sábado, 25 de enero de 2014

PALABRAS ARDIENTES

Esa misma tarde se cumplían cinco años desde que se creara el pacto inquebrantable de reunirse los jueves en el bar del Hostal Yeben, cita a la que Manuel siempre acudió con presteza desde entonces. Juan Gas y Pedro Retama eran los otros componentes de la tertulia en la que cada jueves, como la Real Academia matizó el primero en el íntimo acto inaugural, se encontraban ante un vermú de la casa -con el especial toque de angostura y ginebra- para quemar palabras. Manuel llevaba ese día un buen puñado: emprendimiento, apoderamiento, y una perífrasis que no sabía cómo se le escapó tanto tiempo de la criba, poner en valor. Sin embargo, la sorpresa para la cita semanal de esa tarde la encontró entre el Ulises de Joyce: "el celestial árbol de estrellas cargadas de húmeda fruta azul noche". Las letras ascenderían volatilizadas entre pavesas desde el patio trasero del hostal; para nunca más ser nombradas en la conversación de aquellos tres fieles parroquianos.

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