La tarde ha presentado el frío verdadero del otoño y se ha desprendido de la calidez desconocida por estas fechas. Salgo al patio que permite una notable perspectiva de la sierra cercana y por la peña rondan unos buitres ya conocidos en círculos. Vigilan todo el pueblo desde su perspectiva aérea y privilegiada. Mientras tanto circula a pocos metros de la tapia trasera con relajada lentitud un rebaño de ovejas amansadas en exceso que repiten su único movimiento cabeza abajo en busca de un bocado. No alcanzan otra inquietud ni tan siquiera que serán alimento de aquellos que pacientes las sobrevuelan. A veces la realidad no es una metáfora.
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