lunes, 14 de febrero de 2022

PUERCA MISERIA (IDEAL 13-2-2022)

Dice un proverbio chino que cerdos son quienes se rodean voluntariamente de basura. (A veces, en piara). La columna de Ideal... Puerca miseria
Manuel Molina Glez Desde muy pequeñitos nos enseñan a utilizar el cubo de la basura en los hogares, las papeleras en las calles, la necesidad de reciclar en distintos contenedores e incluso la oportunidad de llevar hasta un punto limpio enseres específicos, siempre y cuando no puedan esperar a que nos los recojan en casa. Se insiste en muchos casos por parte de los progenitores en que no se tire nada al suelo: 'Barrio Sésamo' (abierto/cerrado). Como en el caso de la creatividad, que va disminuyendo a medida que se suceden los cursos, la capacidad de introducir un elemento de basura en un depósito adecuado va menguando. En infantil los menudos se convierten en pequeños sheriff de la causa, pero revisemos un patio de instituto después del recreo o una clase al final de la jornada. Me crié en el campo y cerca de la casa existía un lugar llamado el muladar, donde se iban depositando los excrementos de los animales y la materia orgánica sobrante. Cada cierto tiempo esa 'basura' servía como abono natural para hortalizas y árboles. Recuerdo los dos primeros elementos que no se degradaron, los envases de yogur y las latas de atún. Un tercero en discordia lo supuso la llegada del 'papel' de aluminio. No superaban el proceso de descomposición y tan solo tras largo tiempo algunos pasaban a fase de oxidación. Supuso un serio problema para el proceso natural de reciclaje. Luego llegaron las bolsas de plástico que empeoraron todo, como una plaga. No entiendo cómo queda cualquier banco en un parque que tiene una papelera al lado, mientras botellas, envases y bolsas se esparcen alrededor de él. No entiendo qué opera en esos cerebros sabedores de que infringen no una ley, sino un principio de convivencia social. A estos se unen depositarios nocturnos de grandes enseres junto a contenedores inadecuados, (ejemplo: un colchón dos semanas al lado de un contenedor de vidrio) cuando existe un servicio gratuito de recogida y un lugar (gratis, gratis) 'ex profeso' para ello. Tampoco entiendo la cantidad de propietarios irrespetables de perros que olvidan sus excrementos impunemente en calles y arriates, que miran hacia otro lado, porque lo valen. Tres veces al día. Teniendo en cuenta lugares donde hay más mascotas que personas, calculen probabilidades y aproximaciones. Cuanto mayor la riqueza, más espesa la suciedad, reflexionaba J. K. Galbraith. Somos así. Recuerdo una estancia en Gent (Bélgica), en el barrio turco, un barrio obrero. Limpísimo. Un día que se me quedó sin depositar en uno de los contenedores del bloque de viviendas la basura orgánica – el que correspondía se me pasó – y decidí al salir dejarla en uno de la calle. Tres personas mayores se acercaron vociferantes. No entendía qué ocurría. Me dijo el más comunicativo que aquel era su contenedor y no podía dejar mi basura allí fuera del horario porque los multarían a ellos y cumplían escrupulosamente con la normativa. Perdón, no volverá a ocurrir. Rascarse el bolsillo educa nuestra parte puerca, pero es tan impopular.

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