado, tanto fermentado como ácimo, que incluso las
grandes religiones lo hayan convertido en parte principal de sus rituales. Las
conmemoraciones y sus oraciones lo alaban en su carga de simbología, y no es para
menos, ya que es un compañero inseparable de nuestra existencia desde hace milenios.
Aparte del valor teológico existe uno desde el punto de vista etimológico que se me
quedó grabado desde que lo conocí, la voz mencionada, compañero, proviene de pan,
quien comparte el mismo (Cum + Panis), me parece incluso algo poético. Por eso me
entristece cuando desde la medicina o el nutricionismo se prohíbe. Es como condenarte
a vivir solo días con lluvia o respirar aire viciado. Podríamos quejarnos recordando
aquello de dame pan y dime tonto.
Vivimos momentos difíciles y el pan nuestro de cada día debería garantizarse para cada
uno de nuestros congéneres. Por ello, si hemos de pagar impuestos, aportar un plus no
deberíamos permitir que nadie de nuestros semejantes no tuviera al menos un poco de
pan que echarse a la boca. Qué menos. No entiendo quienes están en contra. Por eso es
tan importante apreciar a quienes procuran dar pan cada día.
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