domingo, 4 de septiembre de 2022

"AGUA" IDEAL 04/09/2022

Nuestro propio cuerpo en su mayoría es agua y sin ella no existiría vida, provenimos de ahí en nuestra evolución. Tales de Mileto ya era rotundo al respecto: «el agua es el principio de todas las cosas». No sé dónde debería aparecer escrita tal reflexión, pero sería en un lugar prominente. Los animales y las plantas tampoco pueden sobrevivir sin agua. Ninguna otra bebida, por más que la química y la industria lo intenten, puede superar en pureza y sanidad al agua. Por recurrir a algunas cifras ofrecidas por la FAO, se necesitan unos mil quinientos litros para conseguir un kilo de granos y unos quince mil para producir un kilo de carne. Una de las palabras más importantes para la humanidad quizás sea esa, agua. Pero ¿qué estamos haciendo con el agua? Está claro, que no lo correcto. El abastecimiento y la contaminación son sus principales rivales, junto a la sequía cada vez más presente. La falta de agua ha creado conflictos graves y desplazamientos humanos a lo largo de la historia. Unas quinientas mil personas mueren al año por la ingesta de aguas contaminadas y apreciamos que un río sagrado como el Ganges porta unos treinta millones de aguas fecales por cada cien mililitros. En un porcentaje muy elevado, las causas que originan los males que atañen a la impureza de las aguas residen en la actividad humana. Resulta contradictorio pero somos la única especie que es capaz de atentar contra su propio hábitat. Este verano, los campos han sufrido un enorme estrés hídrico y parece que aunque llueva no será suficiente como para paliar la necesidad acumulada. He visto ríos que se han secado y en mi existencia es la primera vez que observo tal circunstancia. Los pantanos muestran su profundidad perdida con cicatrices de barro y tierra seca. Y sin embargo, cada vez hay más pozos ilegales, fruto del egoísmo de unos pocos, como también una enorme de cantidad de piscinas que acumulan agua para su llenado con el disfrute de unos pocos. Sin embargo, la más preocupante actitud que se puede ver en el campo es la conversión de árboles de secano como el olivo y el almendro en regadío. Algunos minimizan en la técnica del goteo, pero otros lo hacen a mansalva, llenando verdaderos pilones en las soleras de los troncos. Toda solución ante los problemas del agua que no contemple del medio plazo hacia adelante no será eficaz. Se nos pedirá, por ejemplo, restricciones en domicilios, pero mientras las actividades mencionadas no entren en el sentido común serán poco operativas. Tampoco debemos perder de vista que algo tan vital y necesario pueda convertirse en un negocio privado. El agua debe ser pública, nunca un mercadeo. Somos «agua que piensa», dice el sabio maestro Joaquín Araújo, y remarca que el agua «tiene sed de libertad, tiene sed de limpieza, tiene sed de que no la encarcelemos, tiene sed de que la usemos bien». Habría que buscar un lugar bien visible para exponerlo.

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