Reduflación, menos por más
Manuel Molina
Llega
septiembre con su mitad de fin y su mitad de comienzo. Aún queda fiesta en las
localidades que celebraban el fin de la cosecha de cereal y había taco en la
cartera para disfrutar una feria, aunque ahora el motivo haya quedado diluido en otro
cultivo, al menos por tierras jienenses. En una de estas celebraciones acudo a
un local conocido y pido una cerveza fresca, un tanto especial, que me apetece
de vez en cuando. Me gusta en vaso. La recibo, escancio y noto que en otras
ocasiones quedaba líquido en la botella una vez completado el proceso, pero
ahora cabe toda en la copa, que sigue siendo del mismo tamaño que en otras
ocasiones. ¿Esto es un tercio?- pregunto. Sí, claro, me contestan. Miro la
etiqueta y no responde a los 33 centilitros de este, sino que contiene 30.
Cuesta igual. Al día siguiente en el trabajo, donde desayuno, apreciamos que
los bollos de pan que hemos comprado siempre han menguado y también cuestan
igual. Parece algo común.
El
hecho tiene un nombre: reduflación. Un
concepto económico que tal vez desconocen, pero seguro que no olvidarán. Se
trata ni más ni menos que una práctica en la que las empresas reducen la
cantidad de un producto, y además aumentan su precio, lo que lleva a una subida
encubierta del costo para el consumidor. Es una forma de inflación donde
la disminución del tamaño pasa desapercibida, se paga el mismo precio por menos
cantidad. Uno de los más sonoros casos es el de
determinadas marcas de una multinacional, patatas con sabores y bolsas de
chuches de las que se te queda, por ejemplo, el sabor a queso en las manos varios días,
aunque te laves con jabón Lagarto. Tomemos algunos datos ofrecidos por la
asociación de usuarios, FACUA. Veamos cómo han evolucionado cantidad y precio en los últimos
tres años en la bolsa de una de las más conocidas patatas con sabor a jamón. En
enero de 2022, este producto contenía 295 gramos y se vendía a 2,89 euros. Un
año después pasó a perder 20 gramos y su precio subió 45 céntimos; para llegar
en junio a perder 32 gramos y aumentar su precio en 10 céntimos. El formato de
la bolsa es el mismo pero tiene menos y cuesta más. Ocurre en otros muchos
productos Otro birlibirloque.
En 2022 ya lo denunciaba el
economista Edgar Dworsky en un artículo de 2022 en The Guardian, esta
estrategia permite a las empresas proteger sus márgenes de beneficio sin subir
ostensiblemente los precios, el consumidor paga más por menos. Se nos erosiona
como ciudadanos de
manera prestidigitadora el poder adquisitivo sin que el aumento de precios sea
evidente. Seguramente se hagan una pregunta, ¿y en el caso de otros productos
más necesarios, menos ligados al ocio? También. Me permitirán un pequeño juego
literario en homenaje a Bertolt Brecht, ¿qué es robar una cartera comparado con
reducir 20 gramos de papas fritas sin avisar y cobrar más?
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