Manuel Molina González estaba muy contento de comenzar el relato para el que había sido requerido. Era muy sencilla su labor puesto que tan solo debía prestar el nombre a un personaje, el cual -le habían asegurado- en nada coincidiría con su verdadera personalidad. Él consideró que suponía una ocasión nada despreciable de alcanzar cierto grado de notoriedad con la que henchir el ego un poco ante amistades, conocidos, compañeros de trabajo e incluso en el barrio donde vivía. El problema surgió cuando encontró por aquel lugar varios personajes secundarios como él con una actitud inquietante: uno de edad parecida a la suya con una depresión por estrés, una mujer regordeta con doble personalidad, un tercero entrado en la treintena que representaría un director de sucursal bancaria y aún más, una chica joven recién llegada a la política que aún creía en la ideología que decía servir. Se asustó un poco y tal vez esa circunstancia, el miedo, le llevó a abandonar aquel relato. Sin hablar tan siquiera en una sola ocasión llegó al final apurado y se marchó.
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| "A través del espejo" de Alfonso Brezmes |
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